Sin embargo, lo que llama la atención de esta tendencia no es que los niños se hayan convertido en unos gomosos de la tecnología, sino que sus padres han encontrado en los modelos de última generación, que incluyen GPS (sistema de posicionamiento global), una manera de controlar las actividades de sus hijos.
Estos teléfonos ofrecen un mapa en tiempo real de la ubicación del usuario, lo que permite a los mayores ver dónde está o dónde ha estado el menor. También, los padres tienen la opción de recibir una alerta si el niño va más allá de los límites de un mapa previamente establecido.
Los expertos señalaron que nadie duda de la importancia de poder localizar a los niños inmediatamente, pero advirtieron que estas tecnologías pueden causar adicción, problemas de autoestima y de rendimiento escolar.
Además, alertaron que cada vez más adolescentes no pueden vivir sin el teléfono y el envío de mensajes a sus amigos es constante.
REDACCIÓN TECNOLOGÍA
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