Tu computador podría quedar fuera del sistema: lo que debes saber (y hacer) antes del fin de Windows 10

Copilot.

No habrá cortes de luz, tampoco habrá pantallas negras, pero el 14 de octubre de 2025 se producirá un apagón tecnológico que pondrá a prueba la infraestructura digital de millones de usuarios en todo el mundo. Ese día, Windows 10 dejará de recibir soporte, y con él, una parte del sistema nervioso de la sociedad conectada se volverá vulnerable.

Más que una actualización, esta transición impuesta por Microsoft marca un quiebre silencioso. Uno que deja ver un modelo tecnológico que, aunque promete innovación, también expulsa a quienes no pueden seguir su ritmo. La modernidad, en este caso, tiene un requisito de entrada, tener un equipo capaz de correr Windows 11.

Según cifras actuales, se calcula que más de mil millones de dispositivos todavía operan con Windows 10. De ellos, millones no cumplirán los exigentes requisitos de hardware para migrar. No por falta de ganas, sino porque fueron fabricados antes de que Microsoft redefiniera lo que es “suficiente”.

Y es ahí donde empieza el verdadero problema. No se trata solo de una cuestión de software. Se trata de una economía digital que se mueve al ritmo de las actualizaciones, dejando atrás a usuarios, empresas y sistemas que todavía funcionan, pero ya no son “compatibles”.

“Esta es una oportunidad disfrazada de crisis”, asegura Andrés Velásquez, gerente de la unidad XaaS de Colsof. “No se trata solo de migrar a Windows 11, sino de replantear cómo estamos usando la tecnología y qué tan preparados estamos para depender de sistemas con fecha de expiración”.

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La paradoja es evidente, nunca hemos estado tan conectados, pero nunca ha sido tan fácil quedar desconectado. Y no hablamos solo de usuarios en países en desarrollo. La obsolescencia programada golpea por igual en oficinas, escuelas, hospitales y hogares.

Windows 11 trae avances notables como mejoras de seguridad, integración de inteligencia artificial, y una experiencia más fluida. Pero esos beneficios no llegan a quienes aún dependen de máquinas con procesadores anteriores a 2020, discos duros mecánicos y sin chips de seguridad TPM 2.0.

Detrás de la narrativa de la “innovación” hay una verdad incómoda, pues muchos equipos serán condenados al olvido sin haber fallado nunca. Computadores perfectamente funcionales que, de un día para otro, dejarán de ser seguros. Y con ello, comenzarán a representar un riesgo.

Las empresas que ignoren este cambio enfrentarán no solo amenazas cibernéticas, sino también un freno en su productividad. Las pymes, en particular, podrían ver cómo una brecha tecnológica interna se transforma en un cuello de botella financiero. Migrar no es solo una decisión técnica, es una estrategia de supervivencia.

En este punto, vale la pena cuestionar también el modelo mismo de los sistemas operativos propietarios. ¿Qué pasaría si el software que usamos no dependiera de una corporación para seguir funcionando?

Proyectos como Linux, con distribuciones como Ubuntu o Fedora, ofrecen alternativas estables, seguras y gratuitas que no imponen requisitos excluyentes ni fechas límite. Tal vez sea hora de pensar en un ecosistema tecnológico más abierto, donde la sostenibilidad digital también signifique independencia.

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Pero este apagón también plantea una reflexión necesaria para los usuarios individuales. ¿Somos realmente dueños de nuestros dispositivos, o estamos atados a las reglas de quienes controlan los sistemas operativos? ¿Qué pasa cuando la tecnología que usamos se vuelve obsoleta, no por desgaste, sino por decisión de una actualización?

La solución no es solo comprar nuevos equipos. Es tiempo de hablar de sostenibilidad digital, de accesibilidad tecnológica y de modelos de actualización más inclusivos. Porque si el futuro depende de estar al día, ¿quién decide qué significa estar “actualizado”?

El fin del soporte para Windows 10 no es solo un hito técnico, es un recordatorio de que el progreso no siempre avanza al mismo ritmo para todos. Mientras celebramos la llegada de la inteligencia artificial y los entornos virtuales inteligentes, hay millones de personas que, en silencio, quedarán desconectadas.

Imagen: Archivo ENTER.CO

Digna Irene Urrea

Digna Irene Urrea

Comunicadora social y periodista apasionada por las buenas historias, el periodismo literario y el lenguaje audiovisual. Aficionada a la tecnología, la ciencia y la historia.

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