De acuerdo al Indicador de Tendencias de Trabajo de Microsoft, el 35 % de la fuerza laboral renunciaría a su trabajo si sus empleadores decidieran que las labores volverán a ser 100 % presenciales. La cifra vale para Estados Unidos, en donde los entornos híbridos (es decir, que se mueven entre la presencialidad y la virtualidad) son cada vez más apetecidos. Sin embargo, la experiencia actual en ese país indica que si bien hay mayor preferencia por los trabajos remotos, los empleadores aún están muy lejos de brindarles las condiciones tecnológicas necesarias a sus empleados para poder crear culturas laborales funcionales desde casa.
Implementar videollamadas no es la solución al problema. De hecho, un estudio publicado en Harvard Business Review asegura que en EE.UU, solo el 30 % de los encuestados que trabajan desde casa han asegurado que las herramientas tecnológicas empleadas en sus compañías han superado sus expectativas (uno de cada 10 trabajadores cuentan con una conexión a internet estable desde sus hogares). El resto no. Los demás consideran que la tecnología actual hace que la experiencia remota se convierta en una actividad extenuante.
El panorama anterior ha tenido consecuencias tangibles y no solo en el país norteamericano. En Latinoamérica, por ejemplo, una encuesta de Telefónica Hispam citada por Portafolio anticipa que, a pesar de que siete de cada diez empresas en la región adoptarán un modelo híbrido, estas deberán tener en cuenta si la persona cuenta o no con un espacio disponible y adecuado en su casa; adaptar el de quien no lo tiene (ya que su hogar será su nuevo lugar de trabajo) para garantizar un ambiente cómodo y propicio para el desempeño de las labores.
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El camino sigue siendo largo y la prueba de eso se deja ver en las cifras de noviembre de 2021, cuando, en EE.UU, las renuncias batieron récord, pese a la cantidad de vacantes disponibles sin llenar. Las razones pueden ser varias: desde los subsidios gubernamentales entregados a los desempleados en pandemia, hasta la insatisfacción.
Ryan Roslansky, el CEO de LinkedIn, se va por el segundo escenario y por eso sostiene que la flexibilidad, la inversión en el desarrollo de herramientas tecnológicas que faciliten las labores y que tengan en cuenta el contexto de los trabajadores, e impulsar el desarrollo de habilidades que les permita a estos crecer, retendrá mejor el personal en general, pues este podrá desenvolverse en ambientes con culturas empresariales remotas fructíferas y orientadas al bienestar de los empleados.
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