Qué pasó, Motorola, antes eras chévere [opinión]

Hubo un tiempo en el que algo extrañísimo surgió de la nada: una empresa de tecnología que tomaba decisiones sensatas. La empresa era Motorola, y esas decisiones sensatas la pusieron en un lugar muy alto de las preferencias y los corazones de los usuarios.

¿Cuáles fueron esas decisiones? Salir con el Moto X, un ‘flagship’ que ofrecía una experiencia impecable sin cobrarle al usuario por un montón de hardware que no necesita. Poner, en todos sus equipos, una versión de Android sin estupideces, que se actualiza muy rápido y tiene una vejez envidiable. Y, sobre todo, crear un equipo gama media que no hacía sentir a sus usuarios como personas de segunda clase: el Moto G de 2013.

El Moto G solía encarnar todo lo bueno de la industria de smartphones. Garantizar una muy buena experiencia de usuario es relativamente fácil en la gama alta, pues allí la potencia del hardware está un par de pasos por delante de las demandas del software. Pero, en algún punto, las exigencias de los sistemas operativos y las aplicaciones dejaron de crecer al mismo ritmo que la potencia de los procesadores y la cantidad de memoria. Además, los gama alta de un año son los gama media del siguiente.

La suma de los dos factores creó una situación en la que la relación óptima entre poder y necesidades no ya estaba en los equipos de cabeza del lote, sino en la mitad. Y los primeros Moto G, los de 2013, fueron los equipos mejor situados para aprovecharla. Con las especificaciones justas y un sistema operativo bien hecho, se convirtieron en los preferidos de muchos mercados.

El Moto G era el caballo ganador: su relación de beneficio contra costo era imbatible. A Motorola solo le quedaba seguir montando sobre él para conquistar el mercado. Pero decidió no hacerlo al no traer a Colombia el Moto G (2014) con 4G, pues su fábrica en Brasil no podía fabricarlo con el radio compatible con el operador con el que estaba aliada. Ese modelo era el heredero real de la versión 2013, no la versión sin 4G, que finalmente llegó a Colombia. Mientras la mayoría de equipos de gama media ya eran compatibles con las redes de nueva generación, Motorola se quedaba atrás.

Motorola no nos está trayendo sus mejores productos

Esto pudo ser producto de una situación coyuntural, pensábamos. Motorola va a volver por el buen camino, decíamos. Pero su alineación de 2015 dejó claro eso no iba a pasar: su estrategia ya no es ofrecerles a los usuarios colombianos un producto imbatible.

Primero, porque decidió no importar a Colombia el Moto G (2015) con 2 GB de RAM, que hoy –tal como sus hermanos de 2013 y 2014– uno de los equipos más apetecibles del mercado. Y segundo, porque en su lugar decidió vender el Moto X Play, un buen equipo que –espero equivocarme en esto– probablemente la va a pasar mal: es demasiado blando para la gama alta y demasiado caro para la gama media. Ni rastro del verdadero flaghsip, el Moto X Style. Ni rastro de una estrategia clara con el Nexus 6. Y ni rastro del caballo ganador.

Lo que está haciendo Motorola con estas decisiones es impidiendo que el mercado colombiano tenga los mejores productos del mercado. A cambio nos ofrece alternativas, pero mucho menos convincentes. Y aunque se entiende el nerviosismo de toda la industria, con el dólar por las nubes y las ventas en su peor nivel en mucho tiempo, lo que se esperaría es que las empresas pongan sus mejores jugadores cuando el partido se pone difícil. No los suplentes.

Imagen: ENTER.CO.