Eran más o menos las tres de la mañana. Ante la imposibilidad de conciliar el sueño (ustedes saben, el estrés laboral, el cansancio físico y hasta las penas de amor) tomé a tientas el control remoto del televisor y busqué el primer canal nacional disponible, una estrategia que nunca me falla cuando quiero quedar ¿fundido¿.
Aterricé en un rap insoportable que sirve como apoyo a la campaña Internet Sano, con la que el Ministerio de Comunicaciones busca combatir el uso de la red como medio para la explotación sexual infantil.
Durante varios minutos me quedé mirando la seguidilla de comerciales dirigidos a educadores, padres, instituciones y niños, con los que el Gobierno pretende que la comunidad prevenga y denuncie los hechos relacionados con este delito.
Al día siguiente entré al sitio oficial de Internet Sano (www.internetsano.gov.co) para navegar un rato. Personalmente incluiría allí más información que la que ahora se encuentra y trataría de hacerla mucho más atractiva. También contemplaría la posibilidad de revisar los comerciales de televisión, pues a pesar de lo monótono y repetitivo del insoportable rap tuve que ingresar al sitio web del Ministerio para recordar el nombre de la campaña, que no se me quedó ni por hipnopedia.
Aparte de eso, valoro el esfuerzo del Ministerio y de todas las instituciones públicas y privadas que trabajan para proteger a los niños de los peligros que los acechan. Todo lo que se haga para evitar el uso de Internet como medio para cometer cualquier tipo de delito es poco.
Y hago énfasis en la Red como medio y no como responsable, pues la explotación sexual infantil existía, existe y seguirá existiendo ¿lamentablemente¿ con o sin Internet. Por eso la solución no es apagar el computador, como tampoco lo es prohibirles a los menores hablar por teléfono o salir a la calle, donde también pueden convertirse en víctimas del abuso.
Justamente, actitudes como estas que acabo de mencionar son las que más me preocupan. Frases como ¿apague ese computador¿, ¿no navegue por Internet¿ o ¿la Red es un nido de pornografía y basura¿ son ¿argumentos pedagógicos¿ obsoletos que ponen en evidencia la falta de conocimiento de muchos adultos sobre el verdadero valor de Internet¿ que, como todas las herramientas, es buena o mala según como se utilice.
Me preocupa sobremanera que los niños de hoy les llevan una ventaja enorme a sus padres en materia de conocimiento tecnológico, de manera que en muchos casos ¿me atrevería a especular que en la mayoría de ellos¿ estos últimos no tienen la autoridad suficiente para orientar a los pequeños, y por ello optan por una de dos actitudes, ambas igual de nocivas: reprimir o permitir sin restricciones.
Evidentemente, mi especulación no está sustentada en un estudio estadístico. Simplemente, de domingo a domingo convivo en diferentes ámbitos con padres, muchos padres, para los que el computador e Internet son bichos raros, que sirven para realizar dos o tres labores específicas y nada más. Cualquier cosa que se salga del esquema cotidiano en el que usan el PC, de manera puramente operativa, es inútil o es pecado.
Me preocupan los niños y cómo educarlos para que no sean víctimas del abuso sexual a través de Internet. Pero me preocupan más los padres, los maestros y las instituciones que no están preparados para darles una buena educación en este aspecto, y que divagan entre la represión y la permisividad total, sin darse cuenta de la magnitud del fenómeno.
No saber usar el computador ni navegar por Internet no es pecado, pero no interesarse por aprender a hacerlo para poder darles una mejor educación a nuestros hijos es un problema que trasciende los límites de la tecnología. Es imposible enseñar lo que no se sabe y los que pagan la ignorancia de los mayores, lamentablemente, son los niños.
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