Me conecto, luego existo

Para por un segundo y piensa: ¿en dónde estás leyendo esto? ¿Tu computador? ¿Tu teléfono?

Estás frente a una compleja máquina, llena de condensadores y antenas, con la cual te enteras de lo que pasa en el mundo, te comunicas con tus amigos y completas tareas. Lo que empezó como un arreglo de interruptores que calculaban en unos y ceros, es actualmente es la industria más valiosa del mundo. Esto pasa por una sencilla razón: tener estos dispositivos te da poder.

Eso hay que aclararlo: tener smartphone no te va a dar ningún poder sobrehumano, ni te va a investir con alguna clase de magia. Sus procesadores no van a tomar decisiones por ti, al menos por el momento. Al tenerlos no te conviertes en una mejor persona. Lo que de verdad te da un smartphone es acceso; ya el resto lo tienes que hacer tú.

¿Pero acceso a que? En un primer nivel, a la base de información más grande del mundo. También a comunicarte con miles de millones de individuos en tiempo real. Suena como una ventaja asombrosa, pero esta es solo la punta del iceberg.

Se están invirtiendo muchos recursos para conectar a la personas a internet, ya sea con globos, drones o satélites. Esta es la nueva gran meta que persiguen los jugadores más influyentes en el mundo tecnológico, meta que se centra especialmente en los países en desarrollo. ¿Pero por qué hacen esto?

Cuando les das acceso a las personas a este canal de comunicación, los estás incluyendo a una conversación mundial que nunca se detiene, genera nuevas ideas y conocimiento disponible para todos. Por ejemplo: si una tribu se enfrenta a una plaga en sus cultivos, es muy probable que varias personas, repartidas alrededor del mundo, puedan ayudarles a erradicar la plaga y recoger cosechas saludables sin comprometer la integridad de la tierra. Al comunicarse con estas personas en tiempo real, por medios digitales, se evitan los costos de traslado y el tiempo para hacer preguntas no se acaba.

Los dispositivos te dan poder

Estos beneficios no se limitan únicamente a las poblaciones vulnerables. Las personas en las ciudades pueden aprovechar los beneficios de esta gigantesca conversación para mejorar su calidad de vida y alcanzar sus metas. Yo mismo le debo a esto la mayor parte de mi formación profesional. Si bien mis estudios universitarios fueron en ingeniería industrial, en cierto punto de mi carrera decidí aprender a editar video y a producir piezas de contenido que serían consumidas en línea.

Cuando tomé este camino lo hice sin tener el dinero para estudiar cine o producción digital. En su lugar me volqué a las comunidades en la web, aquellas que tenían la misma pasión que yo y estaban dispuestas a compartir sus conocimientos conmigo. En poco tiempo ya producía series animadas y colaboraba con personas de Argentina, España, Brasil y México. Esa experiencia no la habría podido vivir sin haber estado conectado.

https://www.youtube.com/watch?v=fSiDIaab2nY

¿Un cultivo vertical? ¿Un buen café? ¿Tocar el violín? ¿Qué quieres hacer hoy?

Con un gran poder, viene una gran responsabilidad

Seguimos quejándonos, usando un smartphone y las redes sociales, de que las oportunidades están limitadas y de que es culpa de otros que nuestras vidas no den un giro para bien. Ignoramos que la respuesta está, literalmente, en nuestras manos.

Protestemos cuando se pone en riesgo el acceso libre a la información 

Estamos a una conversación de empezar la vida que queremos, pero muchos aún no nos damos cuenta. Por eso quiero que nos molestemos cuando restringen nuestro acceso libre a la información, que protestemos cuando se pone en riesgo la neutralidad de la red y que la usemos para crecer en lo que nos gusta.

Apoyemos los programas de acceso a computadores y smartphones para estudiantes, y exijamos a nuestros políticos que se modernicen las aulas de clase. No hay mejor época para estar vivos, y si hacemos esto bien, la sociedad estará llena de adultos viviendo la vida que sueñan, sin estar a la merced del nivel socioeconómico en el que nacieron.

Imagen: Deep Dream y David Duarte (vía Flickr).