Este asunto de andar actualizado en materia tecnológica está acabando con mi paciencia, con la poca cordura que me queda y, si me descuido, podría acabar también con mi presupuesto.
Más se demora uno en salir del almacén con lo último que ha llegado al mercado, cuando por la puerta de las bodegas está entrando un cargamento con algo más moderno. Y puede ser cualquier cosa: memorias USB de mayor capacidad, computadores con un procesador más potente, televisores de más pulgadas y mejor definición, equipos de sonido que solo se pueden encender en construcciones sismorresistentes¿
Lo peor de todo es que casi siempre llegan más baratos o, al menos, al mismo precio que los dispositivos a los que remplazan, lo que al final de todas formas representa un ahorro.
¿Cuánto hace que salió al mercado el DVD? Relativamente poco¿ y cuando yo estaba convencido de que el próximo paso sería comprar un grabador para estos discos, resulta que ya hay dos formatos llamados a remplazarlos (HD-DVD y Blu-ray).
Hace año y medio compré una memoria UBS de 256 MB por un precio razonable, porque realmente no necesitaba más para satisfacer mis necesidades; entonces, las más grandes eran las de 512 MB. Nada¿ a las pocas semanas comenzaron a salir memorias de 1 GB, 2 GB y ahora no sé si comprar una de esas o la de 4 GB, porque realmente el presupuesto no está como para comprar las de 8 GB.
Cuando finalmente me decidí a convertir toda mi colección de música a un formato digital, entonces empezaron a pulular varios tipos de archivos: MP3, MP3 Pro, WMA, MP4¿ Todos con características que cambian con más frecuencia que con la que un adicto al control remoto cambia el canal del televisor y, peor todavía, casados con parejas inestables en el mundo de los reproductores portátiles tipo iPod.
Ni para qué hablar de los computadores: los procesadores de doble núcleo no existían hace pocos meses, cuando yo todavía juraba que mi procesador de 64 bits iba a durar eternidades siendo ¿lo último¿. Y el cuento de la memoria RAM es como para sentarse a llorar: se necesita un manual para poder entender todas las variedades disponibles y si la que uno quiere es compatible con la tarjeta madre que tiene el equipo.
Hablando de tarjetas, la de video es uno de mis dolores de cabeza actuales: si quiero comprar una nueva, seguramente encontraré una gran oferta de estos dispositivos que se conectan a puertos PCI Express, pero mi motherboard todavía tiene puerto AGP. Eso significa que tendría que cambiar la tarjeta principal del PC, lo que probablemente también implicaría cambiar el tipo de memoria y de procesador, pues no le voy a meter plata al asunto si no es para modernizarme.
Una vez eso suceda, tendré que llamar a Microsoft para que me den una nueva clave para activar Windows, pues si trato de hacerlo sin autorización de la empresa, seguramente voy a recibir un mensaje diciendo que mi copia ya está instalada en otro equipo ¿el viejo¿ y no podré completar el proceso. Y si por algún motivo Microsoft llegara a decir que no, tendría que comprar una nueva copia de Windows¿ los traumas de la legalidad¿
Y si a esto se le suma el factor económico¿ parece como si los fabricantes y distribuidores tuvieran un detector que se activa tan pronto decido comprar algo que creo que ya no va a bajar de precio, para bajárselo de inmediato¿ Es automático, me pasa a cada rato¿ Y no me causa gracia.
Todavía no he tomado la determinación de aumentar el ciclo de vida de mis bienes tecnológicos para hacerlos durar un poco más o de esperar a que sus remplazos cuesten un poco menos (con la venia del detector ¿antiactualizaciones para Jaime Dueñas¿ que tienen en cada almacén)¿
Pero sé que tarde o temprano llegará el día en que mis sobrinos, mis hijos o mis nietos me mirarán con cara de ¿¿cuándo vas a comprar uno nuevo?¿ y yo tendré que responderles con cara de ¿para qué, mijo, si este funciona bien¿.
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