Es natural que todo niño trate de llevarse muchas cosas a la boca. De hecho, casi todo lo que encuentra a su paso intenta meterlo a la boca. Es una forma normal para explorar y conocer el mundo que lo rodea. Sin embargo, muchas veces ocurren accidentes y, en mitad de su tarea de saborear absolutamente todo, se termina tragando algunas de ellas. Algunas de esas cosas que tragan los niños son fácilmente digeridas por el estómago y salen de forma natural, sin siquiera notarlo. Otras son más difíciles de disolver por los jugos gástricos y tardan más en el cuerpo antes de salir. A veces, incluso, se necesita de laxantes o intervención médica. Aunque la mayoría de cosas que los niños acaban ingiriendo son inofensivas, hay unas que pueden ser peligrosas y que requieren de un lavado intestinal o de alguna cirugía.
Ser una alcancía humana no es problema
Yo, por ejemplo (y esto es una confesión que pocas personas conocían) cuando era niño me tragué una moneda de 200 pesos, quizá me creía una alcancía humana. El médico dijo que saldría naturalmente en unos días y, efectivamente, tras varias asquerosas jornadas de ir al baño y tener que buscar en mis propias heces, la moneda apareció casi intacta, solo tenía unas manchas multicolor, como un arco iris. Aparentemente los médicos no le temen a que los niños coman monedas, porque, según un estudio publicado en Journal of Pedriatics and Child Health, hay investigaciones al respecto del consumo infantil de monedas y establecen que, por lo general, solo tiene efectos secundarios mínimos. En mi caso, solo me causó dolor de garganta y el asco de tener que buscar en mi propia materia fecal.Sin embargo, asegura ese texto científico, hay pocos estudios sobre lo que sucede con la ingesta de otros artículos, como las figuras de Lego. Por eso se dieron a la tarea de saber qué pasa si una persona llega a tragarse uno de esos juguetes.
Para el almuerzo tenemos cabeza de Lego con salsa de tomate
Seis médicos pediatras se pusieron en la tarea de comerse una cabeza de una figura de Lego. Para formar parte del estudio, los aspirantes no debían haber tenido una cirugía gastrointestinal previa, se les hizo un examen para determinar que no carecían de incapacidad para ingerir objetos extraños y, claro, no debían sentir asco o aversión a buscar en sus propias heces. Además, estandarizaron el hábito intestinal previo de los seis sujetos de prueba mediante un puntaje de dureza y tránsito de heces (SHAT). Luego de ingerir la cabeza del Lego, se tomó un registro del tiempo que tardaron en encontrar el objeto en sus heces. Se concluyó que el tiempo promedio para que una persona adulta expulse un objeto extraño de este tipo es de 1,71 días. Aunque el estudio no es exhaustivo ni consideró a niños como objetos de prueba, se cree que, como tienen un sistema digestivo más pequeño, el objeto durará menos en salir.
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Quizá haya problemas si el niño se traga el muñeco entero y no solo la cabeza. La forma de un juguete de este tipo o, incluso, los bloques de Lego tiene bordes puntiagudos que pueden causar lesiones en la garganta o el sistema digestivo (es por eso que a mí me dolía la garganta, aunque los de un muñeco de lego pueden ser peores). Además, por su tamaño, puede que el infante se atragante y deban llevarlo al médico lo antes posible.El estudio también concluyó que las mujeres tienen más habilidades para buscar en sus heces, pero no hubo datos estadísticos al respecto, ya que no era el objeto de estudio.Imágenes: Aitoff y Eak_kkk (vía: Pixabay)