¿Recuerdan el artículo de las competencias de autos deportivos sobre pistas de riel? El calendario de carreras de este año finalizó y yo no podía quedarme sin participar. En esta ocasión fue el turno para la V Válida Nocturna del club Roby Speed Race. Técnicamente consiste en apagar las luces del club y encender las de la pista. Solamente podían competir 12 pilotos, cada vehículo debía tener luces propias y no podían tener modificaciones en su aerodinámica. Yo estuve compitiendo con mi Mercedes Benz y les contaré a continuación mi experiencia en la carrera y en el entrenamiento previo.
La preparación
Cuando le cuento a la gente que tengo este pasatiempo, regularmente me dicen que “qué bonito juego”. No me ofende, pero me preocupa que desconozcan que esto requiere de entrenamiento, inversión económica y tolerancia a la frustración. Para estar en la Válida Nocturna, previamente entrené año y medio. Como lo había explicado en la nota anterior, existen tres categorías para pilotos: Amateur, Profesional y Maestro. Para pasar de Amateur a Profesional, tardé ocho meses aproximadamente. Uno sabe que lo logró cuando el número de vueltas por manga aumenta, el tiempo de vuelta rápida disminuye y los descarrilamientos no son seguidos.
Al pasar a Profesional, los vehículos de entrenamiento subieron su potencia al igual que la exigencia en rendimiento. El motor sube de 18 mil a 35 mil revoluciones, lo que incrementa la velocidad de los autos deportivos. Así, no habría un descarrilamiento, sino que podría salirse de la pista y romperse. ¿Qué falta para ser un Maestro? Fácil, los autos de esa categoría no tienen el imán que va en la parte inferior central y ayuda a que haya menos probabilidad de que se descarrilen.
Retomemos. Para estar en la Válida Nocturna tuve que practicar en los cuatro carriles de la pista. En cada uno corrí por 5 minutos durante casi un mes. Aprendí que los carriles externos (1 y 4) tienen ventajas en muchas partes de la pista para acelerar. Cuando la valla está pegada a la derecha o izquierda del auto se puede acelerar así sea una curva. Cuando no, debo aplicar el ‘switcheo’. Esta técnica consiste en soltar y presionar rápidamente el gatillo para perder la velocidad necesaria y tener el suficiente torque para salir a la siguiente recta. En cuanto a los carriles internos (2 y 3), se puede imitar el comportamiento del carril externo más cercano. Por ejemplo, en el carril 1 se puede acelerar en la curva después de la recta sin preocuparme por salir volando. Pero si voy por el carril 2, puedo acelerar, pero en menor medida que en el carril 1.
Las reglas
Para el inicio de la competencia, los jueces debían revisar los vehículos de los participantes. Yo tengo un Mercedes Benz que adquirí tres semanas antes. Pude modificar el motor de 18 mil a 35 mil revoluciones para rendir ante los otros competidores. Esa era la única modificación que podía hacerle, ya que la aerodinámica debía ser original. Por lo tanto, el alerón no podía cambiarse y tampoco podía aligerarse (por ejemplo, quitar el piloto que está en el interior del auto). Las luces delanteras y traseras debían funcionar para que cada piloto lograra identificar la posición de su vehículo en la baja visibilidad de la pista. En mi caso, el Mercedes tenía luces amarillas al frente, lo que las hacía menos luminosas que las de los demás. Así que tuve que guiarme por las luces rojas traseras en la mayoría de las vueltas.
Una de las reglas más importantes es el evitar el impacto con un vehículo descarrilado. Ejemplifiquemos con un escenario en el que nuestro auto se sale del carril y queda cruzado en el de otro competidor. Si nuestro carro no quedó en un punto ciego, el otro piloto debe desacelerar y hasta frenar para evitar el impacto. Si sucede a alta velocidad, debe al menos demostrar la intención de evitar la colisión. De lo contrario, será penalizado o eliminado de la competencia. Y finalmente, si el auto se accidenta, el piloto no puede decirle nada a los jueces, ellos deben darse cuenta. Además, no puede agarrar el carro y ubicarlo en la pista.
La competencia
Una de las ventajas para participar en la pista es que el único límite es el tipo de configuración del carro. Aquí no importaba la edad, así que estábamos niños, jóvenes, adultos y ancianos compitiendo. Al iniciar, todos nos saludamos como si fuésemos amigos de toda la vida, nos dimos a conocer y comenzó el sorteo de los grupos. Fuimos 12 pilotos, entre los que había expertos, el anterior ganador de la Válida Nocturna, el dueño de la pista y pilotos nuevos entre los que me incluyo. Así que fueron tres grupos de a cuatro competidores. El sorteo se hizo con balotas que tenían el número del participante registrado.
