Donald Trump ha vuelto a sacudir el panorama de la movilidad en Estados Unidos al revertir políticas que impulsaban el uso de carros eléctricos. En un nuevo anuncio que ha encendido debates tanto en el sector automotriz como en el ambiental, el presidente ha eliminado ayudas e incentivos que favorecían la transición hacia una movilidad más limpia.
Eliminación de subsidios para la infraestructura de carga
Una de las acciones más polémicas ha sido la cancelación de los fondos federales destinados a la instalación de estaciones de carga para autos eléctricos. Durante la administración anterior, se habían previsto 7.500 millones de dólares para crear una red de 500.000 puntos de carga en todo el país. Con esta medida, se interrumpe un plan que pretendía facilitar la adopción de tecnologías limpias, lo que ha levantado numerosas críticas sobre un posible retroceso en la transición energética.
Retiro de incentivos fiscales para la compra de vehículos eléctricos
Otra medida determinante es la potencial eliminación de los créditos fiscales, que ofrecían hasta 7.500 dólares para quienes optaran por un auto eléctrico. Estos incentivos contribuían a que la compra de vehículos ecológicos fuera más accesible, favoreciendo la competitividad de marcas líderes en el mercado. Al suprimir estos beneficios, se corre el riesgo de encarecer la inversión en tecnologías verdes y, por ende, reducir la demanda de vehículos eléctricos en un mercado cada vez más globalizado.
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Relajación de las regulaciones de emisiones
Una de las decisiones más controvertidas es la propuesta de flexibilizar los estándares ambientales para los nuevos vehículos. Según esta medida, se permitiría que los autos emitan hasta un 25% más de contaminantes que lo estipulado por las normas actuales. Esta relajación de los límites de emisiones se interpreta como un intento de aliviar la presión sobre la industria de combustibles fósiles, pero al mismo tiempo contradice el impulso global hacia una movilidad más limpia y sostenible.
Si bien los defensores de estas acciones argumentan que eliminar subsidios y flexibilizar normas favorece la “libre competencia” y respeta la elección del consumidor, numerosos críticos sostienen que estas medidas son contraproducentes. Según ellos, al retirar apoyos fundamentales, se dificulta la adopción masiva de vehículos eléctricos, lo que a la larga podría afectar negativamente la innovación en el sector.
Expertos en la materia señalan que, en un mundo donde la transición hacia energías limpias es cada vez más decisiva, estas decisiones podrían dejar a Estados Unidos en desventaja frente a otros países que avanzan con paso firme hacia la electrificación.
Lo cierto es que el impacto de estas políticas va más allá de una simple modificación en la asignación de recursos. Al reducir el apoyo a la infraestructura y a los incentivos fiscales, se pone en riesgo el crecimiento del mercado de vehículos eléctricos, lo que podría ralentizar la adopción de tecnologías que son clave para la lucha contra el cambio climático.
Imagen: Roger Starnes Sr