Hay un pasaje en ‘Madame Bovary’, la novela de Gustave Flaubert, en el que la protagonista, Emma, se suicida tomando un veneno para ratas. En él se describe qué pasa en su cuerpo y cómo el veneno la mata lentamente.
“Para hacer ese capítulo, Flaubert tuvo que ir a boticarios para saber cómo envenena el veneno para ratas: cómo estira los músculos, cuáles son los primeros síntomas, y así hasta la asfixia”. La escritora mexicana Mónica Lavín se pregunta qué hubiera hecho el autor si internet hubiera existido antes de 1856, cuando la novela fue publicada.
Seguro –dice– que no se hubiera demorado casi nada: hubiera entrado a Google, buscado algo así como ‘síntomas del envenenamiento con raticida’ y, si hubiera sido riguroso, hasta habría comparado varios de los resultados para tener una información un poco más confiable.
Lavín, quien ha escrito más de 15 libros de cuentos y novelas y ganado varios premios literarios en su país, ofreció una charla el miércoles en el auditorio central de Campus Party México, en la que describió cómo usa la red en su proceso creativo.
Y aunque no dijo nada muy revolucionario en cuanto a los métodos –buscar información, encontrar fotos o contactar expertos o testigos de lo que se está narrando–, sí dejó claro cómo la red se convierte en un instrumento para su trabajo. Lavín usa mapas digitales para conocer los lugares de los que escribe “y hasta ‘caminar’ por sus calles“. En un libro que escribió sobre Sor Juana Inés de la Cruz, pudo conocer estudios históricos sobre la época y la vida del personaje, y así pudo conseguir datos que, de otro modo, hubieran sido casi imposibles.
“A lo mejor el paraíso es el ciberespacio”
Pero –confiesa– no todo está en la red. En una de las escenas de su novela tenía que escribir cómo eran los baños en el convento. Sabía que solo se hacían una vez por semana, que las monjas recibían la ayuda de una esclava, y hasta tenía detalles de cómo se ponía y se quitaba la ropa que las religiosas solían usar. “Pero nadie me pudo decir cómo es la ropa interior de una monja jerónima del siglo XVII“, dijo.
Lavín dice que Jorge Luis Borges, quien decía que “el paraíso es una biblioteca“, habría pensado algo parecido de internet si hubiera estado vivo en esta época: toda la información posible está allí. “A lo mejor, para los que escribimos ahora, el paraíso es el ciberespacio”.
“Internet es el paraíso que aceita la investigación y provee datos específicos”, añade. No solo aliviana la investigación, sino que también abona nuevas ideas y muestra conexiones entre cosas que no parecían relacionadas. En ese sentido, es más que una herramienta de consulta: es un catalizador de la creatividad.
Lavín finalizó su charla señalando lo obvio: internet no basta para escribir buenas novelas. “Nada sustituye la experiencia de la vida. Nada reemplaza lo que se siente estar allí, caminar por una calle, oler a qué huele, sentir qué se siente“.
Imagen: ENTER.CO.