Seis segundos de fama: el camino de Vine a la gloria (o al fracaso)

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Vine podría ser el próximo 'boom' de las redes sociales. Foto: ENTER.CO.
Vine podría tener un futuro brillante. Va por buen camino, pero aun le falta hacer ciertos ajustes para convertirse en el producto ganador que podría ser.

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Vine podría ser el próximo 'boom' de las redes sociales. Foto: ENTER.CO.

Justo cuando Instagram comenzaba a perder su encanto, llegó Vine. El servicio de videos de Twitter, que permite subir videos de máximo seis segundos, es la nueva ‘niña consentida’ de internet. Desde su anuncio oficial el 24 de enero tiene a todos los medios hablando de él, y a muchos usuarios utilizándolo y explorando sus posibilidades. Su lanzamiento siguió el libreto escrito por otros fenómenos sociales de la red que hoy son omnipresentes, como Instagram, o –cómo no– el propio Twitter. ¿Por qué la gente lo ama tanto? ¿A dónde podría llegar? ¿Qué podría dañar su camino a la gloria?

Juego de niños

¿Cómo debe ser una aplicación para tener oportunidades de ser exitosa? Algunos dicen que debe ser móvil, social y local. Otros aseguran que debe ser posible explicarla en tres palabras o menos. También se dice por ahí que la regla de oro es que la app haga una sola cosa, pero que la haga bien: ‘keep it simple‘, como dicen en Estados Unidos. Los creadores de Vine se aprendieron el manual de memoria.

Por ahora la aplicación solo está disponible para iOS. Aunque Vine ha dicho que prepara su lanzamiento para otras plataformas, el mensaje está claro: que nadie sueñe en usarla en un PC de escritorio. Se trata de una herramienta que está pensada para móviles, que da lo mejor de sí en esos dispositivos y que crecerá y se hará relevante –si lo logra– en ese formato.

El hecho de que sea móvil revela la intención que tenían sus desarrolladores: que acompañe a sus usuarios donde quiera que vayan.  Los momentos memorables no avisan, no envían alertas ni tienen horario. Simplemente ocurren, y lo mejor es estar preparado para ellos. Unos pocos ‘taps’ y la evidencia visual quedará disponible para todo el mundo. O al menos, para todos los usuarios de Vine.

Su función se explica con tres palabras: hacer videos cortos. Una sola tarea llevada a cabo a la perfección. Sin frustración, sin misterios y sin demoras. Subir material no tiene ninguna ciencia –buscarlo es otra historia, por desgracia–. Apuntas, disparas y ya está. No hay que vérselas con ningún programa de edición, ni con alguna otra herramienta compleja. Cualquiera que haya usado una pantalla táctil puede hacerlo.

En otras palabras: Vine hace que publicar videos sea un juego de niños. Me gusta que a mi hijo le guste Vine, me contó una compañera de trabajo. El pequeño tiene tres años y medio.

 

Compartir es vivir

Sin embargo, esa solo la mitad del secreto. La otra mitad está en el hecho de que se trata de una app profundamente social. Está totalmente conectada con Twitter: los videos se pueden difundir a través de los perfiles de los usuarios, y la mejor forma de crear una cuenta y encontrar otros usuarios es enlazando la red social del pájaro. Si el usuario quiere que el mundo vea sus ocurrencias, es cuestión de tuitearlas.

Esto permite que Vine aproveche lo que Twitter mejor hace, difundir contenido. La esperanza es que el servicio de los 140 caracteres haga por los vídeos lo mismo que hace por todos los demás productores de contenido web del mundo: llevar sus links a todas partes a una velocidad que ningún otro vehículo puede lograr. Pareciera que Twitter se cansó de trabajar para otros. Si la red del pajarito ha sido vital para que los demás hagan negocio con el contenido, ya es tiempo de que parte de ese dinero se quede en casa.

En líneas generales, este es el mismo camino que recorrió Instagram desde su creación hasta que Facebook lo compró en unos 1.000 millones de dólares. Nació exclusivamente en iOS como una red social móvil que hacía una sola cosa, pero la hacía bien. Se apalancó en Twitter para hacerse popular y consiguió un comprador gigante. Vine puede hacerlo más rápido: internet es mucho más grande y dinámico hoy que hace dos años.

Creatividad al por mayor

Los tuiteros avezados saben bien que los límites disparan la creatividad. Y los seis segundos de Vine son el equivalente de los 140 caracteres de Twitter: fuerzan al usuario a ser conciso, a encontrar maneras más breves de decir o mostrar las cosas y a apreciar cada letra, cada toma, cada imagen.

