Tres colombianos y su empresa se dedican a convertir a eléctricos los carros clásicos de BMW. Los modelos setenteros y ochenteros M3 y M1 son los preferidos para coleccionistas en Europa y Estados Unidos. ¿Con qué rendimiento quedan los autos? y ¿dónde está trabajando Bavarian Scons?
El taller de Bavarian Scons está en Múnich. La compañía fue fundada por los colombianos Felipe García junto a los hermanos Nicolás y Édgar Navarro. Con pocas unidades, que atienden al detalle, en 2024 esperan facturar más de 800 mil dólares.
“No fue fácil”, cuenta Nicolás en una entrevista para Caracol Radio. Con una sonrisa que refleja más orgullo que cansancio, describe el minucioso proceso de quitar los motores de gasolina y transformar todo el sistema interno del auto, pero manteniendo intacto ese aire setentero y ochentero que hace a estos vehículos tan especiales. “Nos propusimos que, cuando la gente se suba al carro, siga sintiendo que está en un BMW clásico, pero con un toque del futuro”, añade.
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Los pedidos llegan desde todas partes, pero Estados Unidos es uno de sus mercados más fuertes. Los coleccionistas y entusiastas no pueden resistirse a la idea de conducir un BMW clásico que, en lugar de gasolina, funciona con electricidad.
Felipe explica que la marca bávara fue siempre su inspiración. “Conocemos cada detalle de estos autos; crecimos admirándolos. Para nosotros, electrificar un BMW es casi como una misión de vida. Queremos que el auto conserve su alma, que la experiencia de conducirlo siga siendo única, a pesar del cambio de motor”.
Por otro lado, Edgar Navarro, desde Barranquilla, maneja el marketing digital y la financiación de la empresa. Su rol ha sido crucial para llevar la empresa a otro nivel. “Todo comenzó como un proyecto entre amigos, pero pronto vimos que había un nicho de mercado muy grande. No solo estamos vendiendo autos, estamos vendiendo una idea: que los clásicos también pueden ser parte del futuro”.
Según Forbes, este año la empresa Bavarian Scons facturará 800 mil dólares. Pero, para Nicolás, Felipe y Edgar, el verdadero éxito no está en las cifras, sino en cada BMW clásico que logran devolver a las calles, con un corazón eléctrico pero con el mismo rugido del pasado.
Felipe y Nicolás llevan 20 años viviendo en Alemania. Después de terminar el bachillerato en Colombia, se mudaron para trabajar con BMW, aunque sin conocerse en ese entonces. “Luego, nos conocimos y descubrí que mi pasión por los autos eléctricos se combinaba perfectamente con la de Felipe por los autos clásicos. Así nació la idea, y hace casi seis años comenzamos a estructurar lo que hoy es la compañía”.
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Este es un proceso robusto que puede tomar años para obtener el permiso, pero con esa autorización se pueden comercializar y matricular los autos en más de 30 países.
La normativa de automovilismo en Alemania es una de las más estrictas del mundo, y ellos toman esto como base para vender los autos a nivel global. “Desde el principio, trabajamos con las entidades especializadas aquí, que nos dieron todas las reglas de seguridad y funcionamiento”.
El proceso de electrificación consiste en quitar el motor de gasolina, la caja de cambios y el tanque de gasolina, y planear cómo instalar el paquete de baterías y el motor eléctrico de una manera que mantenga la apariencia original del vehículo. “Queremos que cuando veas uno de nuestros autos, parezca que salió de la fábrica de BMW en los años 70”.
La empresa ofrece opciones sus usuarios. “Algunos clientes ya tienen su propio auto y quieren que lo electrifiquemos, mientras que otros nos piden que les consigamos el vehículo base para hacer la conversión”.
¿Cómo enfrentan los desafíos de convertir estos modelos icónicos, como el BMW M3 o el M1? “Hemos diseñado un sistema especial para el BMW 2002, nuestro modelo favorito de los años 60 y 70. La idea es que este sistema se pueda adaptar a modelos más modernos, como el Serie 3 de los años 80 y 90. Cada modelo tiene sus particularidades, por lo que electrificar un M1, que tiene un motor central y tracción trasera, requerirá un diseño nuevo”.
El objetivo es traducir todo lo electrónico a sistemas análogos. La aguja que antes indicaba el nivel de gasolina ahora muestra el porcentaje de carga de la batería, por ejemplo. Todo sigue siendo analógico, desde la temperatura de la batería hasta el nivel de manejo.
Imagen: bavarianecons
