Brasil, el país que ha brindado más apoyo al software libre, podría dar un giro en sus políticas. Algunas de las razones: los problemas en la implementación de estos programas y la aparente presión de Microsoft al gobierno brasileño ¿mencionada por medios como la agencia de noticias Carta Maior¿.
Brasil es uno de los países que desde el gobierno ha apoyado con más ahínco el software libre, sobre todo durante la presidencia de Luiz Inácio Lula da Silva, quien ha dado gran importancia a la lucha contra la ¿desigualdad digital¿. Para combatirla, ha promovido el acceso a la tecnología para los más pobres, con proyectos de ¿inclusión digital¿ como el portátil de 100 dólares, el montaje de 6.000 telecentros con acceso a Internet en lugares apartados y el ¿PC popular¿.
El software libre ha sido el principal aliado de estos proyectos, gracias, según él, a que el país puede ahorrarse cientos de miles de dólares en licencias de software.
Este tipo de software se caracteriza porque puede ser usado, copiado, modificado y distribuido libremente ¿con frecuencia es gratis¿, a diferencia del software comercial o propietario, sobre el cual tiene absoluto control la empresa que lo desarrolla.
Comienzan los problemas
Todo parecía ir viento en popa, pero se presentaron retrasos en la implantación del software libre en las entidades gubernamentales. Por otra parte, el proyecto del PC popular, que llevaría Linux a cientos de miles de hogares, al final permitió que Microsoft participara con una versión reducida de Windows XP (y los PC con Linux se han vendido mucho menos que los que tienen Windows).
Todo esto llevó a Sergio Amadeu, director del Instituto Nacional de Tecnología de Información (ITI) y principal impulsor del software libre en el gobierno, a presentar su renuncia.
Pero Amadeu generó un gran revuelo al decirle al sitio web IDG Now que ¿existe una presión por parte de las empresas que monopolizan el mercado mundial de software y hacen lobby dentro del propio gobierno para paralizar la acción del software libre¿.
Medios de comunicación brasileños y sitios web internacionales relacionados con el software libre señalaron específicamente a Microsoft como blanco de estas acusaciones, pues esta es la compañía más afectada con la política brasilera.
Por otra parte, el presidente Lula da Silva nombró a mediados de agosto a Hélio Costa como ministro de Comunicaciones. Y él no está de acuerdo con el giro que había dado el gobierno hacia el software libre.
En unas de sus primeras declaraciones a la prensa, puso en duda que estos programas eliminaran costos, y dijo que lo que se ahorra en licencias se pierde en gastos de mantenimiento.
Durante la semana siguiente, el responsable del proyecto del portátil de 100 dólares, Jean Claude Frajmund, renunció por sus divergencias con el ministro. Además, el director de Servicios de Inclusión Digital, Antonio Bezerra de Albuquerque Neto, fue destituido por Costa, quien a su vez decidió paralizar las licitaciones en curso relacionadas con el software libre en el ministerio.
Por todo ello, la comunidad de Linux y el software libre, que se reúne en el sitio SoftwareLivre.org (www.softwarelivre.org), teme que el gobierno dé un ¿reversazo¿ a sus políticas, aunque por lo pronto la mayoría de proyectos sigue su marcha.
Massachusetts no quiere más Office
En contraste con la pérdida de fuerza en Brasil, el software libre ganó terreno en el estado de Massachusetts, pues el gobierno local planea cambiar su software de oficina (Microsoft Office, Adobe Acrobat y otros programas comerciales) por aplicaciones libres, incluidas las que apoyen el nuevo estándar OpenDocument, como OpenOffice.org (www.openoffice.org).
Según el proyecto, las entidades públicas del estado tendrán hasta el primero de enero del 2007 para hacer la transición hacia estos programas libres, e incluso hacia otros que den soporte a OpenDocument, como el paquete Workplace, de IBM.
Massachusetts es uno de los estados que han demandado a Microsoft por prácticas monopólicas, y ya ha manejado otros proyectos para impulsar el software libre.
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