Por JAIME E. DUEÑAS M.
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En días pasados, mientras la endodoncista taladraba uno de mis molares para poner fin a una dolencia que me venía afectando desde hacía varios días, el sonido de su teléfono celular interrumpió temporalmente la sesión.
Hábilmente, la doctora aprisionó el aparato entre el hombro y la oreja, y comenzó a hablar mientras la fresa seguía abriéndose paso hacia lo más profundo de mi maxilar superior.
Aunque el contenido de la charla era lo suficientemente interesante como para captar mi atención, me causó más curiosidad el diseño del aparato¿ del teléfono, no de la fresa.
El teclado no tenía la disposición tradicional de tres filas verticales de números, sino que solamente tenía dos filas. La de la izquierda tenía los números impares (del 1 al 9) y la de la derecha ¿adivinen-, los pares (del 2 al 8, más el 0).
Supongo que al final de cada fila se encontraban las famosas teclas asterisco (*) y número (#), pero el temor a que la charla fuera más interesante que mi tratamiento de conductos me distrajo por un momento, en el que llegué a pensar que la fresa podría afectarme el nervio óptico¿ por eso no me fijé bien.
Un teléfono con dos filas de números, en lugar de tres¿ ¡Toda una revolución del diseño! Y un atentado contra la funcionalidad¿
Una de las cosas interesantes del centro odontológico donde me estaban haciendo el tratamiento (y me imagino que todos funcionan de la misma forma) es que el médico de turno se puede sentar en cualquier consultorio, porque todos son iguales: las sillas son iguales, las luces son iguales, las fresas son iguales, el susto del paciente es igual¿
Con los teléfonos celulares sucede lo mismo: aparte de las funcionalidades propias de cada fabricante, que pueden hacer variar el diseño y la disposición de algunos botones adicionales, el teclado es igual en todos, porque la idea no es que el usuario tenga que volver a aprender cómo marcar un número cada vez que cambia de aparato.
Estoy seguro de que si a la endodoncista le cambian el diseño del instrumental odontológico en cada consultorio por el que tiene que pasar, me abre el conducto hasta el tímpano. De hecho, supongo que su destreza para taladrar mientras habla por teléfono sin causar daño en el paciente (porque el conducto me quedó impecable, para qué) tiene que ver, precisamente, con el hecho de que las herramientas que usa son estándar, son iguales en todas partes.
El asunto del teléfono de la endodoncista no es más que un ejemplo para ilustrar un tema que afecta por igual a los usuarios de dispositivos de comunicaciones, televisores, equipos de sonido, hornos microondas, controles remotos, computadores, relojes, carros, sitios web¿ en fin, mencionen lo que se les ocurra: muchas veces, el diseño es un obstáculo para la funcionalidad.
Algunos fabricantes se preocupan por hacer que las cosas se vean bonitas, así no sean muy fáciles de usar. Y lo peor es que, muchas veces, los usuarios caemos en la trampa.
Hace algunos días, una amiga muy querida me pidió una recomendación para comprar un computador portátil¿ No sé para qué lo hizo, si desde el principio ya tenía claro por cuál se iba a decidir: ¡por el más bonito! No importaba si era el más costoso o el menos funcional¿ ella quería el más bonito.
Yo mismo debo confesar que uno de mis principales argumentos para preferir el iPod sobre otros reproductores de música fue su diseño¿ aunque estoy seguro de que no sacrifiqué funcionalidad por belleza al hacer la elección.
En este punto es pertinente aclarar que no creo que la estética necesariamente vaya en contra de la funcionalidad. Las dos cosas pueden ir de la mano y apoyarse mutuamente¿ Pero hay fabricantes, como el del teléfono de las dos hileras de números, que ponen a pelear los dos conceptos.
Y los hay peores: aquellos que hacen aparatos espantosos y difíciles de usar¿ En mi muy humilde opinión, creo que los que hacen equipos de sonido se llevan el premio¿ algunos llenaron estos aparatos de una cantidad de relojitos y lucecitas que rayan en lo lobo.
A lo mejor mi endodoncista y todos los usuarios del mismo modelo de celular que ella utiliza ya se acostumbraron a marcar teléfonos en su teclado de dos hileras, pero la facilidad de uso no debería ser algo a lo que se llegue a fuerza de costumbre¿ Los diseñadores deberían saberlo y los usuarios deberíamos exigirlo.
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Jaime dueñas es el mejor columnista
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