Desde que las personas comenzaron a pensar en ir al espacio se han planteado preguntas acerca de qué pasa con el cuerpo humano estando fuera de nuestro planeta. Evidentemente las condiciones de vida son totalmente distintas, pero ¿cómo reacciona nuestro organismo?
La Nasa, en colaboración con distintas universidades y organizaciones científicas, ha descubierto a través de los años varios cambios en los astronautas y estos se han reportado a través de una de sus divisiones, llamada Human Research Program.
Hasta ahora sabemos con certeza algunos efectos negativos de los viajes al espacio sobre el cuerpo, según nos informa la Nasa. Por ejemplo, debido a la microgravedad en la órbita baja, los astronautas sufren de atrofia muscular. Después de tan solo dos semanas en una misión, estos pierden hasta un cuarto de su capacidad aeróbica. Quizá uno de los órganos más afectados son los huesos, que sufren deformaciones y pérdidas de masa importantes. Los astronautas pierden más del 1% de su masa ósea por cada mes que están en el espacio.
También sabemos que las altas exposiciones a la radiación permiten que los astronautas tengan más riesgo de sufrir cáncer, problemas en el sistema nervioso y enfermedades degenerativas, como el Alzheimer. Pero aún quedan muchos comportamientos que debemos estudiar más a fondo. Además, es necesario seguir estudiando los cambios del cuerpo en el espacio para desarrollar tecnologías que disminuyan los riesgos de salud para los astronautas.
El más reciente descubrimiento sobre el cuerpo humano se hizo a partir de uno de los varios estudios practicados al astronauta Scott Kelly, el hombre que más tiempo ha estado en el espacio: casi un año. Aquí te contamos sobre este y otros fascinantes y recientes estudios sobre el cuerpo humano en el espacio.
Un grupo de investigadores de la Universidad Northwestern en Estados Unidos, estudió las bacterias en el sistema digestivo de Kelly y las de su hermano gemelo, Mark, que permaneció en la Tierra, según reportó The Verge. Este estudio, liderado por Fred Turek, se centra en el microbioma que todos tenemos en nuestro tracto gastrointestinal, que son ‘bichos’ que viven naturalmente en nuestros intestinos. Se encontraron diferencias virales, bacterianas y de hongos entre los gemelos, pero estas variaciones eran apenas normales debido a las distintas dietas y entornos en que estaban los hermanos.
En otro estudio se buscó analizar ciertos componentes en los cromosomas de las personas llamados Telómeros y Telomerasa. La doctora Susan Bailey descubrió que durante un año, los telómeros en los cromosomas de Scott crecieron en longitud durante su estadía en el espacio. Se sabe que los telómeros decrecen con el paso de los años, así que este es un comportamiento anómalo, que se pudo haber dado gracias al aumento de ejercicio y menos calorías consumidas durante la misión.
El científico Mathias Basner estudió el desempeño cognitivo de los astronautas en los vuelos espaciales. Se analizó la habilidad cognitiva, especialmente las diferencias entre misiones de seis meses y las de 12 meses. Luego de una misión de un año se encontró un detrimento ligero en la velocidad y la precisión ‘postmisión’. No se encontraron cambios relevantes de las habilidades cognitivas durante las misiones, sin importar cuál fuera su longitud.
En una investigación sobre el Perfil Bioquímico, liderado por Scott Smith, se descubrió una caída en la formación de huesos durante la segunda mitad de la misión de Scott (el astronauta). También se detectó, al revisar los niveles de la hormona de estrés cortisol estaban en un nivel bajo normal durante toda la misión, pero los niveles de la hormona IGF-1 aumentaron luego del paso del año. Esta hormona está vinculada a la salud de los huesos y de los músculos, y pudo haber bajado debido a los fuertes ejercicios físicos que realizan los astronautas en el espacio.
Uno de los estudios más interesantes es el liderado por el científico Andy Feinberg, dedicado a analizar cómo el entorno regula nuestra expresión genética, lo cual conocemos como ciencias Epigenómicas. En el ADN dentro de las células blancas de Scott se descubrió que el nivel de metilación, o modificaciones químicas del ADN, disminuyó durante la misión, pero se normalizó al regreso.
En la Tierra, los niveles de metilación en Mark (el otro gemelo) incrementaron cuando se llegó a la mitad del estudio, pero regresaron al normalidad al final. Se observaron variaciones en los patrones de metilación en los gemelos, aunque éstas fueron mayores en Scott durante su misión. Estos resultados pueden indicar que los genes son sensibles a un entorno cambiante, ya sea en el espacio o en la Tierra.
Imagen: Nasa