¿Realmente “la cocaína no es peor que el whisky” como lo dijo el presidente Gustavo Petro?

cocaína whisky

En la reciente reunión del consejo de ministros (que se salió un poco de control), el presidente de Colombia, Gustavo Petro, afirmó que “la cocaína no es peor que el whisky”, sugiriendo que la ilegalidad de la cocaína se debe más a su origen latinoamericano que a sus efectos en la salud, pero ¿qué tan cierto es esto?

Esta declaración ha generado un intenso debate sobre la comparativa entre los daños que causan el alcohol y la cocaína. Lo cierto es que ambas sustancias tienen efectos adversos significativos, pero es esencial analizar las evidencias científicas para comprender sus impactos.

Impacto del alcohol en la salud 

El alcohol es una sustancia legal y ampliamente consumida en muchas culturas. Su consumo excesivo está asociado con más de 200 enfermedades y trastornos, incluyendo cirrosis hepática, diversos tipos de cáncer y enfermedades cardiovasculares. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el consumo nocivo de alcohol contribuye anualmente a 3 millones de muertes en todo el mundo, representando el 5.3% de todas las defunciones.

En Colombia, el consumo de alcohol es prevalente. El “Estudio Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas Colombia”, aunque un poco antiguo, reveló que un porcentaje significativo de la población ha consumido alcohol en el último mes, con patrones preocupantes de consumo excesivo en ciertos grupos demográficos.

Impacto de la cocaína en la salud 

La cocaína es una droga ilegal con potentes efectos estimulantes. Su consumo puede llevar a serios problemas de salud, como infartos de miocardio, accidentes cerebrovasculares y trastornos psiquiátricos, incluyendo ansiedad, paranoia y psicosis. Además, la cocaína tiene un alto potencial adictivo, lo que puede conducir a un uso compulsivo y a la dependencia. Un estudio realizado en la Comunidad Valenciana en 2024 indicó que el consumo de cocaína y cannabis multiplica por 19 las tendencias suicidas, evidenciando los graves riesgos asociados a su uso.

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Entonces, ¿cuál es peor, la cocaína o el whisky?

Comparar directamente el daño causado por el alcohol y la cocaína es complejo debido a diferencias en patrones de uso, contextos culturales y legales, y mecanismos de acción en el organismo. Sin embargo, algunos estudios han intentado evaluar el daño relativo de diversas sustancias.

Por ejemplo, una investigación publicada en “The Lancet” en 2010, liderada por el profesor David Nutt, desarrolló una escala de daño que consideraba tanto los efectos en el individuo como en la sociedad. En este estudio, el alcohol obtuvo una puntuación de daño total más alta que la cocaína, principalmente debido a su amplia disponibilidad y uso, así como a los daños sociales asociados, como accidentes de tráfico y violencia. Es importante destacar que, aunque el alcohol puede tener un mayor impacto social debido a su legalidad y prevalencia, esto no minimiza los riesgos significativos que la cocaína representa para la salud individual. En el caso de esta droga, su consumo está más relacionado con los suicidios.

Lo cierto es que las declaraciones del presidente Petro han reavivado un debate crucial sobre las políticas de drogas y la percepción pública de sustancias legales e ilegales. Si bien es cierto que el alcohol, debido a su legalidad y aceptación social, contribuye a una carga significativa de enfermedad y muerte, la cocaína, aunque menos consumida, presenta riesgos agudos y crónicos graves para la salud.

Sin embargo, no hay investigaciones recientes que evidencien el verdadero daño de ambas sustancias. Es esencial que las políticas públicas se basen en evidencias científicas y consideren tanto los daños individuales como sociales de cada sustancia. La educación y la prevención deben ser pilares fundamentales para reducir el consumo perjudicial de cualquier droga, legal o ilegal, y para promover una sociedad más saludable y consciente de los riesgos asociados al consumo de sustancias psicoactivas.

En última instancia, comparar la peligrosidad de la cocaína y el whisky debe ir más allá de una simple equiparación, considerando las complejidades de sus efectos, patrones de uso y consecuencias sociales. Un enfoque integral y basado en la evidencia es crucial para abordar los desafíos que ambas sustancias representan para la salud pública.

Imagen: Taylor Friehl

Alejandra Betancourt

Alejandra Betancourt

Dicen que una buena manera de viajar es a través de la lectura, a mí me gusta navegar entre las letras y construir también mis propios trayectos. Me interesa que todos sepamos lo que sucede en el mundo, así que estudié Comunicación Social. Actualmente y con el propósito de escribir mis cuentos y próximas novelas, estudio Creación Literaria.

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