Es bien conocido que las sanguijuelas se han usado en medicina durante muchos años. Esos animales, que parecen un gusano, pero negros, viscosos y sedientos de sangre, se ponían sobre la piel de las personas como método para combatir enfermedades.
Hay registros de su uso para tratamientos medicinales en el antiguo Egipto, China, Arabia, la Grecia antigua y Roma. Durante muchos años, se usaron las sanguijuelas como un intento para remediar todo tipo de enfermedades y dolencias: hemorragias nasales, gota, hemorroides, dolores de cabeza, depresión, epilepsia, grandes equimosis y sordera, entre otras, según Popular Science.
Las sanguijuelas se siguieron usando durante muchos años más. Incluso en el siglo XIX eran tan populares en Europa que se cultivaron sanguijuelas medicinales hasta casi extinguirlas, como señala ese mismo medio.
Las sanguijuelas se ponían sobre la piel de las personas para sustraer lo que los médicos consideraban un exceso de sangre, en lo que prescribían como sangría. Pero esa teoría fue rechazada por la comunidad médica en la era moderna, al considerarlo un método bárbaro. Sin embargo, estos animales volvieron a la práctica médica en las últimas décadas, aunque de manera diferente a como se usaban antes.
Y su oreja volvió a la vida
Uno de los primeros casos documentados por la prensa fue el de un niño de cinco años, llamado Guy Condelli, cuya oreja fue mordida por un perro en 1985. El doctor Joseph Upton y un grupo de cirujanos del Hospital Infantil de Boston cosieron la oreja, pero días después notaron que tenía un tono azul negruzco, debido a una congestión de sangre, como indicó un artículo de 1988 del diario The New York Times.
Aunque intentaron varios métodos para solucionarlo, como agentes anticoagulantes y cortes en el oído, Condelli perdía mucha sangre. El doctor Upton solicitó unas sanguijuelas a Biopharm, la única granja de sanguijuelas medicinales de ese entonces en el mundo. Después de que llegaron al hospital, se pusieron dos de ellas en la oreja del niño y esta se mejoró, lo que demostró que funcionaban.
El doctor Upon conocía del uso de sanguijuelas para tratamientos posquirúrgicos con el fin de prevenir la congestión sanguínea después de microcirugías en algunos hospitales en Europa y Estados Unidos. El doctor Roy Sawyer, biólogo estadounidense expatriado, era pionero y principal defensor de este tratamiento. De hecho, realizó estudios científicos que fueron publicados en 1986 por la oficina de prensa de la Universidad de Oxford, en tres volúmenes que le llevó 12 años completar, y era fundador de Biopharm. El niño le envió una carta de agradecimiento al doctor Sawyer.
Ya es algo legal, al menos en Estados Unidos
Veinte años más tarde del caso de Condelli, en 2005, la Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos aprobó el uso de sanguijuelas para cirugías plásticas como un complemento para la cicatrización de tejido injertado o para superar problemas de congestión venosa mediante un sangrado localizado, como explica esa entidad en su página web.
Así, pues, los cirujanos plásticos usan sanguijuelas en casos muy especiales, en los que se unen múltiples capas de tejido y se reconectan los vasos sanguíneos mediante un microscopio, con suturas tan delgadas como la hebra de un pelo. Se usan, por ejemplo, para unir dedos y partes de orejas, labios, narices y trozos de cuero cabelludo. En esos casos, muchas veces las arterias adheridas inundan de sangre la zona recientemente conectada, más de la que pueden expulsar, lo que causa un desequilibrio en el flujo sanguíneo que puede amenazar la curación del órgano, y que el paciente puede perder de manera permanente.
Lee más sobre medicina en este enlace.
Entonces, los cirujanos ponen una sanguijuela para ayudar a drenarla y evitar ese desequilibrio. Estos animales hunden sus 300 dientes en la piel y, luego de drenar aproximadamente 15 mililitros de sangre (una cucharada, aproximadamente) y llenarse, en un proceso que dura unos 40 minutos, se dejan caer con suavidad.
Además de eso, la ventaja del uso de la sanguijuela es que su saliva tiene componentes bioactivos que incluyen anticoagulantes, anestésicos, antihistamínicos y dilatadores de vasos sanguíneos. Pero también tienen algunos peligros. Por ejemplo, su uso prolongado puede aumentar el riesgo de necesitar una transfusión de sangre o la posibilidad de contraer una infección bacteriana, debido a que las sanguijuelas dependen de una colonia de bacterias en su intestino para digerir la sangre, como detalla un artículo publicado en 2007 en Pharmacy World and Science. Sin embargo, las sanguijuelas se pueden esterilizar, como otros instrumentos quirúrgicos, y se les pueden administrar antibióticos a los pacientes como medida preventiva.
Imágenes: Sdigital, TatianaMironenko y Oleksandr Shchus (vía: iStock).