Una vocera de Twitter le contó a ENTER.CO que “el equipo de Vine probó varias duraciones de video, de cuatro a 10 segundos. Encontró que seis segundos era la duración ideal, tanto del lado de la producción como del lado del consumo“.

Parte de la decisión era técnica. Los vídeos no podían ser demasiado largos como para que fuera difícil cargarlos, ni demasiado cortos como para que la gente se desanimara. Ambas cosas arruinarían la experiencia de usuario. Por fortuna, Vine encontró un equilibrio; y los usuarios se están dando cuenta de ello.

En estas dos semanas ya hemos visto los primeros indicios de lo que podríamos llamar ‘el lenguaje Vine’: Videos de gatos y de animales, ‘stop motion’, recetas ultrarrápidas, animaciones hechas en casa, gente haciendo bobadas, intentos de documental de seis segundos.

 

 

Aunque la gente usa el servicio básicamente como le da la gana y no hay convenciones no escritas de uso como en Instagram –fotografiarás todos los desayunos, viajes y atardeceres de tu vida–, ya se comienzan a ver los primeros clichés:

Instagram vs. Vine
Animación: Willa.me

Pero los usuarios no son los únicos que encontraron en Vine un campo de juegos. Siguiendo la tradición de Twitter, el servicio de videos también ha sido remezclado y ‘engallado’ por desarrolladores, que han mostrado algunas herramientas realmente interesantes.

Vinepeek, por ejemplo, muestra una sucesión infinita de videos de Vine, uno tras otro. Vineroulette hace algo parecido al infame Chatroulette, pero sin el porno: muestra videos al azar con sus respectivos tweets. Y esas son solo dos entre las decenas de ‘gadgets’ para Vine que hemos visto en estos días.

Por supuesto, a Vine le conviene –como le convino a Twitter en su momento– que haya mucha gente jugando con su API y creando herramientas. Esperemos que no se le ocurra cerrar la puerta si se hace popular –como hizo Twitter hace poco–.

La paja y el trigo

Porno en Vine
Así se ven las búsquedas de #Vine y #Vineporn. Imagen: ENTER.CO.

Sin embargo, una sesión en cualquiera de esas herramientas pone de manifiesto que el talento audiovisual no está distribuido de forma equitativa. Al lado del video brillante e inspirador encontramos la toma horrible, granulada y aburrida de alguien que desconoce que las cámaras de celular necesitan buena luz para hacer su trabajo.

Esto, por supuesto, es consecuencia de la fiebre por compartirlo todo que campea en internet. ¿No están aburridos de quienes tuitean que se están cortando las uñas? ¿O de las fotos de los bebés recién nacidos comiéndose los mocos, rascándose los ojos, durmiendo de medio lado, durmiendo boca arriba y despertándose de mal genio (una después de la otra)? Prepárense: en Vine veremos mucho más de eso. Y en video.

Si la herramienta está al alcance de las masas, separar la paja del trigo va a ser difícil. Y los motivos estéticos no son un problema. Al final, se podría esperar que Vine sufra la evolución darwiniana que hemos visto en otras redes sociales: los usuarios que mejor se adapten y mejor contenido generen se harán populares, mientras que el resto de nosotros, los imberbes audiovisuales, quedaremos relegados al auditorio.

La escaramuza que ciertos medios estadounidenses armaron la semana pasada por el porno en Vine muestra que el tema es más serio. El servicio nos contó que aun experimenta con medidas efectivas para filtrar el contenido sin que se dañe la experiencia de usuario: “estamos experimentando con varias aproximaciones, y seguiremos implementándolas“, nos dijo la vocera de Twitter. Pero hasta ahora, el resultado no ha sido totalmente efectivo. El porno sigue por ahí en Vine, al alcance de quien lo quiera. Tal vez ya no les aparece en el home a todos los usuarios, pero quien lo busque lo encontrará.

Instagram es bastante más estricto con la desnudez. Testimonios publicados en internet dan cuenta de que el servicio de fotos es ágil para bloquear pornografía. Tiene sentido: Facebook cuenta con un ejército de jóvenes subcontratados en el Tercer Mundo, cuyo trabajo es evaluar si los contenidos reportados por los usuarios son dignos o no de estar en la red social. Si ya existe la infraestructura, es de suponer que Instagram la usa.

