7 enseñanzas de la vida empresarial de Steve Jobs

Steve Jobs

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Recientemente se cumplieron 5 años de la muerte de Steve Jobs, cofundador de Apple. A propósito de este aniversario, conozca algunas de las características y cualidades que convirtieron a Jobs en una leyenda del mundo empresarial.

1. Visionario

Visionario es una palabra que está gastada en los medios de tanto usarla, pero en el caso de Steve Jobs es la mejor para definirlo. Él sabía antes que los otros hacia dónde iba la tecnología y tenía una gran intuición para predecir qué desearía el mercado.

Fue Jobs quien entendió que el Apple I, el computador creado por Steve Wozniak en 1976, podía llegar a ser un éxito en el naciente mercado de los PC. Wozniak admite que solo lo había creado por diversión y para ‘descrestar’ a sus pares. Ese mismo año fundaron Apple, que funcionó en el garaje de los padres de Jobs. Tenían solo 1.300 dólares, pero luego Jobs consiguió un inversionista que inyectó 250 mil dólares (Mike Markkula). Las ventas se dispararon a dos millones de dólares en 1977 y a 600 millones en 1981 tras el éxito del Apple II.

Pero Jobs también comprendió que debían dejar atrás el exitoso Apple II para embarcarse en la creación de PC basados en interfaces gráficas (con íconos y ventanas), y así nació el Mac.

En el 2001, aunque Apple era en esencia una compañía de computadores, Jobs decidió entrar al negocio de los reproductores de música digital. Ya había varios en el mercado, pero él sintió que se podía crear uno que combinara facilidad de uso y un gran diseño: así nació el iPod, que ha vendido 315 millones de unidades. Además, convenció a las disqueras de que la gente sí compraría música legal por Internet, pese a la piratería reinante, y eso le dio vida a iTunes Store, que ha vendido 16.000 millones de canciones.

Algo similar sucedió con el teléfono iPhone, que llegó a un mercado ya establecido, ajeno a Apple, pero se impuso por su facilidad de manejo y ya completó 130 millones de unidades. Igualmente, no muchos creían en los tablets, pero Jobs supo cuándo era el momento adecuado para lanzar el iPad, que hoy domina 70 por ciento del mercado.

2. Apasionado

Jobs sentía tal pasión por lo que hacía que no se detenía ante nada para hacer realidad sus ideas. Y estaba dispuesto a sacrificar su vida personal, sus relaciones con los demás y hasta su imagen. Pero esto, que podría llegar a ser un defecto, funcionó bien gracias a su talento.

Jobs sentía una verdadera pasión por los productos, y la transmitía y la exigía a la gente que trabajaba con él. Pensaba que los grandes productos solo pueden salir de gente y equipos apasionados. Sentía que uno debía hacer su trabajo lo mejor posible porque, como dijo en una famosa conferencia, “solo puedes hacer un número limitado de cosas en la vida”.

Pero esto lo conjugaba con una gran confianza en sí mismo y en su intuición. Él ni siquiera se tomaba la molestia de realizar focus groups para averiguar si a la gente le gustarían sus productos en desarrollo: él confiaba en su intuición. “No es el trabajo de los consumidores saber lo que quieren“, dijo en una ocasión. También afirmó: “La gente no sabe lo que quiere hasta que uno se lo muestra“.

3. Sin miedo a los riesgos

La clave no es la genialidad o el carisma de Jobs, sino su tendencia extraordinaria a tomar riesgos. Apple ha sido así de innovadora porque Jobs toma grandes riesgos, algo raro en las corporaciones estadounidenses“. Así le resumió Alan Deutschman, quien escribió una biografía sobre Jobs, el secreto del éxito de Apple al diario The New York Times.

Jobs asumía riesgos constantemente. Lo hizo desde muy joven, como el día en que abandonó la universidad en primer semestre porque sentía que su carrera estaba acabando con los ahorros de sus padres adoptivos. Era una gran decisión: los padres biológicos pusieron como condición para la adopción que sus nuevos padres le garantizaran una carrera a su hijo.

