La exploración espacial, las misiones de la NASA, el inicio de los viajes comerciales de empresas como SpaceX y Blue Origin y el despliegue de constelaciones de satélites que han lanzado Starlink, OneWeb (y las instalaciones venideras de Boeing y de Jeff Bezos) están llenando nuestra órbita de basura.
El problema ya lo había alertado la misma NASA cuando calculó que en la órbita baja podrían haber más de 29.000 objetos mayores a 10 centímetros flotando sin ningún tipo de función; no obstante hay datos que aseguran que, en general, los residuos de cualquier tamaño podrían ser más de 170 millones.
Esta semana el tema volvió a llamar la atención cuando el profesor de robótica de la Universidad de Utah (EE.UU), Jake Abbot, alertó en el medio The Salt Lake Tribune que, de no controlarse el problema, el número de desechos alrededor de la Tierra podría terminar en la creación de anillos similares a los de Saturno, pero compuestos de residuos tecnológicos.
¿Cuál es problema con la basura espacial?
El problema con estos elementos que han llegado al Espacio desde 1957, y que viajan sin rumbo entre los 800 y 1.000 kilómetros de altura, es que generan riesgos de colisión. Debido a la velocidad que alcanzan (se habla de que podrían llegar a los 25.000 k/h) podrían chocar y dañar seriamente los satélites funcionales de las empresas antes mencionadas.
Lo anterior no solo afectaría el acceso a internet de cientos usuarios de los servicios satelitales, sino que el encuentro brusco entre esos objetos terminaría en el quiebre de los mismos y la generación de más basura. Esto por ejemplo, fue justamente lo que ocurrió el pasado 15 de noviembre cuando un misil ruso destruyó un satélite fragmentándolo en miles de pedazos, lo que, según EE.UU también puso en riesgo a la tripulación de la Estación Espacial Internacional.
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La comunidad científica se refiere a este fenómeno de generación de residuos en cadena como el síndrome de Kettler, y temen que de volverse incontrolable, pueda hacer inviables tanto el envío de satélites como las exploraciones espaciales.
De acuerdo a instituciones internacionales como la Agencia Espacial Europea (ESA por sus siglas en inglés), aunque durante la última década entre el 15 y el 30 % de los lanzamientos de satélites a la órbita terrestre han intentado cumplir las medidas de reducción de desechos, anualmente se siguen presentando al menos 12 coaliciones accidentales en esa región.
Si bien la meta es reducir a cero la generación de basura y evitar la construcción de cohetes que se desintegran por partes, por ahora entidades como la ESA se ha encaminado en la misión de desarrollar un satélite para recolectar estos residuos. El equipo, que se espera comience a funcionar en 2023, atrapará con un robot los aparatos inservibles para hundirlos en la atmósfera, en donde se espera que se descompongan en un periodo menor a 10 años.
Imágenes: AP