Protagonizadas por celebridades, grandes producciones del cine clásico como ‘Los diez mandamientos’ y ‘Ben-Hur’, dejaron para la historia récords de duración, anécdotas y misterios en lugares de rodaje. A continuación, algunas curiosidades de las películas bíblicas que vemos en Semana Santa.
Comencemos con ‘La pasión de Cristo’ de 2004, grabada en Cinecittá, Italia. Durante el rodaje se reportaron las caídas de tres rayos, y según The Independent, uno de ellos impactó cerca al actor James Caviezel (Jesús), cuando se hacía la secuencia del sermón de la montaña o de las Bienaventuranzas.
Caviezel relató que cargando la cruz, se dislocó el hombro cuando el peso de la madera. Después de toda esta experiencia de filmación de la película bíblica, el actor confesó haber tenido un encuentro con Dios y actualmente es un ferreo defensor de la fe y valores cristianos..
Rosalinda Celentano, quien interpretó a Satanás, basó su dieta en arroz y frijoles desde la preproducción de la cinta para constuir su personaje.
Seguimos con ‘Los diez mandamientos’ de 1956, protagonizada por Charlton Heston como Moisés. Con una duración de tres horas y 40 minutos, es una de las películas bíblicas más largas de todos los tiempos.
La súper producción tuvo aproximadamente 20 mil extras y uno de los sets de rodaje más grandes en la historia, en las dunas Guadalupe-Nipomo, en California.
El Moisés recién nacido fue interpretado por el hijo de Heston, Clarke, con tres meses de nacimiento. Heston también hizo la voz original al personaje evocado de Dios.
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La icónica escena en la que Moisés abre las aguas del mar Rojo, tardó seis meses en filmarse y para conseguirla se utilizó un gran canal de aguas laterales de los estudios Paramount. Además, la toma fue hecha en reversa.
Ben-Hur de 1959, también fue protagonizada por Charlton Heston y con ella ganó el Premio Óscar a Mejor Actor, con una de las interpretaciones más largas en la historia del cine; superando las dos horas.
Fue un hito para la industria con 15 mil extras en la espectacular escena de la carrera y alcanzando los 147 millones de dólares de recaudo en sus primeros días de estreno. También fue una película pionera en la venta de muñecos; miles con la forma de Ben-Hur, y toallas; Ben-His para hombres y Ben-Hers para mujeres.
El director William Wyler no era amigo de los héroes llorando en las pantallas. Por eso, cada vez que Ben-Hur llora, lo hace ocultando su cara o de espaldas.
Finalmente, como no referirnos a la miniserie ‘Jesús de Nazareth’ de 1977, dirigida por Franco Zeffirelli. El realizador italiano quería que Dustin Hoffmann o Al Pacino interpretasen a Jesús.
Pero cuando vio a Robert Powell -quien acudió al casting para interpretar a Judas- se dio cuenta que sus ojos tenían algo especial y que quizás su imagen podía calzar más.
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Zeffirelli pidió que caracterizaran a Powell como el Mesías para que probara el personaje con la escena del sermón de la montaña. Pero como el equipo no estaba preparado, lo único que tenían para ofrecerle al británico era una peluca rubia y una barba postiza de un color extraño.
“Franco creía que para parecer desgastado tenía que estar muerto de hambre, así que comí solo queso durante 12 días antes de grabar la crucifixión. Así que, además de nervioso y cansado, estaba muy hambriento”, declaró el actor sobre su dieta en una entrevista.
También quería que tuviera ciertos detalles que lo hiciesen, inconfundiblemente, divino. Y uno de ellos era el hecho de que en seis horas de filme no pestañeara nunca. Excepto en una escena: la de la crucifixión.
La novia del actor -Barbara Lord- decidió acompañarlo durante el rodaje en África. No obstante, en algunos países estaba mal visto que ellos conviviesen sin estar casados, por lo que la pareja tuvo que tomar una decisión apresurada y no fuese expulsada de Túnez; se casaron.
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Según el propio Powell, la crucifixión fue la escena más dura de rodar, no solo por la carga emocional que implicaba, sino porque sufrió un accidente que casi le cuesta la vida. “Al comenzar mi viaje hacia la cruz, me ataron a una barra horizontal, una tabla, que llevé en la espalda por un tramo de la calle. Luego fui elevado, con esa misma tabla, a través de cuerdas. Pero, en la primera toma, la barra comenzó a deslizarse hacia abajo y podría haberme roto la espalda si alguien no hubiese cogido la cuerda que la controlaba. Porque yo no podía manejarlo los brazos, los tenía atados”, confesó en 2015.
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