Por: Carolina Giraldo
La película La Sustancia realmente me impactó. Aunque no soy experta en cine, disfruto mucho de las películas y me encanta analizar lo que me hacen sentir.
Primero que nada, la actuación de Demi Moore me pareció espectacular. De hecho, creo que debería estar nominada al Oscar. En el papel de una mujer que lucha contra el paso del tiempo y las presiones de la vejez, transmite emociones con una intensidad impresionante. Su mirada refleja el dolor y la lucha por aceptarse a sí misma, mostrando una vulnerabilidad que, a su vez, se equilibra con una fuerza interna que resulta profundamente inspiradora. Es un retrato muy humano de la dificultad de aceptar el envejecimiento, algo con lo que todos, hombres y mujeres, se pueden identificar hoy en día.
Por otro lado Margaret Qualley, también hace un gran trabajo. Su personaje representa la juventud de Demi Moore, y las inseguridades propias de esa etapa de la vida. Me fascinó cómo la película logra conectar la experiencia de la juventud con la de la madurez, mostrando cómo la lucha por la aceptación y la identidad trasciende el tiempo.
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Una de las cosas que más me impactó de La Sustancia fue cómo la directora usa las deformidades físicas para transmitir un mensaje profundo sobre la aceptación y la autoimagen. Investigando un poco sobre su estilo, encontré que Coralie Fargeat tiene una manera muy visceral y visualmente impactante de contar historias. Suele usar imágenes muy poderosas para expresar emociones, y sus películas exploran temas como la resiliencia, la lucha y la identidad. Lo interesante es que sabe equilibrar la crudeza emocional con momentos más reflexivos, lo que hace que sus películas sean entretenidas y generen impresión en el espectador.
La película logra mostrar las luchas internas de los personajes de una manera tal que no podemos ignorarlas. No se limita a mostrar el envejecimiento natural, sino que parece decirnos: “Esto es lo que pasa cuando la sociedad ejerce tanta presión para que las personas se vean de una determinada manera”. Las deformidades no son solo un recurso estético, sino que, a mi parecer, también reflejan el dolor y la desesperación de los personajes en su búsqueda de aceptación.
Estas representaciones exageradas, además, sirven para subrayar el tema de la autodestrucción. A medida que los personajes intentan encajar en un ideal de belleza inalcanzable, sus cuerpos comienzan a sufrir consecuencias devastadoras. La película nos recuerda que la obsesión con la apariencia física puede convertirse en una prisión tan poderosa que termina afectando nuestra salud mental y emocional.
Si te interesa una película que te haga reflexionar sobre la autoaceptación y las presiones de la sociedad, La Sustancia es una excelente opción. Con actuaciones impresionantes y un tratamiento muy profundo de los temas de la vejez y la identidad, definitivamente te dejará pensando.
Imagen: Captura de Pantalla