Cuando los usuarios de Twitter graban un video y quieren compartirlo con sus seguidores en el servicio de los 140 caracteres, deben subirlo primero a servicios como yFrog o Twitvid, si es que no quieren cargarlo a YouTube o Vimeo y hacer luego el proceso manual de compartir el link. Pues bien, Twitter estaría pensando en crear una mejor solución por medio de su propio servicio de videos.
Según reporta AllThingsD, Twitter tendría planes de construir un servicio para que sus usuarios puedan subir video a sus ‘timelines’ directamente desde su propia aplicación móvil, sin pasar por terceros. Esa sería la razón detrás de la compra de Vine, una startup que desarrolla un producto que facilita compartir clips de video muy cortos en redes sociales, pero que nunca entró en servicio.
Lo que ofrecía Vine era la grabación de clips muy cortos, los cuales automáticamente eran unidos por el servicio en un video más grande y finalmente publicados. Había recibido financiación de algunos de los mayores inversionistas de riesgo de Silicon Valley, logrando así recoger 13 millones de dólares de capital.
AllThingsD afirma que este movimiento no impediría que los usuarios hagan lo que suelen hacer: compartir material de servicios más consolidados por medio de tuits: “Esto no significa que Twitter espere que sus usuarios comiencen a usar su solución propia para la mayoría de videos que se comparten a través del servicio“, escribe.
Lo que sí estaría buscando hacer el servicio de los 140 caracteres es mejorar y unificar la experiencia de usuario; una dirección hacia la que ya se habría movido cuando comenzó a alojar directamente las fotos que comparten los tuiteros. Hasta ahora, son los clientes oficiales de Twitter los que tienen que hacerse compatibles con los cambios que hagan las herramientas de video, lo que genera problemas adicionales a hora de desarrollar las actualizaciones.
Tampoco se puede dejar del lado el potencial comercial que pueden tener estos videos. Con ellos, Twitter podría convertirse en un servicio aun más atractivo para los anunciantes, una decisión que explica sus movimientos –y sus errores– del último año.
Sin embargo, la otra cara de la moneda es la que tienen que ver los desarrolladores independientes, que pasaron de tener en Twitter una especie de campo abierto para sus creaciones a ver cómo el servicio, cuyas posibilidades ellos mismos ayudaron a probar y expandir, les acaba de un solo tijeretazo su espacio en el mercado.