Apple Watch: primeras impresiones

El Apple Watch ofrece, básicamente, lo mismo que el Moto 360, el Huawei Watch, el LG G Watch y muchos otros relojes inteligentes. Y al mismo tiempo, es algo completamente diferente de todos ellos.

Por fuera, es otro dispositivo de Apple. La caja es una bonita pieza de metal, bastante redondeada y orgánica. El acople entre el metal y el cristal de la pantalla es imperceptible al tacto. Sus botones se sienten bien y funcionan bien. Los acabados son sólidos, pero al mismo tiempo, discretos: muestra de la escuela de diseño de Jony Ive. La versión Sport, de aluminio, es mucho mas liviana que la Urbane, de acero. Ninguna lo es más que el Moto 360.

Los pulsos están bien. El de plástico es ergonómico, pero un poco incómodo para la piel, pues no la deja respirar. El de cuero es mucho más rígido, pero es más orgánico y la piel lo resiente menos: quizás sea uno mejor para el uso continuado. Aunque tanto las cajas como los pulsos están bien en general, tampoco se sienten como algo demasiado diferente al resto de relojes inteligentes: incluso, se calienta un poco de más cuando sale del cargador.

Pero esto, con algunos matices aquí y allá, es lo que que se puede decir de todos los otros relojes inteligentes. Las diferencias están, por un lado, en la pantalla, y por el otro, en la navegación. La pantalla del Apple Watch es mucho mejor que la de los demás dispositivos similares. Sus ángulos de visión y su nitidez son bastante superiores, y el cristal disminuye los reflejos de la luz. Su respuesta táctil está muy bien, y el reloj, hasta donde lo pudimos probar, respondió a las órdenes muy rápidamente.

Da la impresión de que el Apple Watch es un experimento

La navegación es completamente diferente. Más compleja, pero al mismo tiempo, más poderosa. Tiene tres métodos diferentes de entrada: la corona –que también es un botón–, el botón y la pantalla. Cada uno de ellos tiene diferentes funciones, y la pantalla de hecho tiene varias: deslizar no es lo mismo que dar un toque, ni que hacer un ‘force touch’, la nueva función que reconoce la presión del tacto para ejecutar una instrucción diferente. Parece demasiado para una pantalla tan pequeña; pero esta cantidad de opciones es lo que mejor revela la ambición de Apple con su reloj.

El Apple Watch puede hacer muchísimas cosas; desde medir el pulso cardíaco hasta enviar dibujos. Con las apps, que están llegando por miles, podrá hacer hacer muchas más. Si sumamos las notificaciones del teléfono– que se supone que es su función principal–, tenemos un equipo que puede servir para muchísimas tareas. El problema es la manera en la que las involucra a todas ellas, y lo que tiene que tener para poder hacer cada una.

La corona sirve para navegar y hacer ’scrolling’. Los botones, para seleccionar y navegar a ciertos lugares. La pantalla, lo mismo. Cada uno de ellos funciona bien y tiene su encanto. El ‘force touch’ es muy intuitivo, y la corona tiene la simplicidad adictiva de todos los buenos juguetes. Pero juntos parecen demasiado complicados, y algunos son redundantes entre sí. Aprender a usarlos todos requiere de cierta curva de aprendizaje y, por eso, sospecho que muchos usuarios se quedarán sin descubrir todas las funciones de su reloj.

Esa es la diferencia principal entre el Apple Watch y los que usan Android Wear. El robot verde le apuesta a ser oportuno, a mostrar las notificaciones correctas cuando el usuario lo necesita (que lo logre es otra cosa, como hemos visto varias veces). El reloj de Apple, en cambio, le apunta a ser poderoso, a ser una navaja suiza.

El dilema está en que ser oportuno es demasiado difícil: la tecnología no ha logrado un nivel de inteligencia como para que los aparatos tengan esa delicadeza, esa sensibilidad social. Y ser poderoso es complejo: hay que ofrecer demasiadas herramientas, y eso puede ser contraproducente en un reloj, una herramienta que normalmente funciona sin que haya que tocarla.

Además, habrá que ver cómo se integra todo eso en la vida de las personas. Habrá que ver si cada función es útil, o si las redundancias y las complicaciones terminan reduciendo al desuso a algunos de ellos. En ese sentido, da la impresión de que el Apple Watch es un experimento y de que mucha gente está dispuesta a pagar cientos o miles de dólares por ser un conejillo de indias.

Imágenes: ENTER.CO.