Personal es un adjetivo que, entre otras cosas, significa ¿perteneciente a la persona o propio de ella¿ o ¿relativo a una sola persona¿, según el Pequeño Larousse Ilustrado¿
¿A una sola persona¿, dice el diccionario. Y yo agregaría que el término debe ir subrayado, en negrilla o en color rojo, de ser posible. Por eso no entiendo cómo la gente puede ser tan descuidada con su computador personal y es capaz de dejarlo a merced de cualquiera que se atraviese por el camino en su casa o en su oficina.
El asunto viene a colación porque el fin de semana pasado tuve que servir de paño de lágrimas a una amiga que tiene su computador lleno de virus y pornografía, debido a que mientras ella va a trabajar, sus compañeros de apartamento, sus amigos, los vecinos y cuanta persona cruza el umbral de su vivienda aprovecha para deleitarse con su conexión de banda ancha.
¿Dónde tiene el computador? En la sala, pues con el tamaño de los apartamentos de hoy, en la habitación se mete la cama o se mete el computador, pero no los dos al tiempo. Y en este caso el estudio no es un valor agregado, así es que ni modo: tocó ponerlo en la sala.
Por eso, cualquiera que llegaba a la casa y encontraba el computador en plena área social, se sentía con derecho a encenderlo y bajar cuanta cochinada encontraba en la red, aprovechando que la palabra ¿contraseña¿ no aparecía en el vocabulario de mi amiga. Al menos, no hasta el fin de semana, cuando no tardamos más de cinco minutos configurando una cuenta de usuario y una contraseña (que no fuera muy evidente, como el nombre del perro ni la fecha de su cumpleaños) para que solamente ella pueda usar su computador personal¿ su computador ¿relativo a una sola persona¿, a ella. Y no por cuestión de egoísmo, sino de responsabilidad.
Peor todavía es el caso de otra amiga, que trabaja para una empresa que desarrolla soluciones de seguridad informática. Frecuentemente la encuentro conectada al servicio de mensajería instantánea, aunque ella no esté en la oficina. Las personas que trabajan con ella seguramente son de confianza y todo lo que quieran, pero el diablo es puerco (como decía el papá de Betty, la fea) y nunca falta el ¿bromista¿ que se pone a enviar mensajes a nombre de otros cuando encuentra un Messenger o un programa de correo abiertos.
¿Ay, lo que pasa es que no sé cómo hacer para que no se active cuando enciendo el computador¿, dice ella para justificarse. El problema es que hace como dos años que no lo sabe, y no se ha preocupado por averiguarlo. Y su conexión permanece abierta (me imagino que lo mismo que su correo personal y el de su empresa), para que cualquiera venga y haga lo que quiera a nombre de ella. Si en la empresa de seguridad informática para la que trabaja se enteraran¿ bonito ejemplo.
Y así, me sorprendo cada vez que recorro los pasillos de una oficina (la mía, por ejemplo) y encuentro computadores solitarios, con los brazos abiertos (así como el correo, la mensajería instantánea y hasta documentos con una marca de agua que dice ¿Confidencial¿) para recibir a cualquiera que quiera desde hacer una chanza hasta cometer un delito, con la identidad de la última persona que ingresó al sistema en ese equipo¿ Peligroso, ¿cierto?
Con mi amiga (la del primer caso) tardamos cinco minutos para configurar una cuenta de usuario y ponerle una contraseña a su computador, para evitar que cualquier desconocido (o conocido) ingresara al sistema a hacer porquerías durante su ausencia. Cinco minutos¿
También le pusimos un protector de pantalla protegido con contraseña, para que en caso de que se levante ¿que sé yo, al baño o a mirar el arroz de la comida¿ y tarde más de la cuenta, su computador quede bloqueado. Igual, ella ya sabe que solo necesita presionar las teclas Windows y L para bloquear el PC cuando quiera¿ Y todo lo hicimos con unas sencillas instrucciones por Messenger; no fue necesario ir hasta su casa ni hacer un curso de seguridad informática.
La otra amiga, la de la empresa de seguridad informática, sigue dejando su computador desprotegido y sus programas de comunicaciones activados así salga de la oficina por la mañana y no tenga planeado regresar hasta el otro día. No ha habido poder humano que la convenza de ser un poco más cuidadosa con su computador personal (relativo a una sola persona, a ella).
Para ella, su seguridad, la de sus datos y la de su empresa no valen cinco minutos de esfuerzo¿ Lo que pasa es que contra la negligencia sí no hay programa ni tecnología que valgan¿
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