Multitarea: ¿incrementa la productividad o acaba con ella?

El uso de varios dispositivos al mismo tiempo puede estar causando estragos en su capacidad de respuesta y su habilidad de filtrar información irrelevante.


Hoy hacemos multitasking desde una muy temprana edad. ¿Cómo podemos adaptarnos mejor al huracán de información? Imagen: Rich115 (vía Flickr).

Parece que una de las experiencias más comunes de la vida moderna es que lo ignoren a uno por darle importancia al timbre de algún dispositivo.  A cualquier persona que conozca a alguien que tenga smartphone o tablet seguramente le ha pasado: uno le habla a la persona que usa el dispositivo y es como si no estuviese en la habitación.

Este fenómeno está volviéndose cada vez de más interés para la comunidad científica y especialmente para los campos de neurociencia y sicología.  Se funda en la problemática de que el cerebro humano solo puede procesar una fuente de información a la vez, y trata de observar los efectos paralelos que esto conlleva con la necesidad moderna de hacer multitarea o ‘multitasking’ (varias tareas al mismo tiempo) entre diferentes medios.

Según un especial publicado el año pasado en el New York Times, que se enfocaba en la experiencia de una familia moderna (la familia Campbell) con sus dispositivos móviles, el multitasking se está convirtiendo en un problema que afecta las fundaciones del núcleo familiar, y nuestras relaciones más básicas con nuestros seres queridos.

Mientras el argumento común es que la gente que hace multitasking es más productiva, resulta que las investigaciones científicas apuntan en otra dirección.  El nuevo argumento científico es que al intentar manejar muchas cosas al mismo tiempo (correos electrónicos, mensajes instantáneos, avisos de mensajes de texto, notificaciones de redes sociales, etc.),  nuestros cerebros quedan afectados y cambian la forma en que pensamos y nos comportamos.

Cuando timbra una alerta del teléfono móvil del usuario, o recibe una notificación de un mensaje nuevo de una red social, este se emociona y su cerebro produce un poquito de dopamina.  Estos estímulos seguidos causan una especie de adicción, y el usuario puede hasta aburrirse cuando está desconectado.

Si esto se suma a la interacción social regular, como llevar la trama de una conversación o responder a una pregunta, el usuario no se concentra muy bien ni en lo uno ni en lo otro.

Además, entre más pesada sea la carga de tareas simultáneas para la persona, más difícil se vuelve enfocarse en las tareas de prioridad, o determinar qué información es irrelevante, y hasta sufren de más estrés. 

En el caso de la familia Campbell, que reside en San Francisco ya que el padre (Kord), trabaja desarrollando tecnologías empresariales, los efectos casi le causan pérdidas en sus negocios.  Una vez, él estaba intentando venderle un proyecto a un cliente por 1.3 millones de dólares.  Resulta que en su oficina mantiene dos pantallas conectadas a su PC, y también tiene su portátil, iPhone y tablet conectados.  Cuando llegó el correo electrónico del cliente diciendo que sí quería comprar el proyecto, a Kord Campbell se le pasó desapercibido por doce días y no lo encontró hasta que se puso a organizar sus mensajes viejos.

Esto sucedió porque él estaba distraído con todos los estímulos visuales de su estación de trabajo, y no fue la primera vez.  En otra ocasión estaba en medio de una conferencia de video cerrando un negocio con otro cliente.  En otra pantalla, salió una notificación en su cuenta de Twitter acerca de una noticia irrelevante.  Aunque el negocio terminó con éxito, a Kord no le importó distraerse en medio de la conferencia y hacer clic en la noticia.

Sin embargo, no se puede hablar de un fenómeno como este a partir de experiencias con una sola familia.  ¿Qué piensan los expertos?

