Un estudio urbanístico de la UNAL evidenció que la planificación de Bogotá no elimina la desigualdad en cuanto al acceso a las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC). La distribución de las estaciones radioeléctricas y cableado de cobre de internet aumenta la brecha en conectividad, ya que están mayormente instaladas en los estratos 4, 5 y 6.
Según la investigación, la manera como se está diseñando y planificando la ciudad no se correlaciona con la idea de que las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), democratizan el acceso a internet, entre otros factores, haciendo que esto reduzca las brechas digitales; por el contrario, la distribución de la infraestructura, estaciones radioeléctricas y cableado de cobre de internet, refuerza desigualdades, ya que está instalada sobre todo en los estratos 4, 5 y 6.
Juan Pablo Neira, en su Maestría en Urbanismo de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), obtuvo resultados reveladores recogidos en el libro “Bogotá inteligente: Una mirada a la tecnópolis del siglo XXI desde el urbanismo de redes”, una de las 120 novedades de la Editorial UNAL, presentado en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo) 2024.
Según el magíster, “entre la ciudad y la tecnología existe un ‘cortocircuito’: mientras por un lado está la industria tecnológica desplegando soluciones todos los días en la ciudad, como aplicaciones, sensores, cámaras y plataformas, casi nunca se tiene conciencia plena de los efectos que estos dispositivos pueden tener sobre la urbe y sus usuarios”.
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“De otra parte, hay una desconexión desde la planificación urbana, es decir, se subestima la influencia que las tecnologías puedan tener sobre la ciudad, a veces se banaliza, e incluso se niega”.
Este vacío, avizora una oportunidad para aportar desde el libro, que aborda la ciudad desde una visión tecnológica, como un ente productivo en el que el funcionamiento viene garantizado por las tecnologías. El afán es buscar cómo y dónde se despliegan en beneficio de la ciudad, lo que algunos autores conocen como la “tecnópolis”, y que se enmarca dentro del “urbanismo progresista”.
Teniendo en cuenta ese concepto, “la ciudad se piensa como una máquina, y cuando eso pasa habrá características de la máquina que se plasmarán en la ciudad”, explica.
¿Cómo llegó a esta conclusión?
Pues bien, su estudio analiza la ciudad a partir de tres capas o puntos de vista de las TIC: infraestructura, industria, y uso que la ciudadanía hace de estas herramientas.
En el caso de la infraestructura, trabajó con el inventario de estaciones radioeléctricas y el cableado de cobre de internet en Bogotá. Este conjunto de datos, suministrado por la Secretaría de Planeación Distrital, consta de información georreferenciada sobre este tipo de infraestructura urbana.
Para la segunda, mapeó y analizó la industria tecnológica en la ciudad a partir del inventario de empresas TIC suministrado por la Cámara de Comercio de Bogotá, que consta de 15.000 empresas compiladas ante el registro mercantil desde 1972 hasta 2020.
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Y para el tercer punto de vista usó la Encuesta Multipropósito de 2017, que cuenta con información acerca de la adopción TIC por parte de 222.000 personas y 77.000 hogares (desagregados por localidad y unidad de planeamiento zonal, UPZ).
Para el análisis de la información utilizó sistemas de información geográfica (SIG) y herramientas de geoprocesamiento con las que cruzó indicadores como densidad urbana, estratificación e ingresos per cápita, con el fin de buscar correlaciones entre estas variables y la ubicación de dicha infraestructura.
¿Qué encontró?
En relación con la infraestructura, encontró que ni es uniforme ni se rige por la densidad urbana. En cambio, sigue claramente factores como el ingreso per cápita y el estrato socioeconómico, patrón que se puede evidenciar en localidades, barrios y manzanas.
De acuerdo con la agencia de noticias UNAL, a mayor ingreso y estrato, mayor cobertura y presencia de estos equipamientos. Así, por cada estación instalada en Usme hay 11 en Chapinero; dentro de los barrios con más estaciones (el top 25) no hay uno solo del estrato 1, hay solo uno del estrato 2, y un tercio pertenece al estrato 3. La situación es distinta en los estratos más altos, donde todos tienen representación y suman casi la mitad de los barrios dentro de la muestra.
Además, los estratos 1, 2 y 3 son los más comunes entre las manzanas de la ciudad (16, 35 y 27 %), pero apenas cuentan con estaciones instaladas en el 1, 3 y 10 % de sus manzanas, respectivamente. En contraste, los estratos 4, 5 y 6 suman el 9 % del total de manzanas, pero cada uno de estos tiene estaciones instaladas en al menos el 20 % de sus manzanas.
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Entre tanto, el acceso efectivo a internet (porcentaje de hogares con conexión) revela los mismos resultados: este servicio se da en mayor medida en las localidades con mayor ingreso per cápita (Teusaquillo con un 90,9 % de conectividad versus Usme con 43,3 %), así como en los hogares de los estratos más altos (estrato 6 con una conexión en el 96,2 % de sus hogares versus el 39,1 % del estrato 1).
En relación con la capa 2, se evidenció que las pequeñas empresas se distribuyen casi uniformemente por toda la ciudad, “pero cuando se empiezan a ver las medianas y grandes empresas, ellas si no se ubican en cualquier sitio, se empiezan a ubicar en la intersección entre Chapinero y Usaquén”, asegura el investigador.
“Estas se ubican en entornos tolerantes, seguros, que fomenten la creatividad y eso se observa justamente en Chapinero, en donde hay una gran cantidad de laboratorios digitales, aceleradoras de start-up e inversores. Entonces se crea todo un ecosistema que apoya la generación y el fomento de ese tipo de empresas”, explica.
Con respecto al uso de internet, identificó que Teusaquillo es la localidad que más frecuenta el internet cada día (74,3 % de los encuestados), y contrasta con Usme (29,5 %). Menos de la mitad de los encuestados en 8 de las 20 localidades reporta un uso diario, especialmente las ubicadas al sur de la ciudad.
Anota que “el contraste con el área rural es aún mayor: en Sumapaz solo el 10 % de la muestra lo utiliza diariamente, el 21 % lo utiliza al menos una vez por semana, y el 56 % nunca lo utiliza”.
Finalmente, el investigador concluye que “los datos muestran que el despliegue de la infraestructura TIC está reflejando y reforzando jerarquías espaciales y desigualdades que ya existen; entonces, hay una promesa con estas tecnologías y es que nos van a conectar a todos, que las periferias van a poder acceder a estas innovaciones, lo que evidentemente no está sucediendo”.
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