Los carros dejaron de ser simplemente unos vehículos de cuatro o más ruedas destinados a transportar pasajeros de un lugar a otro. Ahora, la idea de que un vehículo vaya más allá y se convierta en un aliado del pasajero para su vida personal y su trabajo es más real que nunca. El ‘carro conectado’ ya está en los almacenes de unas pocas marcas, y aunque aún no es el más popular en ellos, empieza a generar interés y solo es cuestión de tiempo que logre su masificación.
Aunque en Estados Unidos 9 de cada 10 automóviles ya tienen conectividad (generalmente, Bluetooth), y los sistemas de navegación GPS se empiezan a popularizar en regiones como Latinoamérica, el automóvil conectado no se limita a un puerto o una antena, y es mucho más de lo que se cree. No se trata simplemente de un vehículo con una pantalla y conexión a Internet, ni uno que incorpora sistemas de música en streaming. En pocas palabras, es un automóvil que tiene algún tipo de conectividad con tecnologías como Bluetooth, 3G, LTE o Wi-Fi, pero cuyos usos van más allá de Internet.
El automóvil conectado permite a sus usuarios estar en línea con el mundo exterior y disfrutar de servicios que mejoran sus desplazamientos, relacionados con seguridad, eficiencia en la conducción, información e incluso entretenimiento.
Por supuesto, habrá carros más conectados que otros, pero en general la conexión brinda numerosos servicios al conductor y a los pasajeros, tales como navegación en carretera –con apoyo del GPS–, monitoreo de estado del vehículo –incluidos aspectos mecánicos, eléctricos y de seguridad–.
Kevin Link, de Hughes Telematics, dijo en entrevista a Mashable que “las conexiones pueden venir de dispositivos móviles, sistemas telemáticos embebidos y servicios de contenidos. Pueden ofrecer servicios en emergencia, beneficios en seguridad, tráfico y frente al estado del tiempo, navegación, información, resultados de búsqueda de Google y Bing, radio de Internet y mucho más”.
Hoy, algunos servicios pioneros como Skymeter, una solución financiera vía GPS que promete transformar la forma como se pagan los costos de un automóvil y lo convierte en una especie de tarjeta de crédito;
Y más allá, reconocimiento interactivo de voz –una especie de Siri en los vehículos–, que ya empieza a desarrollar la firma Nuance, creadora de Dragon Naturally Speaking; aplicaciones móviles directamente en la pantalla y portales web especiales para acompañar o dirigir un viaje, entre otros.
Más que un símbolo de estatus.
Se podría pensar que solo las personas con alto poder adquisitivo pueden alcanzar un automóvil conectado. Inicialmente es así, por los costos de adquisición de las tecnologías y las tarifas mensuales de los servicios, pero tal como siempre ocurre con la tecnología informática, las características de los carros conectados llegarán, tarde o temprano, a todos los automóviles, y a precios razonables.
Prueba de que más más que un símbolo de estatus o un lujo es una necesidad para los usuarios está en estudios de mercado que indican que los más interesados en adquirirlos son los usuarios más activos de Internet, los teléfonos inteligentes y otros dispositivos. Es decir, quienes ya están conectados y no quieren que su tiempo dentro de un vehículo limite su experiencia en línea. “El vehículo es el próximo nodo en la red, y proveerá una plétora de servicios conectados para beneficio del consumidor, el vendedor y el fabricante”, agrega Link.
Por lo pronto, los límites del carro conectado los ponen los costos de las tecnologías –que aún son altos– y la demanda de los consumidores. Pero en la medida en que tengan éxito las actuales marcas que desarrollan tecnologías para automóviles conectados, esta tendencia se democratizará. Una de las cinco marcas destacadas es BMW, que además de su oferta actual, este año presentó en el Salón de Ginebra un nuevo concepto, el Vision ConnectedDrive–.
La carrera de los automóviles conectados apenas comienza. ¿Hacia dónde nos llevará?