Todas las citas de tecnología son, al final, citas con el futuro. En SXSW esto era celebrado deliberada y conscientemente. El tema era el mismo –explícita o implícitamente– en cada charla, en cada esquina del Centro de Convenciones de Austin, casi en cada asado con barra libre de los cientos que hubo en esa ciudad la semana pasada: ¿Para donde vamos? ¿Cuál es el futuro que la tecnología nos está ayudando a construir?
La siguiente es la lista de algunas de las respuestas más intrigantes que pudimos encontrar en el festival.
La revolución de la interacción hombre-máquina
La forma en la que interactuaremos con las máquinas está a punto de cambiar para siempre. El principal lazo que tienen casi todos los gadgets –menos Ouya, que de hecho propone regresar a un escenario de uso más tradicional– que vimos en SXSW es que buscan cambiar la relación entre las personas y el hardware+software.
Repasemos los gadgets que generaron noticias en el festival. Leap Motion está en camino de lograr que dejemos de necesitar gadgets como ratones o teclados para interactuar con los computadores, pues detecta el movimiento de los diez dedos de las dos manos. El proyecto a largo plazo de Oculus VR, creadora del Rift, es similar: desarrollar tecnología que permita no solo jugar, sino tener una experiencia completa –es decir, con los cinco sentidos– de inmersión en mundos virtuales sin que haya otro hardware, como un gamepad o un joystick, que medie en la experiencia. Google Glass quiere, por su parte, eliminar la noción de pantalla: su objetivo es integrar la información de Google Now y otras aplicaciones con la experiencia cotidiana del usuario.
¿Qué tienen en común? Que su objetivo es ‘humanizar’ la tecnología: hacer que las personas no tengamos que adaptarnos a ella, sino que ella se adapte a nuestra anatomía, nuestra psicología y nuestra forma de hacer cosas. El mantra podría ser este –cortesía de Michael Buckwald, cofundador de Leap Motion–: “La gente no va a aprender otro lenguaje para usar un computador“.
Cabe notar que casi todos estos desarrollos de hardware están siendo inventados por ‘outsiders’ y financiados con ayuda de las masas. Con la notable excepción de Google Glass, la historia de los gadgets que más futuro tienen hoy es la misma: un don nadie, que no está afiliado con ninguna corporación y solo cuenta con mucho conocimiento técnico, decide que al mundo le hace falta un gadget revolucionario y que es posible construirlo. Para eso arma un equipo, crea una empresa, acude a Kickstarter o al capital de riesgo y consigue millones de dólares para convertir su idea en un producto.
Podríamos hablar de una primera generación de gadgets independientes que cumplen a grandes rasgos con este libreto y que están en etapas similares de desarrollo de producto: tanto Oculus Rift, como Ouya y Leap Motion, han transitado por todas esas etapas de forma más o menos simultánea; y hoy están solucionando la pesadilla logística de despachar millones de unidades para salir finalmente al mercado en los próximos meses.
Esto es posible gracias a que la capacidad de procesamiento, el tamaño y el costo ya no son temas críticos, pues todo eso quedó solucionado con la revolución móvil: la demanda global por smartphones y tabletas creó una demanda global por componentes superpoderosos y muy pequeños, lo que los hizo muy baratos.
Para que este proyecto culmine aun faltan varias cosas, y existe la posibilidad de que uno o varios de estos gadgets se queden a medio camino. Pero si eso ocurriera no sería por culpa del hardware. Todos estos proyectos dependen de que los desarrolladores los adopten, los comprendan y creen cosas atractivas para ellos. Los ‘fierros’ ya hicieron sus jugadas; la pelota está –de nuevo– en el lado del software.
El contenido social domina y dominará internet
Por si alguien aun no se había dado cuenta, SXSW dejó clarísimo que el márketing y las redes sociales están en medio de un feliz matrimonio. Los usuarios tienen una relación mucho más personal con la red 2.0 que la que tienen con la TV, la radio o incluso la web tradicional; la usan en espacios mucho más privados y les genera mucho mayor confianza que esos otros medios.
Además, pudimos ver que ‘big data’ se metió a este campo. Se ha avanzado mucho en el último año en medir la respuesta de los usuarios y la efectividad de las campañas en redes sociales, lo que permite todo tipo de análisis, comparaciones y modelos predictivos. De hecho, parece que esa es la próxima ‘mina de oro’ –o de humo, probablemente– del mundo digital: si uno le preguntaba a qué se dedicaba al que se sentaba al lado en una conferencia, o al que estaba delante de la fila en la puerta de un bar, lo mas probable es que respondiera que a las “social analytics” (métricas sociales).
