Muere Manuel Elkin Patarroyo, pionero en la ciencia y la investigación de vacunas sintéticas

Elkin Patarroyo

Este 9 de enero de 2025, Colombia perdió a uno de sus más grandes científicos, Manuel Elkin Patarroyo. A los 78 años, el inmunólogo y médico cirujano, conocido mundialmente por sus investigaciones sobre la malaria, falleció en Bogotá, dejando un legado imborrable en la ciencia y en la salud pública. La Universidad Nacional de Colombia, institución en la que Patarroyo forjó gran parte de su carrera, confirmó su muerte y expresó sus condolencias a la familia, amigos y discípulos del científico.

 

Manuel Elkin Patarroyo nació en Ataco, Tolima, en 1946. Su pasión por la medicina lo llevó a estudiar en la Universidad Nacional de Colombia, donde obtuvo su título de médico cirujano en 1971. Posteriormente, se especializó en inmunología en la Universidad de Yale y realizó estudios postdoctorales en el Instituto Karolinska de Estocolmo, Suecia, donde consolidó su interés por las vacunas y el combate a enfermedades infecciosas.

 

A lo largo de su carrera, Patarroyo se destacó no solo por sus logros científicos, sino también por su incansable dedicación a la formación de nuevas generaciones de científicos colombianos. En 1983, fundó el Instituto de Inmunología del Hospital San Juan de Dios en Bogotá, un espacio que se convirtió en un referente académico para investigadores y médicos interesados en la inmunología. Fue un gran formador de magísteres y doctores en salud, muchos de los cuales hoy ocupan importantes cargos en centros de investigación a nivel global.

La vacuna contra la malaria, su legado más conocido

 

El mayor logro de Patarroyo fue el desarrollo de la vacuna sintética SPf66, destinada a combatir la malaria, una de las enfermedades más mortales en regiones tropicales. Entre 1986 y 1988, Patarroyo y su equipo trabajaron incansablemente en la creación de esta vacuna, que fue la primera en su tipo a nivel mundial. A pesar de las esperanzas generadas, la vacuna no alcanzó los niveles de eficacia necesarios para su uso masivo y fue retirada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) después de los estudios clínicos que demostraron su ineficacia.

 

Aunque el fracaso de la vacuna SPf66 fue un golpe duro para la comunidad científica y para el propio Patarroyo, el científico nunca dejó de luchar por sus ideales y continuó con su labor investigativa. Su trabajo, aunque controversial en algunos momentos, siempre estuvo marcado por su convicción de que la ciencia podía cambiar el rumbo de enfermedades olvidadas y desatendidas.

 

A lo largo de su carrera, Patarroyo fue galardonado con numerosos premios, entre ellos el Premio Nacional de Ciencias, el Premio Príncipe de Asturias y la Medalla de Edimburgo. Fue miembro de diversas academias científicas y recibió doctorados honoris causa por parte de universidades de prestigio como la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad Nacional de Colombia y la Universidad Metropolitana de Barranquilla. Su aporte a la ciencia no solo trascendió fronteras, sino que dejó una huella profunda en la investigación biomédica a nivel mundial.

Un legado que perdura

 

Gabriela Delgado, decana de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional, expresó en un comunicado que Patarroyo fue “un hombre que abrió caminos para generaciones como la mía”. Destacó que su trabajo en el Instituto de Inmunología del Hospital San Juan de Dios permitió la formación de generaciones de científicos que hoy siguen su legado, muchos de los cuales continúan haciendo investigaciones vitales en el campo de la salud.

 

Carlos Soto, discípulo de Patarroyo, también recordó con cariño al científico, resaltando la importancia de su enfoque en la ciencia como herramienta para resolver los problemas de salud en el país. “Nos inculcaba que valía la pena trabajar por el país y que solo íbamos a salir de los problemas con conocimiento”, dijo Soto, quien sigue comprometido con la misión de Patarroyo de hacer de Colombia un referente en investigación científica.

 

Patarroyo fue un hombre que, a pesar de las controversias y los desafíos a los que se enfrentó, siempre mantuvo su pasión por la ciencia. Su valentía para enfrentarse a las críticas, sus logros en la investigación científica y su compromiso con la salud pública lo convierten en una figura indispensable en la historia de la ciencia colombiana y mundial.

 

Su muerte deja un vacío difícil de llenar, pero su legado vivirá en cada avance, en cada estudiante que pasó por sus manos y en cada esfuerzo por hacer de la ciencia una herramienta para mejorar la vida de las personas. Colombia ha perdido a uno de sus más grandes hijos, pero el mundo sigue deudor de su incansable labor.

Digna Irene Urrea

Digna Irene Urrea

Comunicadora social y periodista apasionada por las buenas historias, el periodismo literario y el lenguaje audiovisual. Aficionada a la tecnología, la ciencia y la historia.

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