Una investigación pudo establecer que la inteligencia artificial es capaz de interpretar nuestras emociones. A través del análisis de datos multimodales, como las expresiones faciales, el tono de voz, los gestos y las señales fisiológicas, la IA está desarrollando una habilidad que hasta hace poco parecía ciencia ficción: entender cómo nos sentimos. Pero, ¿cómo funciona realmente este sistema? ¿Y por qué podría ser algo positivo para nuestra vida diaria?Pues bien, según la investigación de Feng Liu y su equipo, quienes publicaron un artículo titulado “Artificial Intelligence in Emotion Quantification: A Prospective Overview”, la IA se basa en lo que se conoce como “reconocimiento emocional multimodal”. Este sistema combina múltiples formas de entrada de datos, como imágenes de nuestro rostro, análisis de audio de nuestras voces, gestos y hasta señales fisiológicas como la frecuencia cardíaca, para identificar nuestras emociones. Por ejemplo, una sonrisa puede ser procesada por algoritmos de visión computacional y analizada en conjunto con el tono de voz para determinar si una persona está feliz, nerviosa o incluso ansiosa.
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Liu explica que esta tecnología ha sido posible gracias a los avances en el aprendizaje automático y las redes neuronales. Los sistemas de IA son entrenados con grandes volúmenes de datos, lo que les permite reconocer patrones emocionales y afinar su capacidad para interpretar emociones humanas. Además, al tratarse de un sistema que “aprende” con el tiempo, su precisión mejora con cada interacción, haciéndolo más fiable en la identificación de estados emocionales complejos.
¿Cómo esto me puede beneficiar?
Según el estudio esta habilidad de la IA para leer emociones tiene el potencial de mejorar numerosos aspectos de nuestras vidas. En el ámbito del servicio al cliente, por ejemplo, esta tecnología podría hacer que las interacciones con las empresas sean más personalizadas y empáticas. Imagina estar en una llamada con un servicio al cliente y que la IA detecte que estás molesto o frustrado. Automáticamente, el sistema podría adaptar su respuesta para tranquilizarte, brindándote un servicio más humano y eficiente. En su investigación, Liu y su equipo también señalan que el uso de esta tecnología en el campo de la salud es prometedor. Los sistemas de IA podrían ayudar a los médicos a monitorear el estado emocional de los pacientes sin la necesidad de cuestionarios invasivos.
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Esto sería útil en casos donde los pacientes tienen dificultades para expresar sus sentimientos, como aquellos con discapacidades de comunicación o trastornos mentales. En esos casos, la IA podría detectar signos de ansiedad, depresión o estrés antes de que estos se vuelvan problemas graves.Por otra parte, los beneficios no se limitan al servicio al cliente o la atención médica. El uso de IA en la salud mental es uno de los campos más prometedores. Muchos estudios, incluyendo los de la Universidad de East China Normal, demuestran que la IA podría identificar estados emocionales que sugieren el inicio de una depresión o un episodio de ansiedad, incluso antes de que el individuo sea consciente de ello. Por ejemplo, en personas con Alzheimer o esquizofrenia, los cambios emocionales pueden ser sutiles, pero importantes. Con un sistema de IA monitoreando continuamente estos cambios, los cuidadores podrían recibir alertas y actuar a tiempo para prevenir una crisis emocional. Los investigadores Feng Liu y su equipo señalan que este tipo de monitoreo constante podría reducir la carga sobre los profesionales de la salud mental y permitirles intervenir de manera más oportuna.Sin embargo, estos avances podrían tener alguna incidencia en tanto a lo legal y ético, pues lo que más le preocupa a las personas es su privacidad. En tanto a esto, hay que tener en cuenta que para que la IA pueda leer nuestras emociones, necesita acceder a datos personales muy sensibles, como imágenes de nuestras expresiones faciales o grabaciones de nuestra voz.
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El investigador, Liu también señala que hay un problema de precisión en algunos contextos. La IA aún tiene dificultades para interpretar emociones más complejas o matizadas. Una sonrisa, por ejemplo, no siempre significa felicidad; también puede ser una señal de nerviosismo o incomodidad. Los sistemas de IA necesitan mejorar su capacidad para distinguir entre estos matices emocionales para ser verdaderamente efectivos en aplicaciones del mundo real. Otro aspecto que se debe tener en cuenta, es el sesgo cultural. Las emociones no se expresan de la misma manera en todas las culturas, lo que significa que una IA entrenada en datos de una cultura específica podría interpretar incorrectamente las emociones de personas de otras culturas. Este es un problema que los investigadores están tratando de solucionar, pero que aún requiere más estudios y avances tecnológicos.
Imagen: Archivo ENTER.CO