Si para muchos países como Estados Unidos es un problema el desbordamiento del parque automotor, para Ámsterdam, capital de Países Bajos, lo son las bicicletas. Ante esta situación la ciudad holandesa soluciona parte del problema para descongestionar las calles, con un gran parqueadero para ciclas, que se encuentra a 4,82 metros bajo el nivel del mar.
El nuevo parqueadero de bicicletas es el más grande de Ámsterdam con aproximadamente 7.000 plazas estacionamiento. Recordemos que esta ciudad tiene alrededor de 900.000 velocípedos, para una población de tan solo 882.000 habitantes.
El nuevo parqueadero submarino reemplazaría al sobrecargado y obsoleto aparcamiento de varias plantas que se encontraba desde hace décadas delante de la estación de ferrocarril, frente a su emblemático edificio de ladrillo rojo del siglo XIX, monumento nacional de la ciudad, que está construido sobre tres islas artificiales.
El parqueadero fue construido por el estudio de arquitectura wUrck, tras ganar un concurso convocado por el Ayuntamiento. La infraestructura se encuentra entre Prins Hendrikkade y Stationsplein, sumergida a más de nueve metros para dejar fluir el tráfico de los barcos turísticos que tienen sus embarcaderos encima del aparcamiento.
Así es el parqueadero submarino
De acuerdo con Metalocus, revista especializada en arquitectura, el lugar tiene una entrada monumental con puertas acristaladas siempre abiertas, para facilitar la iluminación natural en el interior, donde predominan el blanco y la luz.
El parqueadero dispone de un sistema automatizado que facilita el registro de la persona con su tarjeta de transporte, o bien por medio de un dispositivo que se integra en la bicicleta.
“La bici puede colocarse en el interior a dos alturas, y la orientación en el interior es muy sencilla, organizada por un gran pasillo central ligeramente curvado que conecta con el túnel de conexión con los vestíbulos del metro y del ferrocarril”, explica la revista.
Aunque los holandeses están acostumbrados a lidiar con el agua la realización del edificio no estuvo exenta de complejidad y exigió drenar parte de la zona durante la construcción, protegiendo la zona con un tablestacado metálico (estructura de contención) que permitió levantar la estructura de forjados y pilares de hormigón, para después volver a cubrirla con el agua del río IJ del que también se alimentan el resto de canales de la ciudad.
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La obra estuvo a cargo del arquitecto, Oriol Casas Cancer, quien explicó para El País que sacaron más de 62.000 metros cúbicos de arena. “A medida que avanzas solo encuentras agua, y se convierte en una piscina. El siguiente paso consistió en hacer un forjado de hormigón, “denominado hormigón sumergido y que se trabaja debajo del agua con ayuda de buzos, a la altura del lugar donde debía construirse el estacionamiento de bicicletas”, narra.
De acuerdo con datos del ayuntamiento de Ámsterdam, la bicicleta es el medio de transporte principal de la ciudad, y los habitantes recorren a diario dos millones de kilómetros, unas cincuenta vueltas a la Tierra.
Cabe destacar, que el nuevo parqueadero que está a 4,82 metros bajo el nivel del mar, “ no está pensado para el ciclista regular, sino que facilitará los desplazamientos de los que la pedalean para llegar a la estación de ferrocarril. Suman un 50% de los que usan luego un tren como viajeros de cercanías, y una vez en su destino, aprovechan el transporte público”, explica El País.
Foto: Aiste Rakauskaite