La amenaza de Estados Unidos de cortar el acceso de Ucrania a las terminales de internet por satélite Starlink, según informó Reuters, ha destapado una compleja red de tensiones políticas, tecnológicas y económicas. Aunque Elon Musk, CEO de SpaceX, negó que esta posibilidad estuviera sobre la mesa, el hecho de que las negociaciones entre Kiev y Washington hayan alcanzado este punto crítico revela una preocupante dependencia tecnológica y geopolítica.
Desde el inicio de la invasión rusa a gran escala, las terminales de Starlink se han convertido en un recurso esencial para Ucrania. Con alrededor de 42.000 terminales operativas, estas redes satelitales garantizan las comunicaciones del ejército, hospitales, empresas y organizaciones de ayuda humanitaria. La posibilidad de perder acceso a este servicio no solo representaría un golpe estratégico para las fuerzas armadas ucranianas, sino también un colapso en las infraestructuras críticas del país.
Una fuente consultada por Reuters resumió el dilema: “Ucrania funciona con Starlink. Lo consideran su estrella del norte”. La desconexión podría provocar un caos comunicacional en pleno conflicto bélico.
La carta de los minerales críticos
El corazón del conflicto radica en las negociaciones sobre los recursos minerales críticos de Ucrania. Estados Unidos ha presionado para obtener una participación del 50% en estos recursos —que incluyen tierras raras, petróleo y gas— a cambio de continuar brindando apoyo financiero y militar. El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, rechazó inicialmente la propuesta presentada por Scott Bessent, secretario del Tesoro estadounidense, el pasado 12 de febrero, lo que desató una serie de advertencias por parte de Washington.
Elon Musk, por su parte, se ha convertido en una figura cada vez más polarizante en este contexto. A pesar de haber sido clave al proporcionar Starlink a Ucrania tras la invasión, sus recientes comentarios y acciones han levantado sospechas sobre su alineación política. Musk ha criticado a Zelensky, amplificado narrativas prorrusas y pedido el cierre de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), una organización que desempeña un papel crucial en la ayuda humanitaria a Ucrania.
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Por otra parte, cabe mencionar que la relación entre Elon Musk y Donald Trump también agrega complejidad a este escenario. Trump, quien busca consolidar su base política de cara a las elecciones de 2024, ha confiado en Musk para liderar esfuerzos de “eliminar el despilfarro” del presupuesto gubernamental, lo que incluye la ayuda a Ucrania.
El expresidente ha sido claro en su postura: condicionar el apoyo estadounidense a que Ucrania firme un acuerdo sobre sus minerales. Además, ha cuestionado la relevancia de Zelensky en las negociaciones de paz con Rusia y ha promovido un acuerdo por 500.000 millones de dólares que, según él, Kiev habría aceptado “esencialmente”.
Esta situación pone a Ucrania en una posición frágil. Por un lado, enfrenta la presión estadounidense para ceder parte de sus recursos naturales. Por otro, depende tecnológicamente de un sistema de comunicación controlado por una empresa privada cuyo CEO ha mostrado una preocupante cercanía con un político abiertamente escéptico del apoyo continuo a Ucrania.
¿Qué pasaría si Starlink se apaga en Ucrania?
Un cese de los servicios de Starlink podría paralizar las comunicaciones en las zonas de conflicto, dejando a las fuerzas ucranianas vulnerables a los ataques rusos. Las operaciones militares, las labores de rescate y la coordinación de la ayuda humanitaria podrían verse gravemente afectadas.
Más allá de las implicaciones inmediatas, este episodio expone la peligrosa dependencia de las tecnologías privadas en conflictos internacionales. La capacidad de un multimillonario como Musk para influir en el destino de una nación subraya la necesidad de que los gobiernos reconsideren cómo gestionan sus infraestructuras críticas.
El caso Starlink-Ucrania no solo es una historia de geopolitica y tecnología, sino un recordatorio inquietante del poder que pueden tener los actores privados en el destino de un país en guerra.
Imagen: Wikipedia