No hay derecho a que la televisión colombiana nos torture de la manera como lo hace. Por eso, lo que realmente me preocupa de la entrada de un nuevo canal es qué tipo de rellenazos nos va a meter, con la complacencia de no sé qué ente que debería controlar este tipo de situaciones.
No hay derecho, por ejemplo, a que me vaya de mi casa para una terapia antes de la cual están dando ‘Carita de ángel’, y que cuando regrese luego del tratamiento -como hora y media después- todavía estén dando ‘Carita de ángel’.
¿Una hora de ‘Carita de ángel’ no es suficiente? ¿Una hora de ‘El chavo del ocho’ no es suficiente? Me encantan, ¿pero una hora de ‘Los Simpson’ no es suficiente?
Algunos canales de televisión por suscripción tienen mañas similares, aunque son canales especializados en determinados públicos (infantiles, deportes, novelas, etc.), que anuncian maratones y tienen otras estrategias que al final de cuentas justifican -solo hasta cierto punto- la repetición de la repetidera.
Jetix, por ejemplo, me tiene hasta las narices con ‘Los padrinos mágicos’ (y eso que también me gustan mucho). Pero bueno, es un canal para niños, así es que uno termina aprendiéndose de memoria los capítulos de ‘Pucca’, ‘Los Power Rangers’ y ‘Yin Yang Yo’ sin musitar palabra.
Pero nuestros canales privados no son especializados ni tienen que satisfacer a un solo tipo de público. Por eso resulta tan molesta la falta de variedad. Además, con semejantes viejeras… Los capítulos de ‘Los padrinos mágicos’ al menos son más o menos nuevos y cada año estrenan una generación de ‘Los Power Rangers’, aunque cada una es igual de mala a las anteriores.
Otra maña ‘jartísima’ de nuestros programadores son los cortes que lo dejan a uno perdido. Una tarde cualquiera estaba viendo el Chavo (creo) y resulté en una novela, pero sin siquiera una interrupción entre los dos programas, sin que uno se acabara y el otro comenzara. Sin un ‘blackout’, sin un fundido, sin otro recurso técnico que un corte. Magia, magia… Doña Florinda se transformó en la heroína de la novela sin saber cómo ni cuándo. Y no fue una situación excepcional: pasa todas las tardes.
Ah, porque claro… acá nunca se sabe a qué hora empieza un programa ni a qué hora termina otro. Acá, las cosas empiezan “después de”. Vea la novela después de… Vea el dramatizado después de… Vea el programa de concurso después de… Salvo los noticieros, que tienen una hora más o menos fija, acá nunca nada comienza a una hora, porque con lo impuntuales que somos y con lo que nos gusta jugar con la audiencia, no nos gusta comprometernos.
Algo bueno de la televisión por suscripción es que tiene algo que en los canales privados colombianos no tenemos: ¡horarios! En el peor de los casos, uno sabe que un documental empieza a las 21:00 horas y tiene que tomarse la molestia de traducir eso a una hora colombiana, pero no hay que estar pendiente de qué están dando antes para saber qué es lo que sigue.
Tampoco hay que estar pendiente de a qué hora van a acabar las eternas tandas de comerciales. En nuestros canales he tenido que ver programas de concurso y novelas en las que hay un par de preguntas o de besos rodeados por tandas de 10 minutos de comerciales. Me refiero a 10 minutos antes y 10 minutos después.
He estado haciendo el ejercicio y creo que nunca me han tocado más de 2,5 minutos de propagandas en un canal por suscripción, y eso que una vez me iba desesperando porque los metían puntuales cada 10 minutos… Pero bueno, al final de cuentas eran como 15 minutos de propaganda por prácticamente 45 de programa. No me parece mal cuando los canales nacionales lo tienen acostumbrado a uno casi a lo contrario.
Por último, porque los debo estar aburriendo, no porque no haya mucho más qué decir, me desconsuelan de nuestra programación las versiones resumidas de los “estrenos” del fin de semana. Es decir, versiones recortadas de películas que hemos visto una cantidad de veces y que logran hacer caber en dos horas, con comerciales y todo, así la versión comercial de la cinta dure las mismas dos horas, o más.
Rico otro canal de televisión. Incluso dos más, si las cuentas que están haciendo cuadran. Pero ojalá no sea para meternos horas de comerciales, rellenos, programas cortados y espacios que nunca empiezan a una hora exacta, sino “después de”… por eso tengo amigos que nunca volvieron a ver televisión nacional.
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