La década de los cincuenta en los Estados Unidos se recuerda por el macartismo, un período en el que fueron investigados artistas, escritores y activistas de los derechos civiles por sus nexos con el comunismo y su oposición al gobierno. El Comité del Senado para el control de las actividades antinorteamericanas creado por el senador Joseph Raymond McCarthy se encargaba de esta tarea. ¿Esta época pudo haberse revivido con los ataques a las Torres Gemelas que se llevó a cabo el 11 de septiembre de 2001?
Una de las revelaciones más importantes de Edward Snowden fue publicada recientemente por la revista electrónica The Intercept. En el reportaje realizado por Gleen Greenwald y Murtaza Hussain se afirma que la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés) y el FBI espiaron a musulmanes estadounidenses, incluyendo abogados, académicos, activistas por los derechos humanos y candidatos políticos, con el respaldo de la Ley de Vigilancia de Inteligencia Exterior (FISA, por sus siglas en inglés).
Los musulmanes más notorios que fueron espiados por la NSA son Faisal Gill, uno de los consejeros durante la presidencia de George W. Bush en el Departamento de Seguridad Interna, Agha Saeed, un activista de los derechos humanos que fue un profesor de ciencias políticas de la Universidad Estatal de California, Nihad Awad, el director ejecutivo del Consejo de Relaciones Islámico Estadounidenses, Asim Ghafoor, un abogado que representaba a clientes en casos relacionados con el terrorismo y Hooshang Amirahmadi, un profesor de la Universidad de Rutgers. Todas estas personas negaron estar involucradas en terrorismo o espionaje, como señaló el reportaje.
Después de los ataques a las torres gemelas, entre los años 2002 y 2008 se realizó un seguimiento a más de 7.000 direcciones de correo electrónico. Dentro de éstas, 202 pertenecían a ciudadanos norteamericanos, mientras que en las otras 5501 la nacionalidad estaba marcada como ‘desconocida’ o este campo había sido dejado en blanco.
El diario Business Insider publicó el comunicado realizado por la Presidencia de los Estados Unidos en el que se afirma lo siguiente: “A diferencia de otras naciones, los Estados Unidos no han monitoreado las comunicaciones de nadie con el fin de suprimir las críticas o poner a las personas en desventaja basados en su raza, género, orientación sexual o religión”.
Como informó The Verge, de acuerdo a la ley FISA, el gobierno de Estados Unidos debe mostrar a la Corte de Vigilancia de Inteligencia Exterior que considera que los norteamericanos son al mismo tiempo agentes de organizaciones terroristas y pueden o podrían estar vinculados con actividades de espionaje, sabotaje o terrorismo.
Bajo esta legislación, el gobierno puede renovar su autorización para investigar a los ciudadanos cada 90 días. Las revelaciones de Snowden señalaron que se había aprobado continuar con la vigilancia después de este tiempo, sugiriendo que algunos de los individuos señalados habían sido monitoreados ilegalmente. Tanto la NSA como la CIA resaltaron, en un comunicado oficial, que la vigilancia siempre ha sido conducida con cuidado, excepto en circunstancias especiales.
No son claras las razones por las que el gobierno de Estados Unidos señaló a los cinco musulmanes. Asim Ghafoor, uno de los norteamericanos espiados cree que él fue seguido por sus creencias religiosas y su cultura. Ghafoor dijo: “Yo creo que ellos me siguieron porque mi nombre es Asim Abdur Rahman Ghafoor, mis padres son de India, yo viajé a Arabia Saudí cuando era joven y realicé la peregrinación.”
Greenwald comparó las actitudes hacia los musulmanes con la histeria anticomunista del macartismo y señaló que el prejuicio hacia éstos por parte del Gobierno era obvio en los archivos proporcionados por Snowden.
Imagen: Ivan David Gomez Arce (vía Flickr).