Jobs decidió quedarse en el campus tomando cursos libres, y en esa época se vio obligado a dormir en el piso de los dormitorios de sus amigos, a recoger y vender botellas de Coca Cola para conseguir dinero y a caminar 10 kilómetros todos los domingos para obtener una buena comida gratuita a la semana en un templo Hare Krishna. Pero le fue bien pese a no tener carrera; al poco tiempo entró a trabajar a Atari y cuatro años después de retirarse de la universidad fundó Apple.

Cuando el Apple II era un hit a finales de los años 70, él decidió arriesgarse y apostó por un nuevo concepto, el de las interfaces gráficas, con Lisa y el Mac. Con el primer computador fracasó, pero el Mac cambió la historia.

También corrió grandes riesgos al empeñarse en mantener viva la empresa que fundó tras salir de Apple por la puerta de atrás en 1985. Su compañía, NeXT, nunca despegó. Solo vendió 50 mil de las sofisticadas estaciones de trabajo que producía. Todos la daban por muerta, pero él se negó a abandonar su idea. Finalmente tuvo que dejar de producir hardware, pero el software, el sistema operativo NextStep, fue lo que le permitió volver a Apple en 1997, cuando esta última compró NeXT para basar en su software la siguiente generación del sistema Mac OS.

4. Perfeccionista

Steve Jobs buscaba la perfección en sus productos. Para él, el bienestar no se logra al acumular cosas, sino a partir de la creatividad y la innovación, y en la búsqueda implacable de la perfección. Y en esto el diseño jugaba un papel preponderante.

Jobs veía los productos como una parte personal e íntima en la vida de la gente. Cuando él diseñaba un dispositivo para sí mismo sentía que lo estaba creando para todo el mundo. Y para cada producto exigía ciertas condiciones: que fuera fácil de usar, elegante en su diseño y que generara una experiencia tan satisfactoria en el usuario que este creara un vínculo emocional con el equipo.

Por ello se involucraba en todos los detalles de la creación del producto: el diseño, el empaque, la campaña de mercadeo, la distribución. Él confesó que incluso tomaba decisiones sobre el color de los pisos y las paredes en las tiendas de Apple, o sobre las fuentes del portal iTunes, porque lo que él creaba era una experiencia completa. En una ocasión dijo sobre los íconos del Mac que había buscado que lucieran tan bien que la gente quisiera lamerlos.

Steve Jobs pensaba que el bienestar no se logra al acumular cosas, sino a partir de la creatividad y la innovación, y en la búsqueda implacable de la perfección.

5. Persistente

Jobs no se detenía hasta alcanzar lo que buscaba. Y opinaba que la persistencia es lo que separa a los empresarios exitosos de los que no lo son.

Un ejemplo es Pixar. Cuando Jobs compró esta unidad de animación de una empresa de George Lucas, existía poco interés en el mercado por los largometrajes animados. Él se embarcó con Pixar en la creación del primer filme animado, Toy Story, que tomó cuatro años, tiempo durante el cual Pixar luchaba por sobrevivir.

Jobs no dio marcha atrás pese a los problemas, y cuando la película apareció en 1995 partió en dos la historia del cine animado, produjo 362 millones de dólares en ventas y recibió cuatro nominaciones al premio Oscar.

Gracias a esa jugada a largo plazo, en el 2006 Jobs vendió la empresa que había comprado por 10 millones de dólares en 7.400 millones a Disney, y se convirtió de paso en el mayor accionista individual de esta última. Hoy, las acciones que tenía Jobs en Disney valen el doble (4.400 millones de dólares) que las que poseía en Apple (2.100 millones de dólares).

6. Gran vendedor y negociante

Jobs era un excelente vendedor de sus ideas y sus productos. Tanto que en su propia empresa acuñaron la frase “campo de distorsión de la realidad” para referirse a su capacidad para vender sus ideas, incluso al punto de crear sus propias verdades y convencer de ellas a los demás a fuerza de su convicción y carisma.

