Ahora que estamos en plena época navideña y que mucha gente piensa actualizar su computador personal, empiezo a esconderme de todos aquellos que me buscan con cara de preguntar en cuánto pueden vender su equipo viejo.
En algunas ocasiones yo mismo me he sentido un poco usurero al tratar de fijar un precio medianamente justo por un PC que irá a parar al escritorio de un amigo, un familiar o un compañero de trabajo. Cuando recibo el dinero, procuro adivinar en la cara de la contraparte si de alguna manera se está sintiendo estafada con la transacción y hasta última hora pienso en ofrecer una ñapa que alivie mi conciencia.
El problema es que la tecnología avanza tan rápido y los componentes se vuelven obsoletos en tan corto tiempo, que quien vende su equipo usado no se resigna a ¿regalarlo¿ por un precio muy lejano al que pagó el día de la compra; quien compra, por su parte, no está dispuesto a pagar una suma cercana a aquella con la que podría adquirir un PC nuevo, de características más avanzadas (evidentemente, estamos hablando de un clon, porque los equipos de marca todavía hacen doler un poco el bolsillo).
Cuando se trata de comprar un computador personal, suelo recomendarle a la gente que busque lo mejor que pueda pagar; que por ahorrarse unos pesos no sacrifique velocidad de procesamiento, capacidad de memoria o espacio de almacenamiento. Según el presupuesto, uno termina la compra convencido de que tiene computador para rato (dos, tres, cinco años más), pero la triste realidad es que los fabricantes siempre se las arreglan para que al salir de la tienda el equipo ya sea un poco obsoleto.
¿Qué se puede esperar de un equipo usado? A veces, cuando miro los avisos clasificados, me da vergüenza ajena por algunas personas con poco sentido de las proporciones, que piden grandes sumas por computadores que eran nuevos cuando comenzó este siglo.
Personalmente, pienso que un PC usado que no tenga más de un año se puede vender por un buen precio; entre uno y dos años, por una suma más o menos decente; con más de dos años, clasifica para obra de caridad¿ de hecho, sería una gran obra de caridad que alguien pagara lo que algunos piden por sus equipos viejos.
Espero no estarle dañando el negocio a ningún lector, como tampoco quiero que un potencial comprador utilice mis palabras para que su próximo computador le salga gratis a costa de un chantaje a lo conciencia de quien se lo vende. Mi intención es que comprador y vendedor (sobre todo este último) tengan en cuenta que en el mundo de los computadores las palabras ¿usado¿, ¿viejo¿, ¿obsoleto¿ y ¿depreciación adquieren su verdadero significado mucho antes que en cualquier otra industria.
Estoy seguro de que siempre habrá por ahí un primo, un sobrino, un hermano a quien se le pueda hacer el favor de cobrarle un precio justo por su equipo viejo. Según el tamaño de su corazón, podría incluso no cobrarle nada: recuerde que la caridad empieza por casa, sobre todo en esta época. Si no, siempre habrá una fundación, entidad, campaña u organización dispuesta a recibir una donación de una persona con buenos sentimientos, como usted.
En últimas, lo que puede hacer es pedir una suma simbólica que sirva como aporte para la cena de Noche Buena, para algunos regalos de Navidad, para comprar un periférico del equipo nuevo que piensa adquirir; también pude contemplar la posibilidad de un buen canje: yo le doy mi computador y usted me da algo¿ qué sé yo, un equipo de sonido, un televisor¿ alguna otra cosas usada¿ en fin.
Pero de un computador viejo ¿de esos mayores de dos años¿ difícilmente se puede sacar lo que muchos pretenden: el 90 por ciento del dinero para la nueva ¿nave¿. Haga cuentas¿ su conciencia se lo agradecerá.
¡Feliz Navidad!
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