Desde Human Rights Watch acaban de publicar un informe en el que denuncian los graves abusos que cometen los estudios hacia las y los modelos que producen contenidos para la industria webcam en Colombia. La investigación arrojó condiciones antihigiénicas, largas horas de trabajo, acoso y abuso sexual. De acuerdo con las cifras del DANE reveladas en septiembre de este año, la tasa de desempleo se ubicó en 9,8% en el país La cifra equivale a unos 2.3 millones de personas, muchas de las cuales encuentran una salida económica en los estudios webcam. Y sí, la industria es una de las que más dinero mueve, pero ¿es realmente una buena opción?
Graves abusos en la industria webcam en Colombia: el lado oscuro de una multimillonaria industria
El reporte de Human Rights Watch (HRW) titulado “Aprendí a decir no: Abusos laborales y explotación sexual en los estudios de webcam colombianos”, pone en el centro de atención las precarias condiciones en las que trabajan las modelos de este sector. Las denuncias provienen de ciudades como Bogotá, Cali, Medellín y Palmira, donde los estudios de webcam operan bajo prácticas que, según el informe de 175 páginas, vulneran derechos humanos básicos. Entre las principales quejas se encuentran:
- Turnos de hasta 18 horas continuas sin descansos.
- Condiciones antihigiénicas, como espacios infestados de chinches y cucarachas, y muebles cubiertos de fluidos corporales.
- Abusos físicos, verbales y sexuales por parte de los directores de los estudios.
- Coacciones para realizar actos sexuales degradantes, traumatizantes o físicamente dolorosos.
El informe destaca testimonios como el de una mujer trans boliviana, quien trabajaba en un estudio de, Bogotá fue obligada a continuar una actuación a pesar de experimentar un dolor extremo. Otra modelo describió el temor de que una botella de cristal utilizada en una actuación pudiera romperse, causando daños graves.
Un sistema que perpetúa la explotación
A nivel económico, las plataformas de webcams para adultos, con sede principalmente en Estados Unidos y Europa, retienen entre el 50 % y el 65 % de los ingresos generados por las actuaciones. Sin embargo, en algunos casos, los estudios en Colombia se quedan con hasta el 70 % de las ganancias restantes, dejando a las modelos con una mínima compensación por su trabajo. Además, muchas trabajadoras reportaron que, al intentar abandonar los estudios para transmitir desde casa y controlar sus horarios, los estudios bloquean el acceso a las cuentas, obligándolas a empezar desde cero. De hecho, muchas de las modelos enfrentan no solo explotación laboral, sino también riesgos para su salud física y mental. Algunas desarrollan infecciones y erupciones cutáneas debido a las condiciones insalubres, y carecen de acceso a apoyo psicológico.
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HRW resalta que estas trabajadoras sexuales tienen derecho a las mismas protecciones laborales que cualquier otro sector bajo el marco de los derechos humanos internacionales. Sin embargo, la industria multimillonaria de las webcams ha logrado evitar en gran medida el escrutinio público. Erin Kilbride, investigadora de HRW y autora del informe, señaló la necesidad urgente de que las plataformas de webcams para adultos implementen reformas para identificar, mitigar y prevenir abusos en su cadena de suministro. Además, organizaciones como la Liga de Salud Trans y la Corporación Calle 7 Colombia, que colaboraron en la investigación, hacen un llamado para garantizar derechos laborales básicos a las trabajadoras sexuales. La esperanza de muchas modelos es ahorrar lo suficiente para trabajar de forma independiente, un objetivo que parece lejano mientras persistan las prácticas abusivas de los estudios y la falta de regulación en la industria. Imagen: Stas Svechnikov