En la intersección de la vista y el oído ocurren cosas asombrosas. Es posible “vestirse para que la ropa suene bien” y “hacer un concierto con los rostros de la gente“. Neil Harbisson, un catalán de origen escocés que sufre de acromatismo –una condición que le impide percibir los colores con el ojo–, mostró en Campus Party cómo su ‘iborg’, un pequeño lente acoplado a su cabeza que capta los colores y emite sonidos que corresponden con sus frecuencias, le permite percibir el mundo de una forma muy particular.
El ‘iborg’ es una especie de antena que se pierde en su cabellera. Está conectada a sus huesos auditivos, lo que le permite escuchar sin perderse de los sonidos del ambiente. En septiembre, se hará una nueva cirugía para que el dispositivo se integre totalmente con el hueso. Aún le causa otras molestias: para cargarlo, debe conectarlo con un adaptador a la corriente eléctrica. Nunca se lo puede quitar y tampoco le puede caer agua en exceso.
Cuando comenzó con el proyecto en 2004, cargaba con un computador de cinco kilos y unos audífonos. Cuando comenzó a usarlo, sufría de dolores frecuentes de cabeza. Pero al poco tiempo, los colores que suenan se convirtieron en parte de su percepción. “El gran paso fue cuando empecé a soñar ‘en color’. Me di cuenta de que el software era una parte de mí mismo y de mi cerebro”, dijo en la conferencia.
Harbisson estudió arte por que estaba obsesionado con el color. Se dio cuenta de que se estaba perdiendo de algo. “Mi vida era como una televisión a blanco y negro. No podía ignorar el color el resto de mi vida, el color está en todas partes“, cuenta. La idea del ‘iborg’ surgió luego de que asistió a una conferencia de cibernética en la que se dio cuenta de que podía expandir los sentidos.
Hoy, vive en ese punto intermedio entre el color y el sonido, lo que le ha permitido experimentar en las fronteras entre los sentidos. Se viste para sonar bien y se puede comer su canción favorita. Convierte la música en imágenes y a las personas en sonidos. “Cada rostro tiene una frecuencia única“, dice.
Su tono favorito es el berenjena, un violeta oscuro y saturado que tiene un sonido muy agudo y fuerte. Además, los colores tienen para él un significado diferente al que suelen tener para quienes pueden verlos con los ojos.”El rojo es el color más inocente porque es el que tiene la frecuencia más baja. En cambio, en la cultura se asocia con violencia“.
Cuando otras personas comenzaron a buscarlo para que les ayudara a convertirse en cyborgs, decidió crear la Fundación Cyborg para ayudarlas. En ella, ha comenzado a trabajar en otros dispositivos. Uno de ellos es el ‘earborg’, que es un ‘iborg’ en reversa: convierte los sonidos en colores.
Harbisson está convencido de que el ‘cyborguismo’ –como le gusta llamarlo– es el futuro de la tecnología. “El gran cambio de este siglo es que incorporemos Internet en nuestro cuerpo”, dice. ¿Es buena idea? Según él, eso permitirá que “podamos interactuar con la tecnología en nuestro propio cuerpo, sin necesidad de elementos externos”. Además es barato: “Lo costoso de la tecnología son los elementos externos”, afirma. Si no necesitamos de teléfonos o computadores para utilizarla, su costo –dice– bajará.
Pero lo más importante no es eso. Para él, la ventaja más grande de usar la tecnología para ampliar nuestros sentidos es que así podremos incrementar nuestro conocimiento. Como él dice, “el poder extender nuestras percepciones nos permite saber mejor quiénes somos y dónde estamos“.