Esta habilidad le permitió cerrar negociaciones muy duras, como las que logró con las disqueras y los estudios de cine y televisión para que distribuyeran su contenido a través de la tienda iTunes Store. Igualmente, le permitió convencer a su rival Bill Gates de invertir en Apple y continuar desarrollando programas para el Mac a finales de los años 90, cuando todos pensaban que Apple se iría a pique.

Sin embargo, su dureza para negociar también lo hizo perder grandes tratos, como uno que estuvo a punto de cerrar con IBM para que el ‘Gigante Azul’ empacara el sistema operativo NextStep en sus computadores; Jobs insistió tanto en imponer sus condiciones que IBM se alejó y dejó a la empresa NeXT al borde de la desaparición.

Su habilidad también la usaba para contratar a quienes quería en su empresa. En 1983, él quería al presidente de Pepsi, John Sculley, como líder de Apple, pero este se negó, hasta que un día Jobs le dijo la famosa frase que lo convenció: “Quieres seguir produciendo agua azucarada toda la vida, o quieres cambiar el mundo“. A un ingeniero brillante –Bob Belleville– que trabajaba en Xerox lo convenció con esta frase: “He oído que eres muy bueno, pero todo lo que has hecho hasta ahora es pura basura. Ven a trabajar conmigo“.

7. Inspirador y carismático

Las democracias no generan grandes productos; necesitas a un tirano competente“. Así resumió Jean-Louis Gassé, un ejecutivo de Apple, el estilo gerencial de Jobs. Él era un tirano, pero uno con ideas tan claras y con una pasión tan grande que la gente lo seguía, pese a lo duro que podía ser trabajar con él.

Jobs tenía fama de ser implacable, de ofender en público a las personas cuando algo no le gustaba, de exigir jornadas de trabajo abrumadoras y de ser intolerante cuando algo le parecía estúpido o poco informado, pero con todo y eso Apple siempre ha exhibido una de las tasas de rotación de personal más bajas de la industria.

La razón: los empleados de Apple sienten que todo lo que hacen es de un nivel superior, que es arte. Él los había convencido de que lo que estaban haciendo era histórico y “haría una marca en el universo“, como solía decir, y por eso todas sus exigencias eran simplemente pasos hacia un gran resultado.

Sé que se quejan de mí, pero más adelante van a ver esto como la mejor época de sus vidas. Ellos no lo saben, pero yo sí“, le dijo alguna vez a Jay Elliot, ejecutivo de Apple. Su teoría era que si uno realmente creía que estaba cambiando el curso de la historia, trabajaría las horas que fuera necesario y renunciaría incluso a su vida personal, ya que se consideraría uno de los elegidos, un privilegiado.

Fuentes: los libros ‘El camino de Steve Jobs’, de Jay Elliot; ‘Inside Steve’s Brain’, de Leander Kahney; y ‘Return to the Little Kingdom’, de Michael Moritz. Las revistas Time y Wired.

Imágenes: Apple.

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Javier Méndez

Javier Méndez

A mediados de los años 80 tuve un paso fugaz por la facultad de ingeniería de sistemas de la Universidad de los Andes, pero me tomó pocos meses descubrir que escribir código era mucho menos apasionante que escribir artículos. Desde entonces pienso que la tecnología es más divertida cuando se la disfruta desde afuera que cuando se la sufre desde adentro. Y aunque mis primeros pasos en el periodismo los di en la sección deportiva de El Tiempo, era cuestión de tiempo para que aterrizara en el mundo de la tecnología. Llevo 30 años escribiendo sobre tecnología, primero en El Tiempo y ahora en ENTER.CO. Puede seguirme en X en @javiermendezz

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1 comment

  • Y la más importante: Un culebrero paisa ni el berraco!. Hablando en serio, el tipo era un gran empresario; pero de inventor nada.

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