Ojo, maestros y padres de familia, que los computadores personales e Internet pueden convertir a sus alumnos e hijos en unos vagos tramposos sin imaginación.
Y antes de salir corriendo a apagarles el PC o a prohibirles navegar por la Red ¿lo que no va a solucionar nada¿, más bien pónganse a pensar en qué pueden hacer ustedes para encontrar alternativas no represivas a esta situación.
El asunto es muy sencillo: antes, cuando a un estudiante le pedían hacer una investigación sobre la independencia de Colombia ¿por poner un ejemplo¿, tenía que acudir al libro de historia que le pedían en el colegio o en la universidad, consultar una enciclopedia, ir a la biblioteca a leer un poco más y tomarse la molestia de reescribir toda esta información para presentar un trabajo decente.
Si la tarea incluía un mapa con la ruta de la campaña libertadora ¿por decir algo¿, también era necesario sacara relucir las dotes artísticas o, al menos, tener buen pulso para calcarlo de un atlas u otro texto. Los colores y el tajalápiz no podían faltar, para trazar en rojo el movimiento del ejército español y, en azul, el recorrido de las tropas bajo el comando de Simón Bolívar. O al revés.
Hoy no. Hoy es suficiente con entrar a Internet y escribir un par de palabras en cualquier motor de búsqueda para encontrar la tarea prácticamente hecha. Con mapas y todo. La misma información se puede conseguir en algunas enciclopedias en CD y la única habilidad que hay que desarrollar para incluir los textos en un trabajo es copiar y pegar… copiar y pegar, copiar y pegar.
En muchas ocasiones, los estudiantes ni siquiera se toman la molestia de citar las fuentes o de consultar más de un sitio para verificar o complementarlos datos. En el mejor de los casos, reemplazan un término rebuscado por una palabra más ¿juvenil¿ que no los delate tan fácilmente, o arman colchas de retazos con párrafos de un par de páginas web.
El caso es de proporciones mundiales. En días pasados, la revista Newsweek publicó un informe en el que un experto de la Universidad de Singapur pone el dedo en la llaga al calificar el tema de plagio; también cita un caso ocurrido en la Universidad de Newcastle (Australia), donde 15 alumnos fueron encubiertos para poder graduarse, a pesar de haber copiado sus trabajos de Internet. Finalmente, la publicación menciona un estudio realizado por el Instituto de Ética Josephson, de Estados Unidos, según el cual el 74 por ciento de los estudiantes de secundaria de ese país suele ¿fusilar¿ información de la Red… y la cifra solo incluye a los que lo admitieron.
No sobra recordar que hace poco la Universidad Externado de Colombia les canceló lamatrícu la a tres políticos (un congresista, un alcalde y un ex alcalde) por plagiar un trabajo para el posgrado de Gobierno y Gestión Pública que adelantaban.
Pero en el contexto nacional las estadísticas sobre el tema no abundan, por lo que los comentarios más reveladores provienen de profesores que se han tomado la molestia de buscar en Internet las fuentes de los trabajos de sus alumnos… y las han encontrado. Al pie de la letra. Algunos basan sus sospechas en el muy particular hecho de que ¿palabras más, palabras menos¿ los trabajos de varios de sus alumnos son igualitos. Podrían leerlos en coro sin generar mayor confusión.
¿Qué hacer? Primero que todo, maestros y padres de familia deben capacitarse en el uso de Internet, para entender la herramienta y poder enseñar a sus alumnos e hijos cuál es la mejor manera de aprovecharla.
Segundo, entender que aprovecharla no significa hacer de ella el único recurso disponible para obtener información y, mucho menos, que todo lo que se encuentra en ella es confiable. En la red hay tanta información valiosa como basura… o quizás hay más basura, y es importante aprender a diferenciar lo que vale la pena de lo que no. Y también es importante recordar que existen los libros y las bibliotecas.
Varias instituciones colombianas y extranjeras utilizan ¿con bastante éxito¿ Internet como medio para desarrollar sus programas pedagógicos y como fuente primaria de información, pero utilizan metodologías que permiten sacar el máximo provecho a la Red, sin convertirla en un medio para fomentar la pereza mental, el plagio y la falta de imaginación. La utilizan como un complemento a su labor educativa, que además incluye trabajos de campo, discusiones y mucho análisis.
Lo que no se puede, padres y maestros, es dejar la educación de los hijo súnicamente en manos de Internet… Suficiente información errada reciben a través de la televisión.
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