Ambas cosas configuran el escenario soñado de cualquier ‘marketero’. Un lugar al que los consumidores acuden desprevenidos, al que les gusta asistir y en el que pasan cada vez más tiempo, que no riñe con otros espacios de consumo de contenidos –la gente ama tuitear mientras lee noticias o ve televisión por la noche–, y que además es medible y verificable completamente y al segundo. Eso augura un largo matrimonio entre el mercadeo y las redes sociales; es que están hechos el uno para las otras.
Los memes y los GIF, las otras grandes monedas de cambio de la web social, también estuvieron presentes en el festival. Uno de los páneles más populares discutió el resurgimiento de los GIF gracias a una combinación de accidente y ‘cancha’ en internet, y quizás el personaje del festival fue el gato gruñón (‘grumpy cat’), protagonista del meme del mismo nombre: Mashable lo trajo y lo puso en una carpa para que la gente se tomara fotos con él. La fila le daba la vuelta a la manzana dos veces (por eso no lo pude ver).
Quizás el próximo año tengamos que decir que ‘los memes y los GIF son tan de 2013…’, pero seguro serán reemplazados por otra moda que se difunda de la misma manera: por medio de links e imágenes que viajan a través de Twitter y Facebook.
Las peleas de siempre seguirán estando ahí
Lástima que no todo tienda a mejorar. La exhibición de varias películas sobre el tema de la piratería y los derechos de autor puso sobre la mesa la vieja pelea entre internet y la industria de contenidos. A pesar de toda el agua que ha pasado debajo del puente desde el cierre de Napster en 2002, no hay mucho entusiasmo por parte de quienes están en la primera línea en el ejército de la red.
“Si los músicos tienen que seguir firmando contratos, estamos jodidos“. “La industria [del cine] no ha aprendido nada“. “Hasta ahora estamos llegando a un modelo económico que sustente y haga posible” un modelo como el de Napster. “La industria ‘mainstream’ de medios no le da a nuestra generación una manera de consumir las películas de la forma en la que queremos consumirlas“. No son arengas de tuiteros enfadados, ni extractos de algún video de Anonymous. Son todas ellas palabras de jugadores muy importantes, como activistas de primer nivel, realizadores de cine o incluso empresarios que hoy están en el negocio de la música en línea.
La otra bandera roja que algunos levantaron en SXSW fue la de la privacidad en internet, que –según dicen– está en riesgo hoy más que nunca. Alan Gardner, fundador de una pequeña compañía llamada Behavio, nos hizo caer en cuenta de que los sensores de los celulares pueden obtener más de 20 tipos de datos diferentes sobre nosotros: desde nuestra ubicación y movimientos (con GPS) hasta la temperatura (sí, algunos smartphones tienen termómetros) y el ruido del ambiente (con el micrófono), pasando por las personas que están nuestro alrededor (por medio de Bluetooth). Pueden dar pistas sobre –por ejemplo– qué lugares visitan los usuarios, qué actividades está haciendo y con quiénes están a su alrededor.
Gardner dice que, antes de salir al mercado, la herramienta de Behavio fue usada como una herramienta de investigación para averiguar cómo las personas de una comunidad construían y mantenían relaciones entre sí: con la información del teléfono era posible saber dónde estaban, qué hacían y con quién se reunían las personas que estaban siendo estudiadas. También añade que Behavio “no arroja ningún dato legible para los seres humanos“; pero eso no minimiza el potencial que tiene esta herramienta para monitorear a los usuarios incluso cuando no quieren ser observados: las cifras siempre se pueden traducir.
Ese es el temor que comparten otros activistas que pudimos escuchar en SXSW. Harlo Holmes trabaja en Guardian Project, un proyecto que busca analizar qué tanto respetan la privacidad de sus usuarios las apps de comunicación más populares, y estuvo en un panel. Holmes dice que todos estos servicios aprovechan esa posibilidad técnica para vender publicidad. “Ellos saben exactamente lo que quiero“, y –según afirma– eso nos pone en riesgo frente a posibles interesados en espiarnos, como autoridades abusivas o empleadores mal intencionados.
“Pueden pasar cosas malas: los servicios pueden darle permiso a alguien de acceder a la puerta de atrás, lo que equivale a ponerle toda nuestra información en sus manos“, aseguró. Además, parece que todos los jugadores del ecosistema digital están recopilando nuestros datos, aun cuando no tendrían una razón aparente para hacerlo. “¿Por qué Angry Birds quiere tener acceso a mi libreta telefónica?“, preguntó.
Los dejamos con una galería para revivir tantos buenos momentos.
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sera interesante
Nomino al Charrito Negro y Giovanny Ayala……porque así es que se canta hijuepucha!!
esta muy interesante
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ola soy aguila
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