El 24 de noviembre de 1859, Charles Darwin publicó ‘El Origen de las Especies’ (On the Origin of Species), generando controversia y fundamentando la teoría de la biología evolutiva. “No es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que responde mejor al cambio”. Pero no todo se concluyó en la islas Galápagos, este solo fue el principio de maravillosos hallazgos sobre la evolución humana.
En la quinta edición del libro (1869) Darwin realizó varias aclaraciones tratando de responder a importantes cuestionamientos sobre su teoría de 1867, una de ellas fue planteada por el ingeniero escocés Fleeming Jenkin en la revista North British Review.
Cabe notar que en las cuatro primeras ediciones, Darwin había supuesto que había dos tipos de variaciones sobre las que actúa la selección natural: las pequeñas y frecuentes; y las grandes y raras. Lo que reclamaba Jenkin era que si las variantes favorecidas por la selección natural son de gran alcance, tienen muy poca probabilidad de persistir en las siguientes generaciones.
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Lo cierto es que el naturalista inglés se encargó de ir argumentando y defendiendo más su teoría y observaciones de la vida silvestre de las islas Galápagos, hasta su muerte en 1882. Más de 150 años después, sigue considerándose su publicación como un cambio significativo en la concepción de las especies y la reflexión más importante sobre tres cuestionamientos fundamentales: el hecho de la evolución, la historia evolutiva y los mecanismos por los que se producen los procesos evolutivos.
En 1909, en el aniversario 50 de la publicación de ‘El origen de las especies’ y el aniversario 100 del nacimiento de Darwin, se realizaron importantes eventos de conmemoración. En Cambridge, más de 400 científicos y dignatarios de 167 países, se reunieron en una cumbre para honrar las contribuciones de Darwin y discutir los últimos descubrimientos e ideas relacionadas con la evolución.
La Academia de Ciencias de Nueva York realizó una celebración en el Museo Americano de Historia Natural y la Real Sociedad de Nueva Zelanda llevó a cabo un evento con gran asistencia. La celebración del centenario de la primera edición del libro (1959) conllevó un congreso publicitado del 24 al 28 de noviembre en la Universidad de Chicago.
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Una de las publicaciones contemporáneas más completas sobre descubrimientos arqueológicos sobre la evolución humana es ‘Evolución humana: los descubrimientos más recientes’ del filósofo Carlos A. Marmelada.
A continuación, algunos importantes hallazgos de nuestra especie antes de evolucionar:
- En 1887 el médico holandés Eugen Dubois (1858-1940) se dirigió a las Indias Orientales Holandesas (la actual Indonesia) con la intención explícita de encontrar allí al eslabón perdido entre los humanos y los simios. Después de cuatro años de búsqueda infructuosa, en 1890 encontró una calota (la bóveda craneal), y en agosto de 1891 un fémur y una muela. Con estos ejemplares nombró una especie humana nueva a la que bautizó con los nombres: Pithecanthropus erectus(hombre-mono erguido) y Pithecanthropus alalus (hombre-mono sin habla).
- En 1924 unos mineros le presentaron a Raimond Dart, un anatomista australiano afincado en Sudáfrica, un fragmento de roca que contenía el cráneo de un niño hallado en la localidad sudafricana de Taung. Como era evidente que pertenecía a un espécimen infantil de ahí que pasara a ser conocido popularmente como: El “Niño de Taung”. Dart se percató que no pertenecía a ninguna especie humana, sino que era mucho más antiguo, y acabó atribuyéndolo a: Australopithecus africanus.
- En 1967 Yves Coppens y Camille Arambourg, encontraron en un yacimiento del río Omo (en el sudoeste de Etiopía) los primeros restos de una nueva especie de Paranthropus a la que llamaron: aethiopicus. Se trataba de una mandíbula que tenía unos 2,6 millones de años (Ma). Todos los Paranthropus se caracterizan por tener una notoria cresta sagital (una cresta ósea afilada situada en la parte superior central del cráneo y que lo recorre desde la parte anterior hasta la posterior, confiriendo al sujeto un cierto aspecto punkie) cuya finalidad era la de servir de punto de anclaje o inserción a una poderosa musculatura destinada a mover una mandíbula notoriamente robusta que permitía masticar alimentos muy abrasivos.
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- En los 70 la estrella fue “Lucy”. Se trata de una hembra de Australopithecus afarensis (así llamada por haber sido encontrada, en 1974, en la localidad etíope de Hadar, en el país de los Afar). Con sus 3,2 Ma. Fue, en su momento, el homínido más antiguo conocido, de ahí que sus descubridores le llamaran la “madre de la humanidad”.
- Los ochenta vieron el resurgir del apellido Leakey. En efecto, en agosto de 1984, hace por lo tanto 22 años, Kamoya Kimeu, uno de los más famosos miembros de “la banda de los homínidos”, encontró en Nariokotome (en la orilla este del Lago Turkana, en Kenya) el esqueleto de un muchacho que tenía 1,6 Ma. El llamado “Niño de Nariokotome” o “Turkana Boy”, murió, probablemente cuando tenía 11 años.
- Los noventa marcaron un nuevo impulso en los trabajos paleoantropológicos. En efecto, la paz entre Etiopía y Somalia permitió el regreso de los investigadores a aquél país y los frutos no tardaron en aparecer. El 17 de diciembre de 1992 el equipo codirigido por Tim D. White (el paleontólogo estrella de esta década gracias a sus excepcionales descubrimientos) Gen Suwa y Berhane Asfaw, encontró un diente de homínido en un yacimiento, Aramis, del curso medio del río Awash en Etiopía.
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- El siguiente homínido que irrumpió en los noventa fue Abel. Con 3,5 Ma. sorprendió a toda la comunidad científica por tratarse de un ejemplar de Australopithecus encontrado en la localidad chadiana de Bahr el Ghazal. Por este motivo el director del equipo que lo descubrió, Michel Brunet (director del laboratorio de paleontología humana de la Universidad de Poitiers, Francia), decidió englobarlo en un nuevo género de australopitecino que llamó: Australopithecus bahreghazali . Abel fue hallado en 1995 y dado a conocer en 1996.
- En octubre del año 2000 el equipo dirigido por Martin Pickford (del Departamento de Paleontología y Prehistoria del College de France, París), Brigitte Senut (del Muséum National d’Histoire Naturalle de París) y Eustace Gitonga (Director del Community Museums of Kenya, CMK, una ONG fundada en 1997) estaba trabajando en las colinas de Tugen (Tugen Hills), en la región de Baringo, en Kenya. No buscaban allí por casualidad. En efecto. Se trataba de sedimentos que tenían seis millones de años de antigüedad más o menos la fecha en torno a la cuál debió producirse la separación entre los linajes que conducirían a los chimpancés por un lado y a los homínidos por otro, de modo que entre esos sedimentos podría encontrarse algún resto de uno de los primeros homínidos.
Desde el 24 de noviembre de 1997 se conmemora el Día Mundial de la Evolución recordando dos acontecimientos importantes para la humanidad: la publicación en 1859 de ‘El Origen de las Especies’ y el hallazgo en 1974 del esqueleto de un homínido muy antiguo, realizado por el arqueólogo Donald Johanson.
En 2009, la BBC emitió BBC ‘Darwin Season’, una serie de programas de radio y televisión, para celebrar el bicentenario de Darwin y el 150 aniversario de su magistral investigación.
Imagen: Peter Griffin