Yo quedé en la segunda casilla del primer grupo, así que tuve que ‘romper el hielo’ junto al excampeón de 2017 y otro piloto nuevo. Difícil inicio, más cuando es la primera vez que tomo un control para competir y no para entrenar. El sorteo estuvo de mi lado, ya que mi primer carril fue el 4. Este se caracteriza por tener un gran porcentaje de pista en la que se puede acelerar bastante. Sin embargo, los nervios jugaron en mi contra y no pude hacer demasiado. Luego pasé al carril 1 que es el ‘coco’ de muchos pilotos. Yo me sentí muy cómodo y comencé a escalar en Top 4 de los pilotos. Al terminar esos dos carriles, iba de tercero y solo los dos primeros del grupo clasificaban directamente a la semifinal. Yo iba por esa clasificación directa, ya que no quería comerme las uñas esperando a ser uno de los que clasificaran ‘por repechaje’.
La concentración
Cuando pasé a los carriles internos, me di cuenta de que el piloto que iba de segundo en el grupo no era fuerte en los carriles externos. Así que comencé a sacarle ventaja en curvas y rectas. Al terminar las cuatro mangas de 5 minutos cada una, clasifiqué de segundo con 107 vueltas. Aquí la clave fue analizar a los competidores durante la carrera. Eso fue lo que me permitió tomar vuelo en esos últimos 10 minutos claves. Después pude relajarme durante casi 40 minutos mientras los otros dos grupos competían. Todo iba muy bien, estaba feliz por el resultado y los demás me felicitaban por la hazaña.
Entonces llegó el momento de rifar los dos grupos de la semifinal. Nuevamente quedé con el campeón de la válida en 2017, pero en esta ocasión le agregaron algo más de ’emoción’. No solo estaba con un pentacampeón de autos deportivos en riel, sino que quedé también junto a Carlos Robayo, uno de los dueños de la pista y quien ya ha ganado un sinfín de competencias. El tercer competidor era un niño cuya edad no superaba los 12 años y ya. Ahí estaba yo, entre dos gigantes de acero dispuestos a hacerme tragar polvo y ver sus stops a lo lejos durante la carrera. Sortearon los carriles y comenzó la competencia. Mi primer rival para vencer fue el niño. No lo subestimen, junto a su Ford GT me dio la pelea en más de una curva, pero yo logré superarlo con concentración y consistencia en velocidad. Competimos los dos primeros carriles y yo estaba clasificando a la final con 57 vueltas en el segundo lugar. Estaba superando a Carlos por 4 vueltas y ya me sentía con un pie en la final. Pero pasó algo que me desconcentró totalmente.
Un doloroso accidente
Solo faltaban dos mangas de 5 minutos en dos carriles más y listo. No era nada difícil más allá de saber llevar la presión de mantener la ventaja de las 4 vueltas para pasar segundo. Pero cuando estábamos a la mitad de la penúltima manga, mi carro se salió en la curva previa a la recta. Otro carro pasó y colisionó contra el mío. El golpe desprendió el alerón y el tercer piloto pasó, golpeó el alerón y lo sacó de la pista sin saber dónde había caído para que un juez lo colocara de nuevo. Siendo así las cosas, me preocupé por el estado del carro y tuve que reponerme rápidamente para no perder la ventaja.
Pero ya era demasiado tarde y la velocidad era mi enemiga. Al acelerar y no tener el alerón instalado, el auto no era capaz de controlarse en las curvas. Múltiples descarrilamientos y la frustración de que no se haya aplicado ninguna penalización contra quienes me estrellaron me desconcentraron completamente. Al final, terminé con 111 vueltas registradas y un doloroso tercer puesto que las circunstancias me obligaron a aceptar. En conclusión, ocupé el sexto puesto de la general y obtuve una medalla de reconocimiento.
El calendario en 2018 ya cerró. La próxima competencia será en febrero después de vacaciones y seguramente estaré más preparado para lo que suceda. Por ahora estaré tranquilo descansando de las carreras y próximamente visitaré el club para ver el estado de mi Mercedes Benz y si necesita alguna reparación.
Imágenes: ENTER.CO