En una investigación conducida por la universidad de Stanford, hicieron un examen donde comparaban la capacidad de cambiar tareas rápidamente entre sujetos que hacían multitasking pesado y los que lo hacían ligeramente.  Los resultados demostraron que los que tenían hábitos de multitasking más pesados se demoraban más en cambiar entre tareas correctamente y filtrar la información irrelevante (tome un examen digital para conocer sus resultados personales).

De acuerdo con Clifford Nass, uno de los autores de la investigación y profesor de comunicaciones en Stanford, estos resultados son importantes porque demuestran los efectos a largo plazo de hacer tanto multitasking.

“A través de la evolución humana, una gran sorpresa ponía a los cerebros de todo el mundo a pensar.  Pero tenemos un grupo grande y creciente de gente que piensa que la más mínima pista de que algo va a pasar es como un bizcocho para su mascota.  No pueden ignorarlo.  Lo miedoso para gente como Kord es que no pueden apagar sus tendencias de hacer multitasking cuando no lo están haciendo.”

El autor principal de la investigación, Eyal Ophir, dice que no quiere decidir si estos resultados indican que los efectos de ponerle atención a tantos medios diferentes al mismo tiempo son buenos o malos.  Acostumbrado a nunca dejarse distraer por sus dispositivos, admite que su forma de responder a su smartphone lo asusta.  “El medio me está cambiando.  Oigo una alarma interna que me dice: chequea tu e-mail y tu correo de voz.  Tengo que hacer un esfuerzo para suprimirla.”

Si algo demuestra esta investigación y el reportaje acerca de la familia Campbell que hizo el New York Times, es que la cantidad de gadgets y medios con los que interactuamos sí tienen efectos secundarios sobre nuestro comportamiento.  Pero hay que tener cuidado de echarle la culpa a la tecnología.

Nora Volkow, directora del instituto nacional de abuso de estupefacientes en Estados Unidos, dice que, “La tecnología está cambiando los circuitos de nuestros cerebros.”  Pero en vez de comparar sus efectos con la estimulación que producen las drogas, prefiere compararla con los estímulos que producen el sexo y la comida, esenciales pero contraproducentes en exceso.

Lo importante es conocer sus límites y tratar de construir hábitos que le permitan establecer sus prioridades.  Resulta que en la vida moderna el pitido de un mensaje nuevo puede sobreponerse inconscientemente al objetivo de terminar un plan de negocios o pasar tiempo con su familia.  Entonces es saludable analizar cuáles son sus tareas más importantes, y qué alertas de sonido y otros estímulos son irrelevantes.

Desconectarse por completo es muy difícil y hasta extremista en un mundo donde la tecnología nos hace la vida cada vez más fácil.  Pero para que eso siga así y no empiece a causarle problemas personales con amigos, parejas o hijos, trate de recordar que los momentos reales de la vida solo pasan una vez, y todo lo que aterriza en nuestros aparatos digitales estará ahí, guardado, en el disco duro o en la tarjeta de memoria y puede esperar.  Con eso en mente, les dejamos este interesante cortometraje relacionado al tema.

 

Sebastián Martínez

Sebastián Martínez

La verdad no me gusta la tecnología. La sigo como un fanático paranoico porque estoy convencido de que los robots van a erigir un imperio mundial algún día. Por eso me dedico a conocer al enemigo íntimamente y no me falta la pelea habitual con uno que otro aparato. Ya he asesinado consolas de juegos, PC, celulares y hasta dispositivos GPS.
Puedo decir, con orgullo, que hasta ahora el mundo no me ha puesto enfrente un robot que no haya podido someter a mi voluntad. Estudié letras y literatura en Estados Unidos para escapar a las exigencias del siglo XXI y la ansiedad de clase media. No me sirvió de mucho, y entonces ahora me dedico la cosa más difícil que he tratado de hacer en mi vida (escribir bien) y prepararme para la futura lucha contra la tecnología desde las filas de ENTER.CO.
PD.
No soy fanboy ni de Apple, ni de Microsoft, ni de Google. Los uso y abuso a todos, incluyendo Linux.

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