“qwertyuiop”. Cuenta la leyenda que ese fue el texto del primer mensaje de correo electrónico de la historia, que Raymond Samuel Tomlinson envió entre dos computadores conectados por ARPANet, la red precursora de Internet, en junio de 1971 (se dice que fue el 8 de junio, pero algunas fuentes dicen que septiembre o incluso que ocurrió en 1972).
Los dos equipos, ‘poderosas’ máquinas DEC-10, estaban uno al lado del otro, pero la magia estaba allí: el mensaje había ‘pasado de un computador a otro’, y este sistema se adoptó rápidamente por toda ARPANet, y luego por Internet. Así, nacía una de las formas de comunicación entre personas más importantes de la humanidad, que durante muchos años fue la más popular de Internet, hasta la popularización de la Web a mediados de los años 90.
Hace 40 años, con ese mensaje de Ray Tomlinson, la historia de la correspondencia experimentó una gran transformación, pues los tiempos en los que una carta de un país a otro tardaba en llegar semanas o meses quedaron en el pasado. Con la popularización del e-mail, la mayoría de los 2.000 millones de usuarios de Internet en el mundo tiene el correo como una de sus principales aplicaciones, junto a la Web. Estimaciones de firmas como Radicati Group –que no necesariamente son precisas– señalan que el número de mensajes de correo que se envían cada día supera los 300.000 millones, y cada segundo, casi 3 millones, lo que muestra la importancia del correo en la vida de millones de personas y organizaciones (aunque un alto porcentaje corresponda a spam y phishing).
Tomlinson no solo es reconocido por la invención del correo –obviamente, con un equipo de trabajo a su cargo–, sino también de la popular arroba, que usó para separar el nombre del usuario del nombre de la máquina (y hoy, del proveedor de Internet o del servicio de correo). Por estos logros, ha obtenido numerosos reconocimientos, el más destacado de ellos, el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2009, compartido con el ‘padre’ de la telefonía móvil, Martin Cooper.
Los precursores.
Pero en realidad el concepto del correo electrónico o remoto tiene una historia mucho más antigua que Internet y ARPANet, pues el hombre desde mucho antes quiso aprovechar sus medios disponibles para emular el correo físico. Así, el telégrafo, con su clave morse, surgió a mediados del siglo XIX y hacia 1939 se logró enviar, desde una máquina IBM, una carta de San Francisco a Nueva York durante la Feria Mundial de Nueva York. Las ‘teleprinters’ fueron un arma alemana durante la Segunda Guerra Mundial, fueron populares hasta los años 60, cuando surgió el telex o teletipo.
Ya en 1961, durante una demostración del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), se realizó una muestra de un sistema que permitía ingresar a un IBM 7094 a varios usuarios desde diferentes equipos remotos, creando así una nueva forma de compartir información. Eso hizo posible que en 1965 comenzara a utilizarse este sistema de mensajes en un equipo de tiempo compartido. Sin embargo, fue la tecnología de Tomlinson, estrenada con ese mensaje hace 40 años, la que dio paso a una nueva era de las comunicaciones.
¿Sobrevivirá?
Cuando aparece un nuevo medio o una nueva herramienta, los ‘falsos profetas’ declaran la muerte de una existente. Así ha ocurrido con la radio (tras la aparición de la TV) y con numerosas tecnologías, y el correo electrónico no ha sido la excepción. Cuando se popularizó la Web, y con ella, los chats, y luego las aplicaciones de mensajería instantánea como ICQ y Messenger, se llegó a decir que el correo pasaría a un segundo plano, pero se mantuvo gracias a que no solo ofrece la inmediatez de esos medios, sino también la posibilidad de archivar y administrar los mensajes y los contactos.
Las redes sociales también han sido vistas como una amenaza para el correo, y por ello hace poco se creyó que el nuevo sistema de mensajería de Facebook eliminaría la necesidad de tener una cuenta de correo, lo cual ha estado alejado de la realidad.
Tal vez el intento más explícito por ir más allá del correo electrónico ha sido Google Wave, un gran avance tecnológico de Google pero un fiasco en cuanto a su adopción, al punto que en poco tiempo Google debió cancelar el proyecto y cederlo a un tercero.
La motivación de Google Wave era muy válida: el correo electrónico imita el paradigma del correo tradicional, que lleva siglos con la humanidad, mientras que hoy Internet permite combinar los mensajes con la charla en tiempo real, la interactividad, la colaboración, el video y otros formatos y contenidos.
Sin embargo, tal parece que los seres humanos queremos mantener ese paradigma por mucho tiempo más, y lo cierto es que el correo electrónico es un ‘cuarentón’ que goza de buena salud y aún tiene mucho futuro por delante. Su evolución continúa, impulsada por los mayores servicios gratuitos del planeta: Gmail, el más joven y con unos 200 millones de usuarios; Yahoo! Mail, con alrededro de 250 millones, y el líder, Hotmail, del que se estima que se acerca a los 400 millones de usuarios.