En redes sociales la gente hablaba de Euphoria, una serie de adolescentes que están en la escuela, empezando su vida sexual, conociendo las drogas y algunos ya tienen problemas con ellas. Parejas con relaciones tóxicas, depresión y dificultades psicológicos en general.
Existen cientos de películas y series que hablan de eso, American Pie es una de las más icónicas; Sex Education, una de las más recientes, ¿Qué tenía de diferente esta serie? Tuvo que llegar la segunda temporada para que, los trinos en tendencia en Twitter me llevaran a verla.
Si estás pensando en que el formato de Euphoria ya lo conociste en producciones como las mencionadas, estás en lo cierto. Sí, sí toca todos esos temas, pero Sam Levinson, director de la producción cambia la perspectiva, les da más desarrollo a los personajes y les permite experimentar más. Es muy contemporánea y conectada con la realidad de los adolescentes, (incluso, de los jóvenes), algo que, sin duda logró posicionar la serie como la joya de la corona de HBO Max.
Una trama común hecha arte
La pareja ‘central’ de la historia son Rue y Jules, una adolescente afroamericana drogadicta que, al parecer, es asexual y una chica trans que está empezando a explorar su sexualidad. Esto, de principio ya rompe con la trama tradicional que, generalmente tiene como pareja protagónica dos personas heterosexuales. Además, gracias a otras producciones que antes han involucrado personajes LGBTI, Euphoria no se encasilló en la familia que no acepta a sus hijos por su condición sexual. En esta serie eso ya es tema superado, salieron de lo cliché y se centran principalmente en su relación sexo afectiva.
Vemos a la chica popular, que ya no es la chica mala y ruda de la escuela. Maddy, tiene defectos como todos, algo que pocas veces se menciona en este tipo de personajes. Está en una relación tóxica de la que no tiene deseos de salir. Por su parte, Nate, su novio tiene ataques de ira, es popular pero odiado por la mayoría y tiene varios secretos, su personalidad sombría le da un giro a la narrativa que conocemos.
El dealer también pasa a ser un personaje central en la historia. Nos muestran a un ser más humano, con emociones y hasta ‘un hombre deconstruido’, un personaje que logró enamorar a la fanaticada. Kat, la compañera con sobrepeso y gafas, ya no es la adolescente nerda, que nadie quiere y de la que todos se burlan, es más una chica segura (o que al menos demuestra serlo), convirtiéndose en el reflejo de muchos adolescentes que necesitan un empujoncito para empoderarse.
Una estética cromática para una trama sombría
Una de las cosas que más caracteriza a Euphoria es su estética, que, a decir verdad, es una de mezcla de muchas. Se basan en el teatro para desarrollar escenas con ese toque dramático y emotivo del teatro, juega constantemente con las luces, enfoca a los personajes, no solo con la cámara sino con la iluminación, los colores le dan el toque diferenciador.
Sin duda, Levinson conoce la importancia de los silencios, algo más propio de lo que llamamos “cine arte”. El silencio para que el espectador procese la emoción de la escena, el silencio para generar expectativa y drama a la acción, el silencio antes, durante y después de tomar una decisión difícil… Pero no solo el silencio toma importancia, toda la banda sonora de la serie es oro, combina a la perfección con lo que vemos en pantalla.
La secuencia de la película no es una sola. En cada capítulo, el director optó por abrir varios hilos en el tiempo, unos en el pasado, otros en el presente, incluso, en posibles futuros. Vemos cambios de escena y automáticamente, cambios de historia, pero los saltos son perfectos para que uno no quiera, (ni pueda) quitar la mirada de la pantalla, pues en un parpadeo se puede perder un gesto indispensable para continuar la serie.
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La importancia de un duelo bien procesado
La causa principal de la drogadicción de Rue es la pérdida de su padre a tan temprana edad. Ante la ausencia de su padre, aun cuando estaba con vida, llevó a Rue a la depresión y la necesidad de permanecer junto a él. Una vez murió, ella ya estaba adentrándose al mundo de las drogas y por una de las vías más difíciles, los opioides. El no saber cómo llevar la muerte de su padre, la llevó a buscar refugio en esta “salida fácil”.
Es quizá, una de las temáticas más importantes que toca Euphoria. La pérdida de un ser querido, y no solo cuando muere, sino la ausencia en las rupturas amorosas, pues, aunque muestran la drogadicción de Rue por tal motivo, exponen el dolor de otras pérdidas y otras posibles consecuencias.
No todo puede ser perfecto
Euphoria para mí, es una joya de serie y espero con ansias la siguiente temporada, que se asume sea estrenada a principios del 2023. No obstante, tiene algunas fallas como todo. De la primera temporada no tengo alguna queja, pero la segunda temporada recortó muchas cosas.
En la primera temporada, un sin número de personas se reflejaron en Kat, un personaje al que el público le tomó cariño y respeto por la seguridad que mostró, el papel protagónico y su forma de experimentar el sexo. En la segunda temporada simplemente fue la sombra de Maddy, su relación se fue en picada en cuestión de capítulos, tuvo problemas de inseguridad y no pasó nada más. Ojalá aparezca más en la siguiente temporada y permitan un mejor desarrollo del personaje.
Aunque Cal, el papá de Nate finalmente obtuvo las consecuencias de sus actos, se sintió como un corte drástico en la historia, no pasó mayor cosa con el video que grabó, no se supo el paradero de su gran amor. Seguramente es una historia que se pudo desarrollar más.
Como estas, algunas otras historias quedaron inconclusas, personajes que salieron sin alguna explicación, historias que no terminaron en nada y algunas perdidas que dejaron a muchos espectadores atónitos. Esta última, quizás no sea una falla, pero sí un giro inesperado que dejó bastantes corazones rotos.
Imagenes: Euphoria