JAVIER MÉNDEZ
EDITOR DE TECNOLOGÍA
Después de leer todas las sandeces que rodearon el lanzamiento del iPhone en E.U. (gente acampando frente a las tiendas de Apple, referencias a ese bicho como el ¿teléfono de Dios¿ y demás), me había convencido de que esta vez no entraría en el juego de mercadeo hiberbólico que suele caracterizar el lanzamiento de productos de Apple. No pensaba escribir una línea sobre el aparato, que es un híbrido entre teléfono inteligente y reproductor de audio y video.
Tengo claro que no caer en el juego de seducción de Apple es difícil. Aparte de que sus productos son sin duda atractivos, hace unos años estuve en el lanzamiento de unos iMac en la feria MacWorld, y pude comprobar que Steve Jobs es un encantador de serpientes y el mejor vendedor del planeta.
Ese día los fans de Apple lo escuchaban como a un líder religioso, y admito que si hubiera tenido el dinero, yo mismo habría comprado un Mac, pese a que me parecen caros, e incluso habría abjurado de Windows, si alguien me lo hubiera pedido. Pero como en esta ocasión estaba a miles de kilómetros, supuse que el acto de hipnotismo colectivo de Jobs no me iba a afectar. Hasta que vi el iPhone en funcionamiento¿
No he tenido uno en mis manos, pero Apple publicó un video de 25 minutos en su sitio web, que muestra con gran detalle cómo trabaja (es de 330 MB, y está en www.apple.com/iphone/usingiphone).
El iPhone tiene un diseño impecable, tal como el iMac, el iPod y otros productos de la firma, pero su magia está bajo la piel del equipo: es el software. Apple reinventó la interfaz que comunica al usuario con el dispositivo y logró que fuera más humana.
De hecho, esa siempre ha sido la gracia de Apple: hacer que las máquinas se acomoden lo más posible a la forma de trabajo de los humanos (como cuando lanzó el Mac en 1984, basado en íconos y ventanas) y no al revés (como en MS-DOS, el sistema que usaban los demás PC ese mismo año).
En el iPhone, por ejemplo, el usuario utiliza todas las funciones tocando íconos y moviendo objetos con sus dedos sobre una pantalla táctil. Si quiere desplazarse por una página web, no manipula barras de desplazamiento con un cursor, sino que mueve la página con un dedo hacia arriba, abajo o a los lados, tal como haría con una hoja sobre una mesa.
Para ver una foto, se toca el ícono que la representa; para ver la siguiente en esa carpeta, la foto se empuja con el dedo hacia la izquierda; si aparece una imagen horizontal, el iPhone se voltea 90 grados y un sensor de movimiento gira también la foto en la pantalla.
Para ver qué temas incluye un álbum, se toca la carátula y esta gira y muestra en la contraportada la lista de canciones. Para darle zoom a una foto o un documento de Word, se usan los dedos índice y pulgar para estirar el objeto del centro hacia afuera, como si este fuera de caucho.
En la parte de hardware, el iPhone tiene limitaciones, como no incluir ranura para tarjetas flash, pero el equipo mejorará en las siguientes versiones. Lo que Apple ha impuesto aquí es un concepto de uso, y seguramente va a pegar. Por ahora, sin embargo, no espere el iPhone en Colombia; Apple dijo que no llegará a otros mercados antes del 2008.
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