En Twitter, en cambio, no existe esa cultura de la censura. El servicio se vanagloria de ser la tribuna de libre expresión que es casi siempre –no siempre–. Recordemos su papel para canalizar las voces ciudadanas que han tumbado varios gobiernos tiránicos, y sus esfuerzos por evitar los bloqueos de contenidos o minimizar sus efectos.

¿Sobrevivirá esa actitud cuando Vine sea un servicio más masivo y, sobre todo, más apetecido por la publicidad?

La danza de los millones

Twitter tiene una muy buena razón para que Vine ‘se porte bien’ y se mantenga alejado de la polémica: su potencial publicitario es enorme. Con solo dos semanas al aire, ya son decenas las marcas que han experimentado con los videos de seis segundos. El hecho de que el Super Bowl, el evento publicitario más importante del año en Estados Unidos, haya ocurrido tan cerca del lanzamiento, le dio impulso a esa tendencia.

Si eso ocurre en este momento, cuando el producto está apenas en una etapa inicial, la gente de publicidad en Twitter debe estar frotándose las manos. Las posibilidades son gigantescas: el servicio podría reunir lo mejor de la publicidad social que hoy conocemos, meterle video y explotar de formas inéditas, dejando en el proceso millones de dólares en los bolsillos de Twitter.

Podría asegurar que esa es la razón por la que Twitter compró Vine. Las redes sociales eran todo risas y diversión hasta que llegó el negocio. Hoy, lo que no da dinero no tiene futuro; menos cuando Facebook ya está en bolsa y Twitter se prepara para entrar a ella. El capital de riesgo con el que estas empresas financian su crecimiento no llega por la caridad de los inversionistas, sino que espera ser multiplicado gracias la capacidad de las redes sociales de convertir a sus usuarios en utilidades. Vine va a entrar a ese juego, y tiene la posibilidad de jugarlo de forma brillante.

Para ello, necesita ser un producto atractivo. Eso no solo incluye tener la capacidad de atraer usuarios y viralizar contenidos de forma efectiva, sino también de jugar con las reglas del ‘mainstream’ estadounidense. Y eso significa: no sexo, poca violencia y algo de censura.

¿También significará, como en el caso de Instagram, que Vine se vuelva agresivo con sus usuarios? 

Los retos

El servicio ya hizo la mitad de la tarea. Solucionó el problema de compartir videos de forma transparente, rápida y sin tropiezos. Ya había otras apps de videos –o GIF– sociales, como Viddy o Cinemagr.am, pero Vine sobresale por dos razones: es la única que es realmente fácil de usar, y es la única que va en hombros de un gigante de las redes sociales. Los resultados son evidentes: según PeerIndex –un servicio de métricas de redes sociales–, Vine logró en una semana tantos tuits relacionados como Cinemagram, que está en el mercado desde hace casi un año.

Así pues, el enorme potencial de Vine radica en su simplicidad. Pero para explotarlo, debe hacer varias cosas. La primera es no dormirse en los laureles y mejorar su producto. Aunque la parte central, que es capturar y publicar videos, funciona muy bien, la navegación y la búsqueda de los contenidos de otros usuarios es tortuosa. El look podría tener pequeños ajustes para ser más atractivo; a veces parece que la interfaz estuviera en obra gris. Además, los usuarios de Android, Windows Phone y BlackBerry también la estamos esperando.

La segunda es la más importante: servir a dos señores. En primer lugar, a Don Dinero: si Vine tiene el potencial de generar millones de dólares en utilidades, lo más probable es que Twitter mueva cielo y tierra para que sea así. En segundo lugar, a sus usuarios. No va a poder abusar de ellos y deberá darles un producto cada vez mejor, que les permita disfrutar de la app sin restricciones. No puede ser de otra manera: lo primero será, en gran medida, consecuencia de lo segundo.

Vine podría tener mucho más que seis segundos de gloria. Dependerá de que logre hacer todo esto.

José Luis Peñarredonda

José Luis Peñarredonda

Un día me preguntaron sobre mis intereses y no supe por dónde empezar. Decidí entonces ponerlos en orden y dibujé un diagrama de Venn para agruparlos a todos: Internet, cine, periodismo, literatura, narración, música, ciencia, fotografía, diseño, política, escritura, filosofía, creatividad... Me di cuenta de que en toda la mitad de ese diagrama, en el punto en el que todos estos círculos confluyen, está la tecnología. Eso me llevó a ENTER.CO. Estudié Periodismo y Filosofía en la U. del Rosario. PGP: http://bit.ly/1Us3JoT

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