El Hay Festival de Cartagena es uno de los eventos culturales más importantes de Colombia. Premios Nobel como Mario Vargas Llosa hacen parte de un abanico de personalidades que llegan a Cartagena y se sientan a explorar diferentes temas culturales, pero este año hubo un vacío que ninguna de esas mentes brillantes logró llenar. Por ningún lado estaba presente la tecnología, ni el papel cultural tan crucial que juega hoy en día en prácticamente todas las áreas del conocimiento.
De todas las conferencias que se organizaron, ninguna trató directamente el tema de la cultura digital. Aunque se coló entre las charlas de algunos encuentros, en el programa no hubo un solo lugar en el que fuera protagonista. Puede que eso haya sido algo que los organizadores hicieron deliberadamente, pues el festival tiene un aire de nostalgia que con seguridad no es un accidente y que le hace juego al escenario de Cartagena. Pero la ausencia casi total de la tecnología y la cultura digital es dolorosa para quienes somos sus amantes y profundiza el océano que divide a las generaciones jóvenes de las mayores.
¿Por qué no tener una charla que trate los efectos de la tecnología sobre las artes clásicas como la música, la literatura y el cine? Podría ser un éxito una conversación sobre cómo las redes sociales están acercando a las personas hasta el punto en que ayudan a tumbar dictaduras, crear superestrellas musicales y cambiar el voto de los políticos que hacen las leyes. O un encuentro que aborde los cambios que han vivido el cine, el periodismo y la música gracias a la tecnología. El Hay Festival puede ser el lugar idóneo para que debatan viejos y jóvenes sobre los derechos de autor, una guerra entre generaciones que se viene dando desde hace al menos una década.
Personalmente, creo que Colombia está en mora de entrar al grupo de países que considera a los videojuegos como una forma de arte. El Hay Festival podría hacer por este país lo mismo que hizo el Museo de Arte Moderno de Nueva York por Estados Unidos: ayudar a la gente que no entiende bien la magia detrás de los videojuegos a comprender por qué, para millones de individuos, son un escape y un estimulante muy similar al que se encuentra en los libros, la música y las pinturas.
Ni para avisar
Supongamos que estos temas del siglo XXI no son de interés para Peter Florence y los demás organizadores del Hay Festival. Si se asume que la prioridad es crear un espacio en Colombia donde la literatura, la música y el cine son protagonistas intocables –cosa que es apenas lógica al leer el programa–, la cultura digital y la tecnología de todas maneras deberían estar presentes, aunque sea en un rol logístico y como instrumento para impulsar las conversaciones entre conferencistas y asistentes.
Al final de varias conferencias hubo un espacio para preguntas del público, pero solamente quienes estaban sentados en platea o en los balcones del primer piso del teatro Adolfo Mejía (antiguo teatro Heredia) tenían la palabra. La razón fue que el micrófono solo estaba disponible en esos sectores. En consecuencia, los demás asistentes simplemente no pudieron hacer parte de la conversación. Para rematar, quienes tenían el privilegio de hacer preguntas en ocasiones intervenían de manera torpe o extensa, y sus inquietudes eran muy personales y de poco interés para el resto del público.
Para mejorar la discusión, basta con crear un hashtag en Twitter para cada conferencia. Aunque los micrófonos eran escasos, en el auditorio abundaban los BlackBerry, iPhones, Androids y iPads. Prácticamente todo el público estaba conectado a Internet, ¿entonces por qué no interactuar con los asistentes de ese modo? Sería mucho más democrático y les permitiría a los moderadores elegir las mejores preguntas, las que más impulsen una buena conversación. El Hay Festival ya está haciendo algo así en su página web, pero apalancarse en Twitter le agregaría un dinamismo en tiempo real del que por ahora carece.
Otro lunar en la logística fueron las cancelaciones y cambios de algunas funciones. Durante mi paso por Cartagena, dos eventos fueron cambiados de hora y lugar y uno fue cancelado. A los organizadores no se les ocurrió usar la base de datos que tienen para enviarles un mensaje a los asistentes y alertarlos de los cambios de último minuto. El resultado, que pudo haber sido evitado con un uso básico de la tecnología, fueron docenas de personas molestas y unas que incluso tuvieron que pagar una noche adicional de hotel sin motivo alguno.
Ya finalizó el Hay Festival 2013 en Cartagena, así que por este año no hay nada que hacer. Pero ojalá en 2014 los organizadores tomen en cuenta las apasionantes e importantes temáticas que puede aportar la cultura digital. Por otro lado, está bien si consideran que esas conversaciones tienen su lugar en otro espacio y no en el Hay Festival, pero eso no debe llevar a que dejen de usar a la tecnología como aliado para mejorar este hermoso evento.
Pero hay fufurufas.
Hey yu mai frend quieres fucki fucki
Esas en todos lados las hay, hasta pasan por las afueras de tu casa. Pero van tan bien vestidas, que ni lo puedes notar…
Pero hay fufurufas.
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Esas en todos lados las hay, hasta pasan por las afueras de tu casa. Pero van tan bien vestidas, que ni lo puedes notar…
Excelentes comentarios, ojala y lo tuvieran en cuenta el proximo año.
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Gran articulo, muy completo y aunque subjetivo desde la perspectiva de la comunidad geek, logra dar un llamado de atención a los organizadores de este evento.
Gran articulo, muy completo y aunque subjetivo desde la perspectiva de la comunidad geek, logra dar un llamado de atención a los organizadores de este evento.
O qué tal una exposición sobre la resignificación de la mitología griega a partir de la aparición de Kratos (God of War).
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