Escondidos, estudiantes de ingeniería en Ucrania convierten drones comerciales en armas de guerra que lanzan granadas sobre posiciones rusas, para apoyar a su Ejército frente a la invasión rusa.
“Nuestros cerebros son nuestros rifles”, así definen su papel durante el sangriento conflicto, estudiantes ucranianos que construyen diseños propios de drones de combate y modifican unidades comerciales para defender su país.
Dentro de la fábrica, la unidad de producción improvisada recibe órdenes de los comandantes del Ejército de primera línea a medida que se intensifica el conflicto de la guerra electrónica.
Ellos trabajan día y noche con componentes donados y recogidos, y según su fundador, Maxim Sheremetya, ya han producido 2.500 aviones no tripulados para hacer frente a los invasores.
“La mayoría de los ingenieros en mi laboratorio son estudiantes. Ni siquiera tienen 18 años. Luchan en la retaguardia, luchan usando sus cerebros. Están tratando de hacer algo. Crear drones es una parte muy importante de la guerra de los drones”, explica.
Después de nueve meses de invasión; los técnicos, académicos, aficionados y empresarios ucranianos, han unido fuerzas con la tropa para tratar de darle una ventaja frente a las fuerzas rusas. Ellos están reutilizando y modificando la tecnología de consumo.
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El equipo recibe instrucciones para construir dispositivos de reconocimiento y bombarderos. Algunos ingenieros diseñan bahías de bombas para transportar granadas en pequeños drones disponibles comercialmente.
También fabrican drones de vigilancia con cámaras térmicas, que permiten a las unidades observar a las fuerzas rusas y detectar objetivos incluso de noche. Algunos de sus diseños más grandes pueden transportar una carga útil de hasta 8 kg.
El laboratorio emplea a alrededor de 100 estudiantes de ingeniería, y hasta 60 pueden estar trabajando al mismo tiempo, empuñando soldadores, estudiando minuciosamente impresoras 3D y ajustando placas de circuitos. Las baterías recuperadas de los cigarrillos electrónicos alimentan las embarcaciones más pequeñas.
“2022 es un conflicto de guerra electrónica. La interferencia es el mayor problema en la guerra de los drones”, afirma Sheremetya.
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Entre tanto, los drones navales explosivos son un ejemplo del ingenio ucraniano, propulsados por motores de motos acuáticas. Una flota enviada para atacar barcos rusos en Crimea a finales de octubre fue descrita por un experto militar como “un vistazo al futuro de la guerra naval”.
Ingenieros y analistas militares dicen que la clave del éxito de Ucrania ha sido la flexibilidad para adaptarse y recibir comentarios rápidos de la línea del frente.
Según ellos, Rusia es formidable en el uso de la guerra electrónica para derribar drones, pero sus fuerzas no parecen adaptarse tan rápido como la parte ucraniana.
Imagen: SEN VAN DER WAL, PINTUCRES ALLIANCE