Según el Banco Central Europeo (BCE) la llegada del euro digital está cerca, replicando algunas características del efectivo y proporcionando mayor privacidad para pagos de bajos valores y riesgos. Incluidos los pagos electrónicos que hoy no permiten importantes criptomonedas. ¿Se acelera la desaparición del dinero en efectivo?
Desde 2020 el Banco Central Europeo (BCE) se está preparando para la creación del euro digital, una divisa que busca imponerse al bitcoin y a otras criptomonedas. Teóricamente iba a complementar al efectivo, pero su llegada podría ser el comienzo del fin de la moneda física.
Una intervención emitida en el marco de una conferencia coordinada por el Banco Internacional de Pagos (BIP), ha generado revuelo casi un mes después de su emisión original.
Allí, la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, explica cómo el BCE está colaborando con la Comisión Europea, el Parlamento Europeo y varios ministros de economía para desarrollar el euro digital. Sus anuncios cambiarían la perspectiva.
Ante una moneda única europea representada en billetes, lo que propone el BCE es emitir una divisa digital, que serviría como medio de pago electrónico: “Al ser emitido por el banco central, sería distinto del dinero privado”, en clara referencia al desarrollo de criptodivisas como Bitcoin.
Con la implantación del euro digital que propugna Lagarde y los que son como ella, decidirán por ti si eres un buen usuario, si podrás comprar esto o aquello, si tendrás acceso a tu dinero o no. Evidentemente todo lo hacen por tu seguridad y por el bien de todos. /1 pic.twitter.com/fBqJ4y10ho
— Cristina Martín Jiménez (@crismartinj) December 6, 2022
Lagarde también habló de las diferencias entre el euro digital y criptomonedas como el bitcoin: “El euro digital será dinero de un banco central, respaldado por un banco central y diseñado para responder a las necesidades de los ciudadanos. Necesita estar libre de riesgos y respetar la privacidad y la protección de datos. Los bancos centrales tienen el mandato de mantener el valor del dinero, independientemente de su forma física o digital”. Esto es: volatilidad mínima.
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Así, el euro digital sería una alternativa de pago ante la imposibilidad actual del bitcoin y el ethereum. El BCE indica que el Eurosystem TARGET Instant Payment Settlement (TIPS) es capaz de procesar más de 40.000 transacciones por segundo.
Una velocidad alcanzada por algunas alternativas basadas en blockchain, que al parecer en el BCE no descartan utilizar. Actualmente el bitcoin alcanza las tres transacciones por segundo (el protocolo Lightning promete alcanzar el millón de transacciones por segundo gracias a la tecnología P2P) y Ethereum ronda las 12.
En tanto a privacidad, el BCE explica que “El eurosistema no tiene interés en recolectar datos de pagos de usuarios individuales, ni en monitorizar el comportamiento de pagos o la compartición de esos datos con agencias gubernamentales u otras instituciones públicas”.
Lagarde, ex presidenta del Fondo Monetario Internacional (FMI), afirmó que “junto con la Comisión Europea, el BCE está buscando un equilibrio adecuado entre el valor social de la privacidad y el interés público en prevenir actividades ilícitas. Aunque existen principios como la libertad contractual y la competencia, no tendría sentido emitir una moneda que no sea establecida como la de curso legal solamente porque circula electrónicamente”.
No obstante, será necesario que los usuarios “se identifiquen a sí mismos cuando accedan por primera vez a los servicios del euro digital, pero se podrán mantener varios grados de privacidad para sus pagos”.
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Entre tanto, Lagarde, el BCE y la Comisión Europea están explorando “si el euro digital podría replicar algunas características del efectivo y proporcionar mayor privacidad para pagos de menos valor y menor riesgo, incluidos los pagos offline”.
Las bondades del euro digital están todavía por definirse ante una tradicional resistencia a acabar con el dinero físico. La propuesta final pronosticada para 2023 aclarará más sobre el futuro de la divisa, que sería una realidad en 2025.