Una búsqueda con IA en Google es una hora de electricidad y 10 veces el consumo de una búsqueda tradicional

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La adopción masiva de la inteligencia artificial (IA) ha revolucionado nuestra vida digital, pero ha dejado atrás a los reguladores que no han logrado mitigar los impactos energéticos e hídricos de los centros de datos que sustentan esta tecnología. ¿Sabías que en una búsqueda con inteligencia artificial en Google estás utilizando alrededor de tres vatios-hora de electricidad?

Pues bien, cada vez que realizas una búsqueda con Search Labs (resumen creado con IA)  estás utilizando alrededor de tres vatios-hora de electricidad; esto es 10 veces el consumo energético de una búsqueda tradicional en Google y equivale aproximadamente a una hora de conversación telefónica en casa. 

Una investigación de Jacobin reseña que Alex de Vries, fundador de Digiconomist, estima que la adición de respuestas generadas por IA a todas las búsquedas de Google podría consumir tanta electricidad como toda Irlanda.

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El texto asegura que los gigantes tecnológicos o compañías desarrolladoras de IA como OpenAI, no entregan o comparten información fácilmente sobre el consumo de recursos naturales para la operación de esta tecnología. 

Aunque investigadores como De Vries pueden hacer algunas estimaciones y acercarse al gasto real, la falta de transparencia en la industria dificulta conocer con exactitud cuánta energía y agua utiliza la IA. 

Lo que sí es una realidad  es que cada vez que la IA es integrada  a sistemas operativos hasta los cálculos de tarifas de seguros, más se gasta  en recursos como el agua. 

¿Hay regulación?

Sobre este apartado, la investigación señala que es muy poco, casi nada, lo que ha avanzado  las regulaciones en tanto a la utilización de nuestras reservas. Agencias como la Administración de Información Energética de Estados Unidos no monitorean la demanda de los centros de datos necesarios para la IA, a pesar de su creciente presencia. 

Merve Hickok, presidente del Centro de IA y Política Digital, señala que no hay obligación de divulgar la cantidad de recursos utilizados por los sistemas de IA, lo que dificulta que los reguladores y empresas de servicios públicos comprendan y gestionen estas necesidades.

Esto ha provocado un uso indiscriminado de la infraestructura eléctrica, superando rápidamente la capacidad. 

Además, ha permitido mantener  en funcionamiento fuentes de energía contaminantes como las plantas de carbón. 

Ante este panorama las empresas tecnológicas acostumbran negociar tarifas especiales para su alto consumo energético, lo que significa que los contribuyentes subsidian el uso de energía no revelado de estos centros.

No solo las búsquedas, también los centros de datos

La investigación de Jacobin, explica que además de la electricidad, los centros de datos consumen grandes cantidades de agua para enfriar sus servidores. 

La mayoría de estas instalaciones se encuentran en lugares donde la tierra es barata, como los desiertos, y pocas informan sobre su consumo de agua. 

Un estudio estima que la demanda global de agua para centros de datos podría ser la mitad de la del Reino Unido en los próximos años.

A pesar de las preocupaciones sobre el impacto de los centros de datos, las empresas restringen cada vez más la información sobre sus operaciones. 

En tanto a Google, la compañía asegura que los costos asociados con sus máquinas han disminuido en un 80% desde la introducción de la IA generativa en su motor de búsqueda, aunque se niega a proporcionar detalles sobre su uso de energía.

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El pasado diciembre, en el condado de Prince William, Virginia, Stephen Ward, ex economista de la Agencia de Protección Ambiental, advirtió sobre los impactos del proyecto PWC Digital Gateway, que propone construir hasta 37 nuevos centros de datos en áreas rurales. 

Estos centros, que requieren un suministro eléctrico constante las 24 horas, dificultan la gestión de la carga para las empresas de servicios públicos y necesitan equipos eléctricos de alta capacidad y sistemas de refrigeración complejos.

El norte de Virginia ya alberga el mayor mercado de centros de datos del mundo, con empresas como Amazon Web Services, Google Cloud y Microsoft Azure. La creciente demanda ha llevado a Dominion Energy, la empresa eléctrica más grande del estado, a advertir que no puede garantizar el suministro de energía necesario, paralizando el desarrollo vertiginoso de la región.

Los centros de datos son una ‘piedra en el zapato’ hacia la transición energética. Los compromisos de los gobiernos para reducir las emisiones se han visto obstaculizados por la  demanda de energía de la industria tecnológica. La falta de regulación y transparencia dificulta la mitigación de estos impactos, y aunque se están discutiendo medidas a nivel federal, la presión de los grupos de lobby tecnológicos sigue siendo un obstáculo significativo.

Imagen: Thanakorn Lappattaranan

Digna Irene Urrea

Digna Irene Urrea

Comunicadora social y periodista apasionada por las buenas historias, el periodismo literario y el lenguaje audiovisual. Aficionada a la tecnología, la ciencia y la historia.

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