Los keniatas son los reyes de las maratones, de eso nadie tiene duda. Sin embargo, al lado de Forrest Gump comerían Chitos. Forrest corrió a través de Estados Unidos durante tres horas, dos meses, 4 días y 16 horas. Esto equivale a 460 maratones, según The Week. A ver qué keniata logra eso, con la vestimenta de habitante de calle del personaje interpretado por Tom Hanks. ¡Eres mi héroe, Forrest!
Sin embargo, Forrest no lo logró solo, tuvo ayuda de sus antepasados, que lo convirtieron en un mutante. Sí, como los X-Men, pero en la vida real. De hecho, todos somos uno, porque todos tenemos el gen CMAH que sufrió un drástico cambio, perdiendo una de sus funciones, en el camino de la evolución de los primates que éramos a la maravillosa especie que somos ahora.
Mutantes y orgullosos
Súbete a mi DeLorean y hagamos un pequeño viaje en el tiempo para entender esto: hace unos dos o tres millones de años (perdón por la imprecisión, Marty dañó el tablero del tiempo), nuestros antepasados pasaron de vivir en los árboles a hacerlo en la sabana, lo que les permitió caminar erguidos, lo cual era muy difícil al principio (piensa en un bebé aprendiendo a caminar).
Pero, al poco tiempo y como parte de ese cambio de hábitat, nuestros tatarabuelos de hace miles de años comenzaron a generar cambios en su fisiología: piernas más largas, pies más grandes, glúteos más grandes (si te gustan las o los nalgones, también es culpa de la mutación, agradece) y unas glándulas sudoríparas evolucionadas, que son mejores para disipar el calor que en otras especies de mamíferos.
En otras palabras, nos convertimos en una poderosa máquina de correr con un sistema de enfriamiento único y casi mágico. De esa forma, desarrollamos un modelo de caza fantástico e inteligente: cacería de persistencia, que consiste en perseguir a la presa en un día caluroso hasta que, agotados y sobrecalentados, se rendían.
Estos cambios fisiológicos estuvieron de la mano de un cambio químico: el gen CMAH, encargado de la síntesis de un azúcar llamado Neu5Gc dejó de funcionar, según explica un estudio hecho por investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de California, en Estados Unidos, y cuyos resultados fueron publicados en la revista Proceedings of the Royal Society B.
Run, Forrest, run! Run, mouse, run!
Ahora nosotros tenemos una versión averiada del gen CMAH, que todavía está intacto en muchas especies de primates y mamíferos, como los ratones. De hecho, durante la investigación, usaron ratones con distrofia muscular y les bloquearon el gen CMAH. Al hacerlo, la enfermedad se incrementó.
Pero no se quedaron ahí. “Como los ratones eran más propensos a la distrofia muscular, tuve la corazonada de que podía haber una conección con el incremento de la capacidad para correr largas distancias y la resistencia de los homo”, dijo Ajit Varki, un médico científico que hace parte del grupo de investigadores, citado por Zme Science.
Entonces, se dieron a la tarea de probar esa teoría. “Evaluamos la capacidad de ejercicio (en ratones sin el gen CMAH) y notamos un incremento en su rendimiento durante pruebas en cinta para correr y después de 15 días de correr voluntariamente en ruedas para roedores”, explicó el primer autor de la investigación, Jonathan Okerblom.
Finalmente, la doctora Ellen Breen, científica investigadora de la división de fisiología del Departamento de Medicina de la Universidad de California, en San Diego, examinó a los ratones antes y después de realizar correr diferentes distancias por entre una y dos semanas.
Breen descubrió que los ratones sin el gen CMAH o con una versión averiada, idéntica a la de los humanos, mostraron mayor resistencia a la fatiga, mejor respiración y músculos de las extremidades inferiores con capilares que aumentaron el suministro de sangre y oxígeno.
Todas las pruebas señalan que ese gen nos dio la capacidad para correr largas distancias. Gracias a él, Forrest Gump corrió y corrió y corrió hasta que se dio cuenta de que estaba muy cansado y era hora de irse a casa. Gracias a él somos mutantes y orgullosos.
Imágenes: Imdb y Free-Photos (vía Pixabay)