En el mundo de las contiendas por derechos de autor se han establecido varias prácticas que se han ido normalizando con el tiempo. Un ejemplo es la Ley de Albergue Seguro, aprobada con el DMCA (Ley de Derechos de Autor del Milenio, de Estados Unidos), por la cual un sitio no se hace responsable por el contenido pirata que enlacen o suban terceros.
Esta es la razón por las que sitios como YouTube y Facebook pueden albergar contenido ilegal sin ser responsables legalmente, aunque cada vez la presión es mayor y estos sitios actúan rápidamente para bloquear o ‘bajar’ esos contenidos a la mayor brevedad. En el caso de Grooveshark, sin embargo, las cosas se complican.
Fue en esos datos que los abogados de Universal encontraron indicaciones que el personal de la empresa, y específicamente los gerentes y presidentes, habían subido miles de canciones por las que la empresa no había adquirido derechos. Una vez se descubrió esa evidencia, Sony Music Group y Warner Music Group se unieron a la demanda.
Todo comenzó con una demanda por parte de Universal Music Group el año pasado, en el estado de Nueva York. Gracias la demanda y otra ley llamada la Ley del Descubrimiento (Discovery Law), una vez un sitio entra en litigio debe proveer a la corte con cientos de datos como correos del personal y registros de servidores.
Sin embargo, la ‘evidencia’ que acusan las disqueras se basa principalmente en dos comentarios anónimos publicados en el sitio Digital Music News, en los que los autores aseguraban que trabajaban en Grooveshark y eran testigos de ese tipo de comportamiento.
El modelo de negocios de Grooveshark funciona con una mezcla de publicidad y costos de suscripción. La empresa negociaba los derechos de distribución con las grandes disqueras (EMI, específicamente) y con artistas independientes, y no había problemas con la ley. Sin embargo, de confirmarse que la dirigencia de la empresa sí distribuía contenido sin permiso, la Ley de Albergue Seguro no aplicaría en el caso.
El colombiano Andrés Barreto, fundador de Grooveshark, habló hace algún tiempo con ENTER.CO y aseguró que el servicio es totalmente legal.
De perder la demanda, la empresa sería responsable por cientos de millones de dólares en compensación a las casas disqueras, un evento fatídico para un negocio que no tiene más de seis años.
Y es que los problemas de la empresa no son solo con las disqueras. Hace poco le tocó cortar sus servicios en Alemania, ya que no llegó a un acuerdo con GEMA, la organización que maneja los derechos de autor en el país teutón.
Para enfrentar mejor la presión de la industria musical y no tener que cerrar la operación como en Alemania, Grooveshark inició el cobro de sus servicios esta semana en algunos países de Europa Oriental, pero esto se podría extender a otras regiones como la latinoamericana.
El problema mayor es que la evidencia que están usando las grandes disqueras en contra de Grooveshark se basa en el mismo argumento que se usó para acabar con Megaupload: principalmente que los ejecutivos de la empresa estaban promoviendo el uso y la distribución de contenido ilegal. Una ofensa que al parecer, si se toma en cuenta el caso de Megaupload, no tiene vuelta atrás.