En 2024, por primera vez en la historia reciente, el número de transacciones digitales en Colombia superó al de pagos en efectivo. Con más de 2.000 millones de operaciones electrónicas, el país muestra un nuevo camino hacia una economía sin billetes.
Impulsados por el auge del comercio móvil, las fintech y la conectividad, los pagos alternativos —como los códigos QR, billeteras digitales y transferencias por WhatsApp— se han convertido en la nueva normalidad financiera para millones de colombianos.
Lo que empezó como una respuesta a la pandemia se ha convertido en una transformación estructural. Hoy, incluso en tiendas de barrio, los letreros que invitan a pagar con QR o Nequi superan a los de “se recibe tarjeta”.
Según la Superintendencia Financiera, las billeteras digitales crecieron un 120 % entre 2020 y 2024. Y tan solo entre julio y diciembre del último año, se realizaron 105 millones de transferencias en tiempo real, marcando un récord histórico.
Una de las formas de pago que más crecimiento ha tenido es el código QR, cuya adopción aumentó un 85 % en 2024. Plataformas como Mercado Pago aseguran que las compras con QR se triplicaron frente al año anterior.
“Colombia ha dado un salto impresionante en pagos sin contacto. El país se posiciona como líder en la región”, afirma Clara Reyes, analista de tendencias digitales en Latin Tech Observatory. “Lo que vemos es una democratización del acceso financiero”.
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El comercio electrónico ha sido un gran catalizador. Según la Cámara Colombiana de Comercio Electrónico, el 78 % de los comercios ya vende por internet, obligando a adaptar métodos de pago más flexibles, seguros y económicos.
En este escenario, las fintech han ganado protagonismo. Una de ellas es DRUO, que permite realizar pagos directos desde cuentas bancarias, sin tarjetas ni intermediarios, con solo un clic. “Es como una transferencia bancaria instantánea, pero automatizada”, explica Alejandro Pinzón, CEO de DRUO.
Este tipo de pagos reduce costos de operación y tiempos de espera. Según Pinzón, el costo por transacción puede ser hasta 80 % menor que en métodos tradicionales, una diferencia que impacta directamente a pequeños negocios y emprendedores.
Además del ahorro, la seguridad digital ha sido un eje clave en la masificación. Hoy, empresas del sector usan tecnologías como reconocimiento facial, verificación de identidad en línea y monitoreo con inteligencia artificial para prevenir fraudes.
“En DRUO procesamos más de un millón de operaciones en 2024 y superamos los 104 millones de dólares en volumen”, indica Pinzón. “Todo eso con protocolos de seguridad que se actualizan en tiempo real”.
Sin embargo, esta revolución aún enfrenta tres desafíos fundamentales. El primero es mejorar la interoperabilidad bancaria, ya que solo el 40 % de las transferencias se hacen entre bancos distintos, lo que limita el ecosistema.
El segundo reto es expandir la cobertura en zonas rurales, donde el acceso a internet y la conectividad financiera todavía es precario, lo cual mantiene al efectivo como la única opción en muchos territorios.
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Y el tercero es la educación financiera. Si bien las apps son intuitivas, la confianza del usuario sigue siendo un factor crucial para que estas tecnologías tengan una adopción masiva, especialmente entre adultos mayores y poblaciones vulnerables.
“El éxito de los pagos alternativos no depende solo de la tecnología, sino de la confianza. Y esa se construye con educación, transparencia y resultados”, concluye Reyes.
Así, Colombia avanza hacia un modelo financiero más moderno e inclusivo. Lo que hace cinco años parecía una novedad, hoy es una necesidad. Y en el corto plazo, los pagos alternativos no solo transformarán la economía, sino también la cultura financiera del país.
Imagen: Archivo ENTER.CO